CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 marzo 2007 (ZENIT.org).- En medio de las dificultades laborales que experimenta la juventud en tiempos de globalización, Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a recuperar la «dimensión humana del trabajo».
La propuesta del Santo Padre forma parte del mensaje que ha enviado a los participantes en el IX Foro internacional de jóvenes, organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos sobre el tema «Testigos de Cristo en el mundo del trabajo», en Rocca di Papa (localidad cercana a Roma).
En el encuentro, que culminará con la Jornada Mundial de la Juventud, que este año se celebra a nivel diocesano el 1 de abril, Domingo de Ramos, participan unos 300 jóvenes de entre 20 y 35 años, comprometidos en la Iglesia y en el mundo del trabajo, procedentes de un centenar de países y de diferentes experiencias laborales y eclesiales.
«El proceso de globalización que tiene lugar en el mundo implica una exigencia de movilidad que obliga a numerosos jóvenes a emigrar y a vivir lejos del país de origen y de la propia familia», constata el Papa en su misiva.
«Y esto genera en muchos un inquietante sentido de inseguridad, con indudables repercusiones en la capacidad no sólo de imaginar y adoptar un proyecto para el futuro, sino incluso de comprometerse concretamente en el matrimonio y en la formación de una familia», aclara.
«En un contexto de liberalismo económico condicionado por las presiones del mercado, por la competencia y la competitividad», el Papa subrayó «la necesidad de valorar la dimensión humana del trabajo y de garantizar la dignidad de la persona».
«La referencia última de toda actividad humana sólo puede ser el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios», indicó.
«El trabajo forma parte del proyecto de Dios para el hombre» e implica «participar en su obra creadora y redentora».
«Por tanto, toda actividad humana debería ser motivo y lugar de crecimiento de los individuos y de la sociedad, desarrollo de los “talentos” personales que hay que valorar, y servicio ordenado al bien común, con espíritu de justicia y solidaridad».
«Además, para los creyentes, la finalidad última del trabajo es la edificación del Reino de Dios», añadió.
Para afrontar estos «problemas complejos» el Papa propone tomar como punto de referencia la doctrina social, tal y como la presentan el Catecismo de la Iglesia Católica y sobre todo el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
«Hoy más que nunca es necesario y urgente proclamar “el Evangelio del trabajo”, vivir como cristianos en el mundo del trabajo y convertirse en apóstoles entre los trabajadores», asegura el Papa.
«Pero para cumplir con esta misión es necesario permanecer unidos a Cristo con la oración y con una intensa vida sacramental, valorando con este objetivo de manea especial el domingo, que es el día dedicado al Señor».
Con este espíritu, Benedicto XVI alienta «a los jóvenes a no desalentarse ante las dificultades».