CIUDAD DEL VATICANO, martes, 13 febrero 2007 (ZENIT.org).- El padre Oreste Benzi, sacerdote mundialmente conocido por su compromiso de redención de prostitutas y personas encadenadas a la droga, considera que el mayor drama consiste en no descubrir el amor de Dios.
Así lo explicó este martes al presentar a la prensa internacional en el Vaticano el mensaje que Benedicto XVI ha escrito con motivo de esta cuaresma y que lleva por título «Mirarán al que traspasaron» (Juan 19,37).
«Al replegarse sobre sí mismo, el hombre se aleja de esa fuente de la vida que es el mismo Dios», consideró el sacerdote fundador de la Asociación «Papa Juan XXIII», que cuenta hoy con más de doscientos centros en todo el mundo.
El arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», quien introdujo a los periodistas al sacerdote italiano, explicó que en estos centros «quienes viven la experiencia del abuso, como prostitutas, antiguos drogadictos y alcohólicos, personas con discapacidades físicas o mentales, pueden vivir con la acogida de familias “normales”».
Al ilustrar el mensaje del Papa, el padre Benzi deseó que esta «Cuaresma sea para todo cristiano una nueva experiencia del amor de Dios, entregado en Cristo, amor que cada día nosotros tenemos que volver a dar al prójimo, sobre todo al que más sufre y está más necesitado».
«Cristo está dando grandes citas a todos los cristianos y sobre todo a las comunidades y movimientos reconocidos por la Iglesia. ¿Cuáles?», se preguntó.
Y respondió: «La lucha para defender a la mujer para que no aborte, la lucha por el reconocimiento de la auténtica familia, la lucha para vencer la droga».
Mencionó, después, «el compromiso para acoger verdaderamente a los inmigrantes a partir de los hermanos en la fe, el compromiso para acoger a los gitanos a partir de los hermanos en la fe, el compromiso para acoger a los encarcelados y para superar las cárceles».
«La lucha por la liberación de la esclavitud de la prostitución», recalcó.
En definitiva, concluyó, el mensaje del Papa es un llamamiento a «no ser empleados de la caridad, sino enamorados de Cristo».