Según recoge la agencia vaticana Fides, los prelados señalan en primer lugar el fenómeno de la violencia e inseguridad que envuelve hoy a toda la población, manifestando su solidaridad con las familias que han sufrido la muerte de alguno de sus miembros.
Indican los obispos que la violencia está relacionada con el consumo y tráfico de drogas y con la violencia internacional.
«En toda nación que se tenga por civilizada lo que debe imperar es la ley –continua el Mensaje–. Y la ley debe ser expresión de la justicia. Y la justicia es respeto al derecho ajeno. Y son derechos fundamentales de todo ser humano su vida, su seguridad y su inviolable dignidad. Y contra estos derechos atentan flagrantemente la violencia y la posesión privada de armas aunque esté respaldada por una injustificada licencia de ellas. La mayoría dominicana, sensata y sana, está contra ambos fenómenos».
La raíz de fondo es el desorden existente, denuncian los obispos, a nivel personal y familiar, a nivel social, económico, político y cultural, nacional y entre las naciones.
Los obispos consideran que si bien es inconcebible matar a una persona para robarle cualquier cosa, «mas inconcebible aún es la violencia ejercida contra la vida misma desde el momento de su gestación (aborto) hasta el final de ella (eutanasia).
Los prelados manifiestan a continuación su preocupación sobre algunos de los problemas que continua afectando a la población, como son el problema de la energía eléctrica que sigue sin resolverse «siendo una prioridad por su repercusión en la producción y en el bienestar nacional».
Respecto al tema de la educación, «punto clave para el despegue de la nación», piden a la sociedad realizar «aportaciones significativas y generosas para hacer frente a problema tan fundamental», dado que el presupuesto oficial para las necesidades de la Educación es insuficiente.
Exhortan también al gobierno a realizar planes en favor de la vivienda digna «por su repercusión en la nobleza del vivir y su capacidad de favorecer y dignificar la vida familiar», así como en favorecer las fuentes de empleo.
Concluyen los obispos con un llamamiento a los sacerdotes y agentes pastorales a «seguir insistiendo, en su predicación, en los altos valores del espíritu y en el amor y respeto a la vida».