Antes de despedirse de los 20.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro con motivo de la audiencia general, el Papa dirigió un saludo particular a la Iglesia en Sicilia, cuyos obispos se encuentran estos días en Roma cumpliendo con su quinquenal visita «ad limina apostolorum».
«Que ningún miedo sorprenda nunca ni altere vuestros corazones», les aconsejó.
«Quien sigue a Cristo no tiene miedo de las dificultades –subrayó–; quien confía en Él avanza con seguridad».
«Sed constructores de paz en la legalidad y en el amor, ofreciendo luz a los hombres de nuestro tiempo, quienes a pesar de que están sumergidos en los afanes de la vida cotidiana, experimentan el llamamiento de las realidades eternas», concluyó.