ROMA, martes, 18 julio 2006 (ZENIT.org).- Ante la gravedad del nuevo choque en Oriente Medio, el presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz apremia a «la comunidad internacional y a las Naciones Unidas en particular» a «promover el diálogo y la paz» y afirmar el Estado de Derecho en la región.
A la compleja situación de Oriente Medio se sumó, hace seis días, la presente crisis entre Israel y Líbano, iniciada con el secuestro de dos soldados israelíes –y asesinato de otros ocho— por parte del movimiento armado [fundamentalista] chií libanés de Hizbulá.
A la inmediata respuesta militar de Israel le está siguiendo un «diálogo» recíproco a base de misiles y bombas en uno y otro territorio. El fuerte castigo de Israel en territorio libanés ha llevado al país al aislamiento por tierra, mar y aire. Las víctimas, en especial libanesas, superan los dos centenares.
Llamamiento a la Comunidad Internacional
La Iglesia católica sigue atentamente la evolución de esta espiral de violencia. «Como subrayó su Santidad Benedicto XVI en el Ángelus del domingo», «la extensión de las acciones bélicas en Oriente Medio suscita mucha preocupación, en particular por la suerte de la población civil», subrayó este martes en declaraciones a «Radio Vaticana» el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del dicasterio vaticano para la Justicia y la Paz
«La situación es compleja y difícil de descifrar, y tal como para amenazar la paz y la seguridad no sólo de la región, sino del mundo entero», alertó.
«A la vez, sin embargo, y con decisión, en tal escenario de violencia y de despiadada contraposición hay que repudiar tanto los actos terroristas de los unos como las represalias militares de los otros –precisión el purpurado–, en cuanto que ambas constituyen una violación del Derecho y de los más básicos principios de justicia».
Más de cinco lustros fue observador permanente de la Santa Sede ante la ONU el cardenal Martino, quien apunta que, en el panorama descrito, «sin demora, y antes de que el conflicto degenere asumiendo dimensiones aún más difíciles de gestionar, la comunidad internacional y las Naciones Unidas en particular están llamadas a promover el diálogo y la paz entre las partes opuestas y la afirmación de un Estado de Derecho en la zona».
Y expresa la necesidad de que «los Estados no cedan a la tentación de interpretar en clave política o ideológica el conflicto en curso, retrasando así, o haciendo menos eficaz, el empeño diplomático y el socorro humanitario de la población civil».
El purpurado considera positiva la declaración sobre Oriente Medio de los líderes del G8. Éstos se muestran «dispuestos a colaborar con las Naciones Unidas –aclara el cardenal Martino– para la afirmación de la paz en Oriente Medio, y en particular para la actuación de las Resoluciones 1559 y 1680 del Consejo de Seguridad relativas a Líbano, reconocido como Estado soberano».
«Se declaran también dispuestos a colaborar para la reanudación del diálogo y la cooperación entre Israel y Palestina por la paz en Oriente Medio», añade.
En cualquier caso, «a las manifestaciones de voluntad sería oportuno hacer seguir un plan de acción equilibrado sobre el plano jurídico y político que tenga en cuenta la suerte de la población civil», precisa el cardenal Martino.
La citada Resolución 1559 –del año 2004–, entre otros puntos «exhorta a que se disuelvan y desarmen todas las milicias libanesas y no libanesas», y apoya «la extensión del control del Gobierno del Líbano a todo el territorio libanés». La 1680 –del 17 de mayo de 2006– insiste en el cumplimiento de la anterior Resolución y observa «que en los últimos seis meses entraron armas en el territorio libanés destinadas a las milicias».
La plena realización de la Resolución 1559 fue citada por parte del primer ministro israelí, Ehud Olmert, como una condición para el «alto el fuego» en Líbano en el presente conflicto. La Resolución está haciendo referencia a los guerrilleros de Hizbulá, el movimiento que ha desatado la actual crisis, apuntó la edición dominical de «L’Osservatore Romano».
En estos días de nueva violencia en Oriente Medio, el cardenal Martino llama la atención sobre otro elemento que hay que considerar: «la implicación de movimientos fundamentalistas islámicos», «Hamas y los Hizbulá en particular».
«Este dato hace la situación especialmente preocupante, dado que Estados como Sira o Irán podrían tomar parte en el conflicto, exasperando así la contraposición ideológica y provocando una reacción aún más grave de Israel», alerta.
Y «no hay que descuidar el riesgo del empleo de armas nucleares o de destrucción masiva –reflexiona–, que podría marcar una página trágica para la historia de la familia humana».
Recuperar la vocación de la ONU
Según el cardenal Martino, «hoy más que nunca hay que recuperar el sentido de la misión, o mejor, de la vocación de las Naciones Unidas, nacida para “mantener la paz… y la seguridad”».
Y es que «en el mundo contemporáneo ningún conflicto puede ser considerado de dimensión local, por sus implicaciones de orden humano, político y económico, y por sus posibles efectos sobre la paz y la seguridad del mundo», reconoce.
De ahí, en su opinión, que sea necesaria «una toma de conciencia, por parte de la comunidad internacional, del propio destino común y de la urgencia de una solución pacífica a la crisis, de la afirmación de la paz y del Estado de Derecho y del socorro humanitario de la población civil en Oriente Medio».