«En la noche vivimos a oscuras. En la calles, por la noche, lo único que se oye son los lloros de los niños, que tienen mucho miedo» explica el padre Manuel Musallam, párroco del convento latino de Gaza.
«Nos hace falta comida, sí necesitamos comida», añade, «pero ante todo necesitamos quedar libres del miedo. Queremos paz y el final de la ocupación».
«Los niños lloran de noche y algunos no pueden encontrar a sus madres, a sus padres, a sus hermanos o hermanas, y se quedan a oscuras», constata el padre Musallam.
En la nueva oleada de enfrentamientos comenzados hace tres semanas, el ejército israelí bombardeó una planta de producción de electricidad en Gaza. La gente no sólo se ha quedado a oscuras, sino que además ha perdido los alimentos que tenían en los frigoríferos, y los centros médicos tienen que trabajar con la poca electricidad que producen los generadores. Las bombas de agua eléctricas ahora no sirven para nada.
El doctor Bandali El-Saigh, director médico de Cáritas en Gaza, explica que los centros médicos de esta institución están ofreciendo tratamientos gratis a todas las personas que los necesitan, dado que nadie puede pagar la pequeña contribución que suele pedirse.
El doctor El-Saigh explica que uno de sus grandes desafíos es ofrecer primeros auxilios en torno a Gaza, pues las personas no tienen los medios para llegar al hospital.