CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 enero 2007 (ZENIT.org).- Al visitar el 4 de enero uno de los comedores más grandes de Roma para personas pobres, administrado por la Cáritas diocesana, Benedicto XVI consideró que en ese lugar es posible descubrir el amor de Dios.
En este comedor, dijo el Santo Padre en sus palabras de saludo a los responsables y beneficiarios de esta iniciativa, que en sus 23 años de vida ha distribuido más de nueve millones de raciones, «se puede tocar con la mano la presencia de Cristo en el hermano que tiene hambre y en el que le ofrece algo de comer».
«Aquí se puede experimentar que, cuando amamos al prójimo, conocemos mejor a Dios», añadió.
«Dios es amor», aclaró en su primera salida del año a la ciudad de la que es obispo, pero su «amor no es sentimental, sino un amor que se entregó totalmente hasta la Cruz, comenzando con el nacimiento en la gruta de Belén».
El Santo Padre subrayó que las personas no sólo tienen necesidades materiales, por eso, aclaró que el servicio de la Cáritas, la mayor institución de caridad de la Iglesia católica en el mundo, se realiza «sin distinción de raza, religión y cultura» y debe estar caracterizado por «el amor cristiano».
Resumió el estilo de la caridad cristiana con esta expresión «el bien tiene que hacerse bien» y, añadió, debe hacer experimentar «la profundidad de la alegría que de él se deriva», «ciertamente diferente de la ilusoria que presenta la publicidad».
El Papa fue acogido por monseñor Guerino Di Tora, director de la Cáritas de Roma, quien explicó que ese comedor es un lugar «en el que la comunidad cristiana encuentra y se hacer cargo del prójimo más pobre».
«Le acoge y le escucha, conoce por sus palabras el suplicio de la cruz –el abandono, el frío, el hambre, la droga, la cárcel, la emigración, la pérdida de los afectos, el pasado del que huye–, abre su corazón a esta humanidad que sufre», subrayó.
En el encuentro, tomaron la palabra seis personas, voluntarios y huéspedes de las obras de la Cáritas de Roma, italianos y extranjeros. Al final, tuvo lugar un momento de oración, el canto del Padrenuestro y la bendición del Papa.
El comedor del Colle Oppio de Roma distribuyó en el año 2005 unas 122.000 raciones de comida. De sus 4.573 huéspedes de ese año, el 73% fueron extranjeros, procedentes de 98 países.
Según cálculos de Cáritas, las personas que en Roma viven en situaciones difíciles en la calle son unas 6.000.