La mujer es el motor del desarrollo en África

Entrevista a Lina Corbi, coordinadora del proyecto Harambee

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ROMA, viernes, 20 abril 2007 (ZENIT.org).- No es paternalismo la ayuda a África. Lo afirma Lina Corbi, coordinadora de Harambee, un proyecto de comunicación, solidaridad y desarrollo en África, presente en 14 países del continente.

Corbi recuerda que la mujer en África no sólo tiene «deberes» sino debe tener también «derechos».

–Hablamos siempre de «proyectos» para África. ¿No es algo paternalista esta visión?

–Corbi: Harambee desea ayudar a los africanos apoyándolos en sus iniciativas, en el pleno respeto de su cultura, exaltando las calidades humanas de la misma y valorando los recursos naturales de este bellísimo continente. En esta perspectiva, no hay espacio para actitudes paternalistas.

–¿Cuál su visión del papel efectivo de la mujer en la promoción social, humana y cultural de este continente?

–Corbi: La mujer es fundamental en la cultura africana. Ella es la que trabaja, la que se ocupa de los hijos y la que contribuye activamente a las necesidades de la comunidad.

Nuestros proyectos se dirigen preferentemente a ella, que en el papel de madre garantiza el futuro de África. Pero como en África la mujer vive de sus «deberes», pesados, pesadísimos, pero que son la base de un orden social que antes o después tendrá que confrontarse con un mundo diverso.

Me gustaría que entonces la mujer no estuviera sin preparar y que junto a los «deberes» tuviera también claros sus derechos: derecho a la salud; derecho a decidir su propio futuro; derecho a soñar para sus hijos un futuro mejor: derecho a la educación; derecho a ser mujer sin por ello renunciar a su propia identidad, feminidad y dignidad.

–¿Usted se siente «misionera» o mujer de negocios, en el papel de coordinadora internacional de un proyecto para África como Harambee?

–Corbi: No soy misionera y no soy una mujer de negocios por lo que no me siento ni una cosa ni otra, sino una persona que ama a África y que trata de ayudar en lo que puede.

Las necesidades son seguramente superiores a nuestras fuerzas, pero lo que tratamos de hacer con Harambee es crear muchas iniciativas que representen sólo el inicio de un proceso de desarrollo mucho más amplio, un efecto en cadena que encuentra un terreno fértil en la realidad africana.

Personalmente, me siento afortunada de poder trabajar profesionalmente por un continente del cual recibo mucho en humanidad.

–Los africanos se lamentan de la indiferencia de Occidente, como si nos acordáramos de África sólo cuando suceden desgracias. ¿Está de acuerdo con esta visión?

–Corbi: Lo que mueve a Occidente efectivamente se estimula por los sentimientos o las propias necesidades materiales. No podemos ignorar la riqueza natural de África, empezando por el petróleo.

Junto a ello, sin embargo hay que recordar a tantas personas y organizaciones humanitarias que, movidas por sentimientos de justicia social, ponen al hombre africano en el centro de su interés y actividad. Realizan así un amplio trabajo silencioso, constante, eficaz, que actúa, a pesar de las dificultades, la mayoría de las veces de modo escondido, sin reconocimientos oficiales y por esto no son noticia.

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ZENIT Staff

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