CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 enero 2007 (ZENIT.org).- La vocación del cristiano es la santidad, que consiste en «escuchar» a Jesús, explicó Benedicto XVI este domingo.
Así lo expuso al rezar el Ángelus en la fiesta del Bautismo del Señor, junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, después de haber presidido en la Capilla Sextina la santa misa en la que administró el sacramento del Bautismo a trece niños.
«El compromiso que surge del Bautismo consiste en “escuchar” a Jesús –aclaró–: es decir, creer en Él y seguirle dócilmente haciendo su voluntad, la voluntad de Dios».
De este modo, según el Santo Padre, «cada uno de nosotros puede aspirar a la santidad, una meta que, como ha recordado el Concilio Vaticano II, constituye la vocación de todos los bautizados».
En su alocución, el Santo Padre constató que para los cuatro evangelistas el pasaje del Bautismo de Jesús en el Jordán de manos de Juan el Bautista es sumamente importante, pues constituye la primera presentación clara de la Trinidad –de las Personas del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo–, así como el inicio del ministerio público de Cristo por los caminos de Palestina.
«Se da una íntima relación entre el Bautismo de Cristo y nuestro Bautismo», aclaró el Papa.
«En el Jordán, se abrieron los cielos para indicar que el Salvador nos abrió el camino de la salvación y que podemos recorrerlo precisamente gracias al nuevo nacimiento “en el agua y en el Espíritu”, que se realiza en el Bautismo».
«En él, quedamos introducidos en el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, morimos y resucitamos con Él, nos revestimos de Él», concluyó.
Con la fiesta del Bautismo de Jesús se ha concluido el período litúrgico de la Navidad. Como es tradición, este lunes, el Papa pronunciará un esperado discurso en el encuentro con los embajadores de los países que mantienes relaciones diplomáticas con la Santa Sede.