CIUDAD DEL VATICANO, martes, 16 mayo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha enviado un mensaje a los médicos cristianos del mundo para alentarles a defender la vida de las personas más indefensas, en particular, la de los niños no nacidos, la de los ancianos y la de los enfermos terminales.
La exhortación forma parte de la carta que, en nombre del Papa, envío el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al Congreso Mundial de la Federación de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), que se ha celebrado del 11 al 14 de mayo en Barcelona (www.fiamcbarcelona2006.org).
El lema de ese encuentro ha sido «Los médicos católicos y el desafío de la pobreza en la era de la globalización».
Dirigiéndose los mil participantes en el encuentro de Barcelona y a los 40.000 médicos asociados a la FIAMC en el mundo, el mensaje les invita «a tomar conciencia de la relación íntima entre el cuidado de la salud y la promoción de la persona humana, evitando aquella visión ambigua, reductiva o incluso ideológica de la salud que no tiene en cuenta todos los aspectos de la persona en su armónica y recíproca unidad».
«En efecto –aclara–, la altísima dignidad de la persona humana implica la responsabilidad grave de velar por la salud y el cuidado, sobre todo de quienes no son todavía capaces de defenderse, como en el caso de los niños no nacidos, o de quienes ya no pueden valerse por sí mismos, como los ancianos y los enfermos terminales».
En segundo lugar, el mensaje recuerda a los médicos católicos que «para servir a la salud con fidelidad y respeto de la dignidad humana, es necesario fijar la mirada en Cristo, que asumió la humanidad doliente con sus enfermedades y límites, transfigurando su rostro en la resurrección».
«Siguiendo su ejemplo –subraya–, todo cristiano está llamado a acercarse con misericordia a los enfermos, consciente de que sirve a Cristo mismo».
Por este motivo, el Papa «invita una vez más a promover iniciativas en el campo de la sanidad, encaminadas a sensibilizar a tantos hombres y mujeres de buena voluntad para que, como buenos samaritanos, asistan con generosidad fraterna a quienes se encuentran sumidos en la pobreza o la marginación».