Lucha contra la pobreza y por la democracia, retos de Latinoamérica; según Benedicto XVI

Menciona la situación de Colombia, Cuba y Haití al Cuerpo Diplomático

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 8 enero 2007 (ZENIT.org).- La lucha contra la pobreza y a favor de la democracia son los dos grandes retos que Benedicto XVI percibe en América Latina a inicios del año 2007.

Los expuso en la mañana de este lunes a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, recordando que en el próximo mes de mayo viajará a ese subcontinente, en particular a Brasil, para participar en la Quinta Conferencia General de Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

En su análisis de la coyuntura latinoamericana, el obispo de Roma comenzó reconociendo que
«la mejora de algunos índices económicos, el compromiso en la lucha contra el tráfico de drogas y contra la corrupción, los distintos procesos de integración, los esfuerzos para mejorar el acceso a la educación, para combatir el desempleo y para reducir desigualdades en la distribución de las rentas, son índices que se han de destacar con satisfacción».

«Si estos progresos se consolidan –consideró–, podrán contribuir de manera determinante a vencer la pobreza que aflige a vastos sectores de la población y aumentar la estabilidad institucional».

Haciendo referencia al hecho de que en once países de América Latina entre noviembre de 2005 y diciembre de 2006 han tenido lugar elecciones (Chile, Colombia, México, Brasil, Venezuela, Perú, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Bolivia y Ecuador), subrayó «que la democracia está llamada a tener en cuenta las aspiraciones del conjunto de los ciudadanos, a promover el desarrollo en el respeto de todos los miembros de la sociedad, según los principios de la solidaridad, de la subsidiariedad y de la justicia».

Al mismo tiempo, alertó ante «el riesgo de un ejercicio de la democracia que se transforme en dictadura del relativismo, proponiendo modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y la dignidad del hombre».

Entrado después en detalles, mencionó la situación de Colombia, Cuba y Haití.

Citó Colombia a causa de la preocupación que le suscita «el largo conflicto interno» que «ha provocado una crisis humanitaria, sobre todo por lo que se refiere a las personas desplazadas».

«Se deben hacer todos los esfuerzos necesarios para pacificar el país, para devolver las personas secuestradas a sus familias, para volver a dar seguridad y una vida normal a millones de personas», afirmó.

«Tales señales darían confianza a todos –aseguró–, incluso a los que han estado implicados en la lucha armada».

Su mirada se dirigió después a Cuba, «con el deseo de que cada uno de sus habitantes pueda realizar sus aspiraciones legítimas en favor del bien común.

En este contexto, retomó la exhortación que había lanzado Juan Pablo II al visitar la isla del Caribe el 21 enero de 1998: «Que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba».

«La apertura recíproca con los demás países redundará en beneficio de todos», aclaró Benedicto XVI

El repaso latinoamericano llevó al Papa a constatar que no lejos de Cuba, «el pueblo haitiano vive todavía en una gran pobreza y en la violencia».

Formuló sus votos «para que el interés de la comunidad internacional, manifestado entre otras iniciativas por las conferencias de donantes que tuvieron lugar en 2006, lleve a la consolidación de las instituciones y permita al pueblo convertirse en protagonista de su propio desarrollo, en un clima de reconciliación y concordia».

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ZENIT Staff

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