ROMA, lunes, 19 marzo 2007 (ZENIT.org).- El camino hacia la libertad religiosa sigue revelándose especialmente accidentado, no sólo en los países comunistas o ex comunistas, sino también en Europa occidental.
Es lo que puso de relieve la conferencia «The Religious Dimension of Human Freedom» (La dimensión religiosa de la libertad humana), organizada por el Instituto Acton, el 14 de marzo, en la Universidad Pontificia Santa Cruz de Roma.
Desde 2005, el Instituto Acton celebra el XV aniversario de la «Centesimus Annus», la encíclica social marcadamente innovadora de Juan Pablo II, con un seminario de nueve lecciones dadas por autorizados expertos en diversas disciplinas.
En el discurso de introducción al congreso, el padre Robert Sirico, presidente del Instituto Acton, subrayó que «el error fundamental del secularismo actual es la incapacidad para comprender la verdadera esencia de la naturaleza humana».
«El Papa Juan Pablo II, en la “Centesimus Annus”, había ya subrayado la importancia de la libertad religiosa como fuente de todas las demás libertades», recordó
«Benedicto XVI, por su parte, quiso distinguir entre dos formas de secularismo: el que, justamente, distingue la esfera religiosa del poder de la civil, y el secularismo deteriorado que querría prohibir todo símbolo religioso, negando de hecho la libertad religiosa», añadió.
Partiendo de los documentos pontificios, el cardenal Julian Herranz subrayó que «La “Centesimus Annus” se remonta, como se sabe, a la encíclica ‘Rerum Novarum’ de 1891, en la que el Papa León XIII había ya recordado el deber moral de los estados nacionales de garantizar la libertad religiosa. Es evidente, sin embargo, que tal libertad ha sido negada en muchas circunstancias en el curso de la historia».
«Es un tema que vuelve a ser de urgente actualidad, tras la extensión del fundamentalismo religioso, en modo especial del terrorismo islámico, pero también del fundamentalismo laicista típicamente europeo», dijo.
El cardenal Herranz puso en evidencia que «la libertad de religión está en peligro no sólo en China o en los países donde está vigente la ley islámica, sino también en Europa, donde, en muchos países, el concepto de laicidad del estado ha sido equivocado y la libertad religiosa ha sido interpretada como una concesión, en lugar de como un derecho a tutelar y promover».