CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Entre el Jueves Santo y el Domingo de Pascua no sólo se recuerda, sino que se revive la pasión, muerte, y resurrección de Jesús, asegura Benedicto XVI.
El Papa dedicó la audiencia general de este Miércoles Santo, celebrada en la plaza de San Pedro con la presencia de más de 20.000 peregrinos, a meditar sobre el Triduo Sagrado, momento culminante del calendario cristiano que en este año coincide en las mismas fechas para ortodoxos y católicos.
«El misterio pascual, que el Triduo Santo nos permitirá revivir, no es sólo un recuerdo de una realidad pasada, es una realidad actual», afirmó al concluir su reflexión.
En ella, hizo revivir a los peregrinos, entre los que había numerosos jóvenes, los momentos más dramáticos de las últimas horas de Jesús.
Con palabras gráficas, presentó el momento en el que Judas abandonó a Jesús y a sus discípulos en el Cenáculo, durante la Última Cena, en el Jueves Santo.
La oscuridad penetró en el corazón del traidor, recordó, «es una noche interior, el desaliento se apodera del espíritu de los demás discípulos –también ellos penetran en la noche–, mientras las tinieblas del abandono y del odio se adensan alrededor del Hijo del Hombre que se prepara para consumar su sacrificio en la cruz».
«Conmemoraremos el enfrentamiento supremo entre la Luz y las Tinieblas, entre la Vida y la Muerte», explicó.
«También nosotros tenemos que situarnos en este contexto, conscientes de nuestra “noche”, de nuestras culpas y responsabilidades, si queremos revivir con provecho espiritual el Misterio pascual, si queremos llegar a la luz del corazón, mediante este Misterio, que constituye el fulcro central de nuestra fe», reconoció.
«También hoy Cristo vence con su amor el pecado y la muerte –recalcó–. El Mal, en todas sus formas, no tiene la última palabra».
«¡El triunfo final es de Cristo, de la verdad y del amor!», insistió.
«En esta certeza se basa y se edifica nuestra existencia cristiana», aclaró, invitando a los creyentes a vivir con fervor «el Triduo Pascual para experimentar la alegría de la Pascua junto a todos vuestros seres queridos».
«Experimentaremos así que la Iglesia está siempre viva, siempre se rejuvenece, siempre es bella y santa, porque su fundamento es Cristo que, tras haber resucitado, ya no muere nunca más», indicó.