QUITO, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Con el dramático título «No destruyamos el país», la Conferencia Episcopal de Ecuador hizo el pasado 1 de abril un llamamiento a la reflexión y reconciliación ante la grave crisis política que atraviesa la sociedad ecuatoriana.
Los obispos ecuatorianos inician su comunicado afirmando: «La campaña electoral que culminó con la elección de nuestro actual Presidente se caracterizó por la insistencia en pedir un cambio de la estructura del Estado para acabar con la corrupción y los defectos del pasado, planteando como primer paso una consulta popular con miras a la convocatoria de una Asamblea Constituyente que diera al País una nueva Constitución».
Esta aspiración del pueblo ecuatoriano, añaden los obispos, «asumida con fervor por el Presidente de la República, encontró la oposición de algunos sectores políticos que han tratado de impedir o postergar su realización generando una confrontación entre los Poderes del Estado».
Para los obispos, «esta confrontación caracterizada por un lenguaje violento, el atropello a la ley, la interpretación de la Constitución de acuerdo a la conveniencia de los partidos y la manipulación de personas e Instituciones está llevando al país a su descomposición».
En estos momentos, añaden, «no sabemos a quien respetar y respaldar. Los pronunciamientos de los máximos dirigentes del Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Tribunal Supremo Electoral lejos de aclarar la situación generan confusión y propician la pugna de poderes con prepotencia, avasallamiento y amenazas contra quienes difieren en criterios».
La Conferencia Episcopal advierte que «no se puede ver un adversario en todo el que piensa diferente o discrepa en puntos de vista, tampoco se puede calificar de oposición a todo planteamiento distinto aunque sea contrastante. Se han de acoger como aportes para la reflexión y la discusión a fin encontrar la verdad, el consenso y la unidad, aspectos fundamentales de la democracia».
El comunicado añade que la Conferencia Episcopal, «empeñada siempre en la búsqueda del bienestar de todos los ecuatorianos y atenta a la estabilidad política de la Nación, mira con angustia la situación que estamos viviendo, el comportamiento de los máximos representantes del País y el atropello de la Constitución y de la Ley, y hace un nuevo llamado a la ponderación y la ecuanimidad».
«Los ecuatorianos –señalan los obispos- no queremos vencedores ni vencidos sino hermanos luchando juntos por un porvenir mejor, por una Patria nueva pero enmarcada en el derecho y el respeto mutuo. Basta ya de atropellos, de insultos, de acusaciones, de retaliaciones. La autoridad no se impone, es humilde y generoso servicio a los demás. La obediencia no se consigue con la fuerza sino con el diálogo. El respeto y el prestigio no alcanza un Gobierno con la violencia que divide sino con la paz que une a todos».
Con ocasión de la Semana Santa, tiempo privilegiado para la oración, la reflexión y la reconciliación, los obispos piden a Dios «que abra la mente y el corazón de gobernantes y gobernados y propicie el acercamiento, la unión y la fraternidad de todos los ecuatorianos para construir de veras una Patria nueva, un Ecuador grande y un Pueblo digno y respetable».
Firman el comunicado, los obispos Néstor Herrera Heredia, de Machala, presidente de la CEE; José Mario Ruiz Navas, de Portoviejo; Luis Antonio Sánchez, de Tulcán; Vicente Cisneros Durán, de Cuenca; Raúl Vela Chiriboga, de Quito; Antonio Arregui Yarza, de Guayaquil.
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Apr 05, 2007 00:00