ROMA, viernes, 1 septiembre 2006 (ZENIT.org).- «Creación y evolución se integran, no se excluyen», asegura el padre Rafael Pascual, LC, decano de Filosofía y director del Master sobre Ciencia y Fe en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma.
El argumento está siendo afrontado en un simposio a puertas cerradas en el que participan del 1 al 3 de septiembre antiguos alumnos de Joseph Ratzinger y Benedicto XVI, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
En este contexto, el padre Pascual acaba de presentar en Italia el libro «La evolución encrucijada de ciencia, filosofía y teología» («L’evoluzione crocevia di scienza, filosofia e teologia», Editorial «Studium») en el que se recogen las actas de un congreso internacional sobre el tema celebrado en Roma en 2002.
El congreso fue el punto de partida de un nuevo proyecto: un Master en Ciencia y Fe, iniciado en el año académico 2002-2003, y se enmarca en el Proyecto STOQ («Science, Theology and the Ontological Quest») junto a las universidades pontificias: Gregoriana, Lateranense, Santa Cruz, Salesiana y Angelicum, bajo los auspicios de Consejo Pontificio para la Cultura, y con el apoyo de la Fundación John Templeton.
Entrevistado por Zenit, el padre Pascual explica que «el debate sobre la evolución está abierto. Hay que distinguir los diversos niveles: científico-filosófico-teológico, sin confundirlos ni separarlos del todo».
Respecto al debate sobre el carácter del «diseño inteligente», el padre Pascual afirma que «no se trata de una cuestión científica, sino más bien filosófica».
«Pero tampoco la negación del finalismo o el recurso a la pura casualidad y a la necesidad son científicos», por esto «parece equivocado presentar el diseño inteligente como una teoría científica alternativa a la teoría de la evolución».
A la pregunta de si hay que enseñar teoría de la evolución en las escuelas, el padre Pascual respondió que «sí, pero como teoría científica, con los argumentos a favor pero también reconociendo los límites y los problemas aún sin resolver y no como ideología, como una especie de dogma absoluto, definitivo e indiscutible».
Entonces, ¿creacionismo o evolucionismo? «Ni uno ni otro, sino creación y evolución –responde–. Mientras creacionismo y evolucionismo son en sí incompatibles, no lo son creación y evolución, que en cambio se encuentran en dos niveles distintos, y son compatibles».
El decano de Filosofía recuerda el libro «Creación y pecado», del entonces cardenal Joseph Ratzinger, donde se lee: «No podemos afirmar: creación o evolución. La fórmula exacta es creación y evolución, porque las dos cosas responden a dos preguntas diversas. El relato del polvo de la tierra y del aliento de Dios no nos narra cómo ha tenido origen el hombre. Nos dice lo que es. Nos habla de su origen más íntimo, ilustra el proyecto que está detrás de él. Viceversa, la teoría de la evolución trata de especificar y describir procesos biológicos. No logra en cambio explicar el origen del ‘proyecto’ hombre, explicar su derivación interior y su esencia. Nos encontramos por ello frente a dos cuestiones que se integran, no se excluyen».
En conclusión, el padre Pascual subraya que «hay que distinguir entre teoría (o teorías) de la evolución y darwinismo, y luego, dentro del mismo darwinismo, entre elementos de carácter científico y aquellos de tipo filosófico o ideológico. No hay que confundir la ciencia con el cientificismo».