CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 24 enero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ratificó este miércoles que la búsqueda de la unidad plena de los cristianos constituye una de sus prioridades, como se deduce de un rápido repaso de su ministerio en 2006.
En la audiencia general concedida en el Aula Pablo VI, en la víspera de la clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, presentó un balance de sus encuentros ecuménicos del año pasado.
Siguiendo un orden cronológico, el Papa comenzó evocando la visita oficial de la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas, con quienes la Iglesia católica está viviendo un momento histórico para sus relaciones.
Según él mismo informó, «la comisión internacional católico-reformada presentó a la consideración de las respectivas autoridades un documento que concluye con un proceso de diálogo emprendido en 1970, que ha durado por tanto 36 años. Este documento lleva por título “La Iglesia como comunidad de testimonio común del Reino de Dios”».
El 25 de enero del año pasado, recordó, en Roma se lanzó la primera etapa de preparación de la tercera Asamblea Ecuménica Europea, que se celebrará en tierra ortodoxa, en Sibiu, en septiembre de este año 2007. Constituye uno de los acontecimientos ecuménicos más importantes para el futuro inmediato.
Con motivo de las audiencias de los miércoles, el Papa recibió a las delegaciones de la Alianza Bautista Mundial y de la Evangelical Lutheran Church de los Estados Unidos.
«Tuve la oportunidad, además, de encontrar a los jerarcas de la Iglesia ortodoxa de Georgia, a la que sigo con afecto, continuando ese lazo de amistad que unía a Su Santidad Ilia II con mi venerado predecesor, el siervo de Dios Papa Juan Pablo II», recordó.
El sucesor de Pedro recordó que la Santa Sede adhirió a la Cumbre de jefes religiosos, celebrada en Moscú en julio de 2006, por iniciativa del patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Alejo II.
«Después fue útil la visita del metropolita Kirill del patriarcado de Moscú, que manifestó la intención de llegar a una normalización más explícita de nuestras relaciones bilaterales», constató el Papa.
Pero los grandes encuentros tuvieron lugar en los últimos dos meses de 2006.
En noviembre, el Santo Padre recibió «la visita oficial del arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana», el doctor Rowan Williams. «En la capilla “Redemptoris Mater” del Palacio Apostólico compartí con él y con su séquito un significativo momento de oración», evocó.
Luego mencionó el «inolvidable viaje apostólico a Turquía» del 28 de noviembre al 1 de diciembre, y en particular el encuentro con el patriarca ecuménico de Constantinopla.
Durante la audiencia, el Papa aprovechó la oportunidad «para saludar una vez más a Su Santidad Bartolomé I y para darle las gracias por la carta que me escribió a mi regreso a Roma; le aseguro mi oración y mi compromiso de actuar para que se saquen las consecuencias de aquel abrazo de paz, que nos dimos durante la Divina Liturgia en la iglesia de San Jorge en el Fanar».
En diciembre, por último, Benedicto XVI recibió por primera vez al arzobispo de Atenas y de toda la Grecia, Su Beatitud Christodoulos, «con quien nos intercambiamos dones exigentes: los iconos de la “Panaghia”, la “Toda Santa”, y la de los santos Pedro y Pablo abrazados».
«¿No son acaso estos momentos de elevado valor espiritual, momentos de alegría, de gran alcance en esta lenta subida hacia la unidad, de la que he hablado?», se preguntó.
«Estos momentos iluminan el compromiso, con frecuencia silencioso, pero intenso, que nos une en la búsqueda de la unidad. Nos alientan a hacer todo esfuerzo posible para continuar por esta subida lenta, pero importante», concluyó.