CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- «Es preciso proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones», advierte Benedicto XVI.

Escucharon estas palabras los participantes –unos cuarenta, entre consejeros y miembros, junto a su presidente- de la recién celebrada asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, a quienes recibió el Papa el sábado.

«Pensando en los desafíos que se plantean a la Evangelización» -apuntó el Santo Padre-, se escogió como tema de reflexión de este encuentro «La familia y la educación cristiana en América Latina».

Un enlace inmediato trazó el Papa con la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe –en la que también tendrán voz y voto obispos de los Estados Unidos, Canadá, España y Portugal-, que ha convocado e inaugurará personalmente en la ciudad Brasileña de Aparecida el 13 de mayo.

Y es que esta Conferencia «está llamada a dar un renovado impulso a la Evangelización en esa vasta región del mundo eminentemente católica», subrayó Benedicto XVI.

«Es preciso proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación -exhortó-, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones».

Los desafíos actuales de América Latina «son enormes», como enumeró el Papa: cambio cultural generado por los medios de comunicación, flujos migratorios y sus repercusiones familiares y religiosas, interrogantes sobre cómo deben asumir los pueblos sus memoria histórica y su futuro democrático, secularización, globalización, pobreza, violencia y narcotráfico, entre otros.

«Ante todo ello, se ve la necesidad urgente de una nueva Evangelización, que nos impulse a profundizar en los valores de nuestra fe, para que sean savia y configuren la identidad de esos amados pueblos que un día recibieron la luz del Evangelio», exhortó el Santo Padre.

De ahí la oportunidad -reconoce- del lema de la V Conferencia: «Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida».

Esa próxima gran cita «ha de fomentar que todo cristiano se convierta en un verdadero discípulo de Jesucristo» -apuntó-, enviado por Él como apóstol de una nueva evangelización.

No dudó en alertar de la «vital labor» de obispos, sacerdotes y agentes de pastoral «cuando en la vida de las comunidades se produce un sentimiento como de orfandad respecto a Dios Padre».

Pues «cuando la fe no se alimenta de la oración y meditación de la Palabra divina; cuando la vida sacramental languidece, entonces prosperan las sectas y los nuevos grupos pseudoreligiosos, provocando el alejamiento de la Iglesia por parte de muchos católicos», recalcó.

Mientras que «sólo viviendo intensamente su amor a Jesucristo y entregándose generosamente al servicio de la caridad, sus discípulos serán testigos elocuentes y creíbles del inmenso amor de Dios por cada ser humano», indicó.

Por eso, «para el futuro de la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe es importante que los cristianos profundicen y asuman el estilo de vida propio de los discípulos de Jesús –alertó Benedicto XVI-: sencillo y alegre, con una fe sólida arraigada en lo más íntimo de su corazón y alimentada por la oración y los sacramentos».

La clave de la familia

Es «en la familia, en la comunidad parroquial y diocesana» donde el verdadero discípulo crece y madura –recordó el Papa- y se convierte en misionero «cuando anuncia la persona de Cristo y su Evangelio en todos los ambientes».

En efecto, «en el hogar se custodia el patrimonio de la fe -confirmó-; en él los hijos reciben el don de la vida, se sienten amados tal como son y aprenden los valores que les ayudarán a vivir como hijos de Dios».

Igualmente, «la familia, acogiendo el don de la vida, se convierte en el ambiente propicio para responder al don de la vocación, especialmente ahora en que se siente tanto la necesidad de que el Señor envíe trabajadores a su mies», reconoció Benedicto XVI ante la Pontificia Comisión para América Latina.

Ésta tiene por objetivo «aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina», según estableció Juan Pablo II en la constitución apostólica «Pastor Bonus».

La Comisión depende de la Congregación vaticana para los Obispos, motivo por el cual su presidente es el prefecto de ese organismo vaticano, en estos momentos el cardenal Giovanni Battista Re.