En su intervención del jueves pasado –en el seminario sobre ecumenismo organizado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en Seúl–, monseñor John Tong Hong se refirió al tema de la designación de los obispos chinos y afirmó que el gobierno chino «detendrá las ilegítimas», según recoge la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews».
Igualmente añadió que «son evidentes» «cambios positivos en las relaciones entre la Iglesia oficial y la no oficial en China».
Hasta la fecha, el gobierno chino permite la práctica religiosa en el país sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP) –cuyo estatuto recoge la creación de una Iglesia nacional desgajada de la Santa Sede–.
De ahí que afirmen una diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa, formando la Iglesia «no oficial» o «clandestina».
El 30 de abril y el 2 de mayo se celebraron en China dos ordenaciones episcopales ilegítimas (sin el consentimiento del Papa) «de la mano» de la Asociación Patriótica (AP).
El hecho representó «una grave herida a la unidad de la Iglesia» y «una grave violación a la libertad religiosa» –dadas las presiones a las que se vieron sometidos candidatos y sacerdotes–, como denunció el entonces portavoz de la Santa Sede (Zenit, 4 mayo 2006).
A finales de mayo, el cardenal Joseph Zen Ze-kiun –obispo de Hong Kong– ya apuntó la intención del gobierno de Pekín de poner freno a la celebración de ordenaciones episcopales que carecen del consentimiento del Papa (Zenit, 2 junio 2006).
En sus recientes declaraciones, el prelado auxiliar de Hong Kong observó también: «El gobierno chino quiere un diálogo con la Santa Sede para poder interrumpir las ordenaciones ilegítimas».
Y comentó la labor de aquellas semanas de la prensa internacional sobre el tema: «Este tipo de información puede ejercer una presión positiva sobre el gobierno comunista. Los medios juegan un papel importante».
Hace un mes una delegación de la Santa Sede estuvo una semana en China, si bien entonces no trascendieron detalles de los encuentros que mantuvo con representantes del gobierno del país asiático (Zenit, 27 junio 2006).
Monseñor Tong Hon aludió a estas reuniones: «De estos [diálogos] no podemos esperarnos demasiado. Creo que el gobierno chino no es tan sincero, y por lo tanto tendrá sólo conversaciones superficiales. Esto porque saben que la situación cambiará en el futuro, pero no desean que ello ocurra con demasiada rapidez».
De acuerdo con la agencia del PIME, formaron parte de la delación de la Santa Sede el arzobispo Claudio Celli –secretario de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica— (aunque no forma parte de la Secretaría de Estado del Vaticano, es un experto en las relaciones entre la Santa Sede y China, y ha visitado en varias ocasiones Pekín), y monseñor Gianfranco Rota Graziosi, de la Secretaría de Estado.
En las reuniones ha intervenido también el cardenal Zen –añade «AsiaNews»–, quien declaró al «South China Morning Post»: «Ambas partes han sido insólitamente reservadas, desde el inicio de la visita, pero ésta constituye ya un paso adelante».
Considera que este encuentro –celebrado del 25 de junio al 2 de julio, es el primero desde el año 2000– «es un hecho positivo y muestra que existen buenas intenciones por ambas partes», y recalca que es «importante» hacer saber que, a pesar de la crisis, las relaciones bilaterales prosiguen.
Entre los representantes del gobierno chino, los delegados del Vaticano pudieron reunirse con el director de la Oficina estatal de Asuntos Religiosos, Ye Xiaowen.