ROMA, domingo, 5 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Escuchar la llamada de nuestro Señor puede ser duro incluso en el mejor de los momentos. En algunas partes del mundo, puede ser silenciada por una sociedad secularizada. En otras partes, puede ser oída pero difícil de realizar por falta de recursos.
Para ambos casos el Club Serra Internacional ofrece una respuesta. Su nombre proviene de fray Junípero Serra, misionero franciscano del siglo XVIII, beatificado en 1988, que tanto en México como en California, tuvo una influencia decisiva en la fundación de un gran número de misiones.
Durante su visita anual a Roma, los «serranos» (como se llaman a sí mismos) han hablado con Zenit sobre el Club Serra y sobre los desafíos que hoy encuentran las vocaciones para desarrollarse.
El presidente del Club, Robert Wright, afirmó que el secreto de las vocaciones está en apoyar al sacerdocio con la oración, con amistad y con financiación.
De hecho, durante sus encuentros en Roma con el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, se comunicó a los serranos que el Vaticano está preparando un documento sobre las vocaciones como un recurso para las parroquias.
«Ofrecemos una respuesta integradora –explicó Wright–. Todos los miembros dedican su oración intercesora y su actividad sacramental en favor de las vocaciones».
«También apoyamos a nuestros seminaristas y sacerdotes con varios proyectos, como los banquetes “Queremos a nuestros sacerdotes” o nuestro programa “Adopta a un sacerdote”, por el que una familia se cuida de un aspecto especial de la vida del sacerdote enviándole tarjetas de felicitación de cumpleaños o de Navidad, y esa clase de cosas».
Los programas del Serra extendidos en todo el mundo se colocan bajo la dirección directa del obispo local y tienen como objetivo responder al desafío del secularismo en Occidente. Pero también responden al incremento de vocaciones en los países en vías de desarrollo y Asia.
El presidente de la Fundación Serra Internacional, el fondo de donativos del grupo, Fred McNair, explicó a Zenit cómo su grupo apoya la formación esencial de estas personas.
«Cuando una diócesis no cuenta con la financiación necesaria para enviar a un seminarista prometedor a realizar ulteriores estudios fuera, nosotros ofrecemos este apoyo –dijo–. También financiamos bibliotecas e incluso un centro completo de formación en Nigeria, con 30 seminaristas, el Seminario de San Pedro y San Pablo».
«Algunos de estos seminaristas acabarán siendo enviados a los países occidentales. Por ejemplo, en torno al 20% de nuestros sacerdotes diocesanos en Estados Unidos no son originarios este país, provienen de Sri Lanka, Ghana, Uganda, Filipinas, India, Pakistán y son una gran ayuda».
McNair rechaza de hablar de una «crisis de vocaciones».
«Yo a veces comparo las vocaciones sacerdotales a la caída de la lluvia. Hay muchos lugares del globo que reciben realmente gran cantidad de lluvia… a menudo inundaciones… mientras que otros permanecen completamente secos con sólo alguna llovizna de vez en cuando».
«Tenemos abundancia de vocaciones pero la Iglesia en su infinita sabiduría ha tomado este desbordamiento y estos buenos hombres y envía sus almas entusiastas a todo el mundo para el beneficio de todos nosotros».
Benedicto XVI saludó al Club Sierra en la audiencia general del 4 de octubre: «La bendición del Papa y nuestra estancia en Roma fue vital para darnos más entusiasmo para continuar promoviendo el llamamiento a un sacerdocio fecundo, porque sin esto realmente no tenemos Iglesia, porque nos quedamos sin Eucaristía, el centro de nuestras vidas cristianas», concluye Robert Wright.