MANAGUA, martes, 30 enero 2007 (ZENIT.org).- El presidente de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, monseñor Bernardo Hombach, obispo de Juigalpa , ha hecho público, el pasado 24 de enero, un documento en el que explica que el lucro exagerado con los medicamentos contra el sida es inmoral.
«La pandemia del VIH/Sida es una de las crisis más graves de salud, social, económica, de seguridad y de desarrollo humano con las que el planeta se enfrenta. Mata a millones de adultos en su mayor plenitud», comienza constatando el documento.
«Quiebra y empobrece a las familias, debilita la fuerza laboral, convierte a millones de niños en huérfanos y pone en riesgo el tejido social y económico de las comunidades y la estabilidad política de las naciones».
En el año 2005, más de 5.5 millones de personas fueron infectadas por VIH/Sida y tres millones murieron, recuerda el documento, afirmando que «también en Nicaragua esta amenaza tiene un crecimiento silencioso».
«Nos encontramos con el problema de la estigmatización, que condena a estas personas a una muerte social, antes que la enfermad haya provocado la muerte física. Muchos infectados viven con el miedo de ser expulsados de sus familias y marginados en la sociedad», afirma monseñor Hombach.
Por ello pide a los familiares y amigos de estas personas que «no los rechacen de sus hogares, haciéndoles su cruz más pesada. Acompáñenlos con comprensión y amor. En estos momentos los necesitan más que nunca».
A los «hermanos y hermanas infectados» les invita «a poner toda la confianza en el Dios de la Vida y que recen con el salmista: “Dios mío, refugio mío y fortaleza mía, en Ti confío”» y a que «ofrezcan sus dolores y angustias al Señor y dueño de todo viviente». Les pide también como «exigencia absoluta del amor por parte de ustedes, llevar una vida disciplinada para no infectar a otros».
El documento afirma que la Iglesia «muestra su preocupación y compasión con hechos concretos, cuya exigencia nos urge a un mayor compromiso cada día. A nivel mundial, el 27% de las casas de atención están en manos de la Iglesia y a nivel centroamericano es el 75%. Agradecemos a las religiosas y todos aquéllos, que se atiendan con abnegación a estos enfermos».
Recuerda también que, para responder mejor a esta problemática, Caritas de Nicaragua formó en marzo 2006 una comisión integrada por miembros de diferentes partes del país.
«La necesidad imperiosa de tratamiento para estos enfermos puede satisfacerse con los avances de la ciencia médica –indica el documento–. Desafortunadamente, el costo del tratamiento médico es elevado y a menudo está más allá del alcance no sólo de los pobres sino también de la clase media. Este problema económico se agrava por cuestiones legales, tales como interpretaciones contenciosas del derecho a la propiedad intelectual».
«Como Iglesia –indica el presidente de Pastoral Social– nos unimos al clamor de las demás organizaciones y pedimos el acceso universal a los medicamentos necesarios para esta enfermedad. Esta exigencia se debe transformar en una política pública para todos los países. La absolutización del derecho a la propiedad intelectual, que impide el acceso a los medicamentos necesarios a millones de infectados, es inmoral, así como el lucro exagerado de los laboratorios farmacéuticos internacionales».
Para la prevención eficaz de esta epidemia, indica el documento «es importante enfatizar el valor de la fidelidad en el matrimonio y del compromiso conyugal como factores fundamentales en la contención de la pandemia del sida».
Recuerda la importancia de la educación en valores «para proteger a nuestra juventud» y afirma que «como Iglesia tenemos que anunciar, en contra de una fuerte presión pública, que la verdadera felicidad no consiste en el libertinaje y hedonismo, sino en una vida, llevada según la voluntad de Dios, donde la abstinencia y el sacrificio son signos de libertad interior que conducen a la verdadera felicidad. Ser libres exige liberarnos de toda esclavitud que nos atrapa».
Según monseñor Hombach, «la información sobre el condón es una respuesta simplista a lo que requiere la juventud. No convierte la inmadurez en madurez. La formación, no solamente la información, es lo que se necesita. Más que hablar sobre el condón, será mucho más efectivo preparar y equipar a los padres y educadores con los apropiados conocimientos para educar a sus hijos y alumnos sobre el valor de la sexualidad, relación profunda humana, diálogo de personas y no sólo de cuerpos aunque también se exprese en la corporeidad. Se ha banalizado la exigencia del amor y de la ternura, reduciéndolo a la pura genitalidad, a lo puramente biológico».
El documento concluye haciendo un llamamiento a la conversión y a estar como María, Madre de la Iglesia, «al lado de quienes sufren con la solicitud y la generosidad que son peculiares de una madre».