Obispos mexicanos y estadounidenses celebran en la frontera la Jornada del Migrante

MATAMOROS, lunes, 15 enero 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- Al celebrar la jornada del Día del Migrante, en esta población fronteriza del estado mexicano de Tamaulipas, ocho obispos de México y Estados Unidos se reunieron para estrechar lazos de defensa de los migrantes hispanos y presionar para que los gobiernos de ambos países defiendan sus derechos humanos.

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Los prelados de Texas, Tamaulipas y Coahuila, fueron muy claros al señalar que la construcción de un muro fronterizo –que se proponía por parte de la administración del presidente George W. Bush– «destruye las buenas relaciones de los pueblos e impide lograr el bien común de las familias».

En el Encuentro Nacional de Casas y Centros de Atención al Migrante celebrado en la orilla mexicana del río Bravo, que divide a ambas naciones, los representantes episcopales se pronunciaron por leyes más razonables y por una reforma migratoria integral, que al mismo tiempo que defienda la seguridad de Estados Unidos, permita la seguridad de los migrantes y de sus familias, así como la estabilidad laboral.

Frente a las amenazas de leyes que pudieran criminalizar tanto a los inmigrantes ilegales como a aquellas personas u organizaciones (principalmente la Iglesia católica) que les brindaran cobijo, los obispos de México y Estados Unidos advirtieron que esto, en lugar de resolver el problema, agranda aún más la crisis de derechos humanos que sufre la frontera con más cruces del mundo y una de las más dinámicas del planeta.

Durante la Misa presidida por el obispo de la Diócesis de Matamoros, monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, se bendijo la «Cruz del Migrante», que se colocó a pocos metros del río Bravo, y se arrojaron flores al lecho del río, en honor a los que han perdido la vida en el intento de conseguir un mejor ingreso familiar y oportunidades de desarrollo.

En promedio, cada año mueren entre 450 y 500 migrantes mexicanos en el intento por llegar a ocupar un trabajo en Estados Unidos. Sin embargo, las autoridades de algunos estados limítrofes con México, han decidido endurecer las medidas de seguridad para evitar el internamiento de connacionales en el territorio estadounidense.

Durante la homilía, el obispo de Brownsville (Texas), monseñor Alfonso Garza Treviño, destacó que la construcción de un muro, con el propósito de evitar la migración, no ayudará a la promoción de relaciones de amistad entre México y los Estados Unidos.

Tras destacar que existen grupos de personas que desinteresadamente ayudan a los migrantes en su camino, pidió a los católicos que den alimento a quien tiene hambre, agua a quien tiene sed y ropa al desnudo.

Los obispos de Estados Unidos que participaron en la celebración fueron James Tamayo, Alfonso Garza Treviño, Patrick Zurec y Michael P. Feifer, de Laredo, Brownsville, San Antonio y San Angelo, Texas, respectivamente

Los obispos mexicanos fueron el obispo de Saltillo, Raúl Vera López; el de Nuevo Laredo, Ricardo Watty; y el de Matamoros, Faustino Armendáriz Jiménez.

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ZENIT Staff

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