Benedicto XVI crea en México la diócesis de Ensenada

Con territorio desmembrado de la Arquidiócesis de Tijuana y de la diócesis de Mexicali

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 26 enero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha erigido en México la diócesis de Ensenada, con territorio desmembrado de la Arquidiócesis de Tijuana y de la diócesis de Mexicali, haciéndola sufragánea de la Iglesia metropolitana de Tijuana.

El Santo Padre nombró al padre Sigifredo Noriega Barceló primer obispo de la nueva diócesis, según informó este viernes la Oficina de Información de la Santa Sede.

El obispo electo nació en Granados, Sonora en 1951, fue ordenado sacerdote en 1976 y hasta ayer vicario general de la diócesis de Ciudad Obregón.

Conformada únicamente por el Municipio de Ensenada. Es el municipio más grande del país, con una extensión de 52,646 kilómetros

La ciudad principal y la nueva sede de la diócesis es Ensenada, con una población de medio millón de habitantes. Cuenta con otras poblaciones menores como Valle de Guadalupe, Mandadero, San Vicente, Colonia Vicente Guerrero, San Quintín, El Rosario, entre otras, incluyendo varias islas.

La ciudad de Ensenada está a 120 kilómetros al sur de Tijuana y es un gran puerto marítimo.
Población: 658.899 aproximadamente
Católicos: 621,346
Sacerdotes: 43
Religiosos: 75
Parroquias: 22
3 congregaciones religiosas sacerdotales
10 congregaciones femeninas, 2 de ellas de vida contemplativa.

Un creyente empedernido
En declaraciones concedidas tras el nombramiento, monseñor Sigifredo Noriega Barceló reconoció que «me siento agraciado. Estos días he estado leyendo, meditando a san Pablo y para san Pablo todo es gracia, y yo me siento agraciado de parte de Dios y agradecido. Desde lo profundo de mi fe se que es un don para servir a su Iglesia y espero no defraudar la gracia que Dios me ha dado».

Al dirigirse a la gente de la nueva diócesis de Ensenada, el obispo electo «voy a servir al estilo de Jesús, esa es mi fe, ese es mi compromiso; servir. Todavía no sé todo lo que implica iniciar una diócesis, su organización. Hay ya una base, una estructura básica pero ahorita yo estoy pensando en mi espiritualidad pastoral, más que un plan. Y dentro de esta espiritualidad, servir y servir a toda la gente de mi nueva diócesis, entregarme totalmente para acompañarlos en el camino de la fe como Iglesia; construir el reino de Dios».

«Primeramente le pediría a mi gente, a mi nueva gente –me acabo de despedir ahorita de mi diócesis-, le pediría a mi nueva gente: vamos a caminar juntos, y vamos a caminar, esperando la gracia de Dios, bien. Vamos a construir».

«Soy un creyente, creo en Jesucristo, creo en la Iglesia, creo en el hombre –añade el futuro obispo–. Soy un creyente empedernido, así me describo. Me describo también como un hombre sencillo, un hombre transparente, un hombre directo. Espero ser amable con todos. Soy un hombre de pueblo».

«Espero con todo el favor de Dios servir de esa forma a mi pueblo, al pueblo de Dios», concluye.

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ZENIT Staff

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