Al final de la audiencia general, al despedirse de más de 50.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre dirigió un particular saludo a los jóvenes.
«En este mes dedicado de manera especial a la Virgen», les dijo, «os invito a seguir el ejemplo de María, confiando siempre en su maternal intercesión para que os ayude a llevar un rayo de serenidad donde hay preocupación y soledad».
Luego se dirigió a los enfermos presentes, algunos de ellos en sillas de ruedas, para exhortarles a «vivir vuestra condición confiadamente abandonados en las manos del Señor, apoyados por Aquella que en el Calvario permaneció fiel bajo la Cruz de Cristo».
Y al ver a los recién casados, algunos vestidos con sus trajes de bodas, deseó que «la Virgen santa os acompañe en la vida familiar para que podáis experimentar la alegría que surge de la recíproca fidelidad y seáis siempre testigos del amor divino».
Al saludar a unos 5.000 polacos, el Papa constató en su idioma que tiene conocimiento de las «funciones marianas» típicas de ese país durante el mes de mayo. «Me alegro por esta tradición vuestra. Que estas oraciones consoliden en la fe y en el amor mutuo a vuestras familias y a vuestras comunidades».
Entre los grupos presentes en esta ocasión había 110 sacerdotes, religiosos y fieles llegados de Vietnam, acompañados por el arzobispo de la ciudad de Ho Chi Min, el cardenal Jean-Baptiste Phan Minh Man.