Tras rezar el Ángelus desde la ventana de su estudio, el Papa deseó la «curación» para estas personas y «en todo caso», exigió para ellos «tratamientos adecuados y condiciones dignas».
«Aliento a los agentes sanitarios y a los voluntarios que les asisten, así como a cuantos unen sus esfuerzos de diferentes maneras para superar algo que no es sólo una enfermedad, sino una plaga social», dijo a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pero del Vaticano.
Benedicto XVI recordó por último que «a favor de esta noble causa se han entregado, siguiendo las huellas de Cristo, muchos hombres y mujeres» y recordó, en particular, al escritor francés Raoul Follereau (1903-1977), creador de esta Jornada, y al beato belga Damián de Veuster (1840- 1889), «apóstol de los leprosos en Molokai».
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la lepra afecta aún a diez millones de personas en el mundo.