Con una conferencia que llevaba por título «Benedicto XVI y las raíces cristianas de Europa», el arzobispo de Madrid abrió este lunes un ciclo de conferencias en la embajada de España ante la Santa Sede, con la que el embajador Francisco Vázquez quiere homenajear al Papa con motivo de su cumpleaños y de su segundo aniversario de pontificado.
Tras hacer un repaso de las principales intervenciones de Joseph Ratzinger como teólogo, como arzobispo de Munich y Freising y como cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el purpurado ilustró las cuatro propuestas que ha lanzado este Papa al viejo continente, que «parece haber emprendido un camino que podría llevarle al fin de su historia».
En primer lugar, explicó el cardenal Rouco, el Papa reivindica «el respeto incondicional de la dignidad del hombre», pues «una comunidad que se construye sin respetar la auténtica dignidad del ser humano, olvidando que cada persona está creada a imagen de Dios, acaba por no traer nada bueno».
En segundo lugar, pidió el «respeto del matrimonio monogámico entre hombre y mujer, célula fundamental de la sociedad».
En tercer lugar, el Papa reivindica el respeto de lo sagrado de Dios, y de lo que para los demás es más sagrado.
En cuarto lugar, aboga por un diálogo entre cristianos y los laicos, el «pensamiento laico que no se cierra a la trascendencia y que no elimina la apertura a la trascendencia de los fundamentos del Estado y de los contenidos del Derecho Constitucional».
Ante la tradicional propuesta surgida en la Ilustración de basar el Derecho en una concepción del mundo «como si Dios no existiese», Benedicto XVI ha lanzado otra propuesta: ¿por qué no concebir el mundo y las leyes «como si Dios existiese»?
«La Iglesia responderá a estas responsabilidades si cultiva minorías apostólicamente activas, que den testimonio con su compromiso social y político de la belleza cristiana», afirmó el cardenal Rouco al recoger la propuesta de Benedicto XVI para Europa.