BANGKOK, viernes, 26 enero 2007 (ZENIT.org).- Defensa de los derechos humanos en el contexto asiático, promoción del desarrollo, integridad del medio ambiente y compromiso por la paz: son los cuatro desafíos principales para la Iglesia en Asia, según el presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

Para afrontarlos a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, el cardenal Renato Martino inauguró el Congreso Continental que acoge Bangkok (Tailandia) del 25 al 27 de enero.

Promueve esta iniciativa el citado dicasterio vaticano (www.justpax.it ), la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC, www.fabc.org) y la Conferencia Episcopal Tailandesa.

Se trata del segundo congreso continental, esta vez en Asia, para presentar el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia», un volumen descrito por Benedicto XVI como «el instrumento de referencia más autorizado para inspirar cristianamente la realización de un orden social justo» (volumen íntegramente disponible, en varios idiomas, en el enlace http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/index_sp.htm ).

Y es que una cita análoga tuvo lugar en noviembre de 2005, en Ciudad de México, para los pueblos del contiene americano.

Abuso de la persona y del entorno

Los retos más apremiantes para los pueblos asiáticos hay que afrontarlos –señaló el cardenal Martino el jueves en Bangkok- a la luz de los principios fundamentales de la Doctrina Social cristiana, esto es, de la intangible dignidad de la persona humana, del bien común, de la subsidiariedad y de la solidaridad.

La reflexión del purpurado –explica un comunicado del dicasterio- se detuvo en los millones de asiáticos que sufren discriminación, explotación, pobreza y marginación.

En tal contexto advierte de que es inevitable e irrenunciable para los cristianos la defensa de los derechos humanos, salvaguardando la primacía del derecho a la vida, base de los demás derechos, y del derecho a la libertad religiosa, fundamento trascendente de los derechos humanos mismos.

Teniendo en cuenta que en el continente se sitúan algunas de la naciones más pobres de la tierra, la promoción del desarrollo se impone de manera especial -prosigue- a favor de los emigrantes, de las poblaciones indígenas y tribales, de la mujeres y los niños, dado que a menudo son víctimas de las peores formas de explotación.

Otra línea de acción que señaló el cardenal Martino es la promoción de una adecuada relación con la naturaleza, la cual, siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia, no hay que idolatrar, pero tampoco concebir como un terreno indiscriminado de ejercicio de la técnica.

Armamento y terrorismo

La promoción del derecho a la paz fue eje también de la intervención del cardenal Martino, pues en Asia se ejerce nueva violencia contra individuos y pueblos enteros, y la cultura de la muerte avanza en el injustificable recurso a la violencia para resolver las tensiones.

En particular, el purpurado denunció en el contexto asiático el fenómeno del terrorismo y el aumento en la producción y comercialización de las armas nucleares y convencionales.

«No puede existir tolerancia moral hacia doctrina militar alguna que apruebe el armamento nuclear», afirmó con vigor.

«Los enormes recursos financieros destinados anualmente a los armamentos hay que dirigirlos mucho más provechosamente a la educación y al desarrollo, y no a la guerra», alertó.