Benedicto XVI subraya la importancia del V Encuentro Mundial de las Familias

En el que participará, en Valencia, entre el 8 y el 9 de julio

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 2 julio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo al rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

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Queridos hermanos y hermanas:
El próximo sábado y domingo se desarrollará en España, en la ciudad de Valencia, el V Encuentro Mundial de las Familias. La primera reunión se celebró en Roma en 1994, con motivo del Año Internacional de la Familia, promovido por las Naciones Unidas. En aquella ocasión, el querido Juan Pablo II escribió una larga y apasionada meditación sobre la familia, que dirigió en forma de «Carta» a las familias de todo el mundo. A ese primer gran encuentro de las familias le siguieron otros: el de Río de Janeiro, en 1997; el de Roma, en 2000 con motivo del Jubileo de las Familias; el de Manila en 2004, donde no pudo participar personalmente, pero envió un mensaje audiovisual. Es importante que a las familias de hoy también les llegue el memorable llamamiento que Juan Pablo II dejó hace 25 años en la exhortación apostólica «Familiaris consortio»: «Familia, ¡sé lo que eres!» (Cf. número 17).

El tema del próximo Encuentro de Valencia es la transmisión de la fe en la familia. En este compromiso se inspira el lema de mi visita apostólica a esa ciudad: «¡Familia, vive y transmite la fe!». En tantas comunidades que hoy están secularizadas la primera urgencia para los creyentes en Cristo consiste precisamente en renovar la fe de los adultos para que sean capaces de comunicarla a las nuevas generaciones

Por otra parte, el camino de iniciación cristiana de los niños y adolescentes puede convertirse en una oportunidad útil para que los padres se vuelvan a acercar a la Iglesia y profundicen cada vez más en la belleza y en la verdad del Evangelio.

En definitiva, la familia es un organismo vivo, en el que se realiza un recíproco intercambio de dones. Lo importante es que nunca falte la Palabra de Dios, que mantiene viva la llama de la fe. Con un gesto particularmente significativo, durante el rito del Bautismo, el padre o el padrino enciende una vela en el gran Cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado y a continuación, el celebrante dice: «A vosotros padres y padrinos, se os confía el encargo de velar por esta luz, para que este niño, iluminado por Cristo, viva siempre como hijo de la luz». Ese gesto, en el que subyace todo el sentido de la transmisión de la fe en la familia, para que sea auténtico, tiene que estar precedido y acompañado por el compromiso de los padres de profundizar en el conocimiento de la propia fe, reavivando la llama con la oración y la asidua práctica de los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía.

Encomendemos a la Virgen María el éxito del próximo gran Encuentro de Valencia, y todas las familias del mundo para que sean auténticas comunidades de amor y de vida, en las que la llama de la fe se transmita de generación en generación.

[Después del Ángelus, el Papa saludó en seis idiomas a los peregrinos. En italiano, dijo:]

Sigo con creciente preocupación los acontecimientos en Irak y en Tierra Santa. Ante la ciega violencia que provoca matanzas atroces, por una parte, y ante la amenaza de que se agrave la crisis que desde hace algunos días es todavía más dramática, por otra, hace falta justicia y un serio y creíble compromiso de paz, que por desgracia no se ven. Por este motivo, invito a todos a unirse en una oración confiada y perseverante: que el Señor ilumine los corazones y que nade se exima del deber de construir una convivencia pacífica, en el reconocimiento de que cada hombre es un hermano, independientemente del pueblo al que pertenezca.

Se celebra en Moscú, del 3 al 5 de julio, una importante cumbre de líderes religiosos, organizada por el Consejo Interreligioso de Rusia. Por invitación del Patriarca de Moscú, la Iglesia católica participa con una propia delegación. Deseo hacer llegar a Su Santidad Alejo II y a todos los participantes mi cordial saludo. Esta significativa reunión de tantos exponentes de las religiones del mundo indica el común deseo de promover el diálogo entre las civilizaciones y la búsqueda de un orden mundial más justo y pacífico. Deseo que, gracias al sincero compromiso de todos, se puedan encontrar ámbitos de efectiva colaboración, en el respeto y en la comprensión recíproca, para afrontar los actuales desafíos. En el caso de los cristianos, se trata de aprender a conocerse cada vez más profundamente y a estimarse mutuamente a la luz de la dignidad del hombre y de su destino eterno. Asegurando mi oración para que Dios haga fecundas las sesiones de trabajo de la cumbre, invoco sobre todos las abundantes bendiciones del Cielo.

[En francés]

Os saludo, queridos peregrinos de lengua francesa. Que las vacaciones sean para todos una ocasión de descanso y de vida familiar más intensa para reforzar las relaciones entre las generaciones, permitiendo particularmente a los jóvenes dialogar con los adultos sobre las cuestiones esenciales de la fe y del sentido de la existencia. Con mi bendición apostólica.

[En español]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española aquí presentes y a cuantos se unen a través de la radio y la televisión a esta oración mariana. Os invito vivamente a rezar por los frutos espirituales del V Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar el próximo fin de semana en Valencia, España. Que la Virgen María, que con José y Jesús, formaron el Hogar de Nazaret, sean modelo de la familia evangelizadora y transmisora de la fe en el mundo de hoy. ¡Feliz domingo!

[Traducción del original italiano y francés realizada por Zenit
© Copyright 2006 – Libreria Editrice Vaticana]

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ZENIT Staff

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