Los costes sociales del descuido de la familia

Críticas a las políticas discriminatorias de los gobiernos

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ROMA, domingo, 22 abril 2007 (ZENIT.org).- El matrimonio y la familia en Gran Bretaña han caído de forma dramática en los últimos tiempos y una de las causas es la política del gobierno.

Esta es la tesis de Patricia Morgan, en un estudio de política titulado: «The War between the State and the Family: How Government Divides and Impoverishes» (La Guerra entre el Estados y la Familia: Cómo el Gobierno Divide y Empobrece). El estudio ha sido publicado por el Institute of Economic Affairs de Londres.

El número de matrimonios ha descendido de modo notable, mientras que la edad en que las parejas se casan ha subido y la proporción de nacimientos fuera del matrimonio ha aumentado en de un 8% en 1970 al 42%. Es verdad, admite Morgan, que cerca de una de cada cuatro mujeres con un hijo nacido fuera del matrimonio se casará en los ocho años siguientes. Pero un cuarto o más de los niños actualmente sólo tienen a un progenitor, que llevan adelante y crían a su descendencia en una o varias cohabitaciones.

Además, las cohabitaciones en las que nacen niños es más probable que no acaben en matrimonio, y en cambio sí que se disuelvan, si se compara con los matrimonios y las cohabitaciones sin hijos.

Además, Morgan sostiene que hay una tendencia en aumento en la proporción de relaciones de cohabitación que se disuelven en vez de acabar en matrimonio. Y, tras la ruptura, se tardan cerca de dos años en formar otra relación, que suele ser otra cohabitación.

Este declive del matrimonio es una tendencia preocupante, explica el estudio, dado el importante papel social de la vida familiar. No sólo porque el matrimonio lleva a cabo tareas sociales que no son fáciles de reemplazar por otras instituciones, sino también por los importantes lazos entre padres e hijos. Morgan apunta la importancia del matrimonio para los hombres, en términos de conectarlos con la comunidad y animar su responsabilidad personal.

Las familias monoparentales y el divorcio tienen también graves efectos negativos en los niños como se ha verificado por numerosos estudios, precisa Morgan. Los problemas incluyen resultados educativos peores, perspectivas laborales más bajas y peor salud.

A los adultos les va mejor estando casados. «A la gente casada le va mejor en términos de longevidad, salud mental y física, y sufre de niveles más bajos de violencia y adicciones», sostiene el estudio.

Costes sociales
La ruptura de la vida familiar ha llevado a un gran aumento en el gasto social del gobierno. Los gastos relacionados con el apoyo a los hijos han subido de 10.000 millones de libras (19.600 millones de dólares) al año en 1975 hasta los 22.000 millones (43.200 millones de dólares) en el 2003 (en precios del 2003). No menos de dos tercios de este aumento se debe al fuerte incremento de las familias monoparentales, según Morgan.

El problema con esto es que una suma desproporcionada ha ido a los hogares monoparentales. Las familias con los dos progenitores se han visto, de hecho, desalentadas económicamente por la combinación de pagos sociales y el sistema de impuestos. Así, el gobierno promueve una situación que favorece el aumento de las familias monoparentales, con los consiguientes efectos sociales negativos.

«Los activistas anti familia han intentado minar cualquier necesidad y apoyo económico, social y legal al matrimonio al lograr que cualquier privilegio concedido a las parejas casadas, incluyendo exenciones de impuestos, retiros, y reconocimiento se extienda a diversos tipos de hogares y relaciones», explica Morgan.

En muchos casos, las parejas con dos hijos estarían mejor económicamente si se separaran y la madre solicitara los beneficios sociales. Por ejemplo, si un padre está trabajando a tiempo completo por el salario mínimo, o con ingresos medios, a la pareja le irá peor viviendo juntos que si se separaran – por una suma de 260 libras (510 dólares) a la semana. Sólo cuando los ingresos conjuntos alcanzan las 50.000 libras (98.125 dólares) al año no hay pérdidas por seguir siendo una pareja.

Así una combinación de pagos en efectivo y un aumento notable en los beneficios sociales fuera del estado matrimonial son suficientes para hacer que se esfumen las razones económicas a la hora de formar un hogar conyugal.

Aunque el aumento de los hijos ilegítimos y la recesión en el matrimonio puede que no se deban simplemente a la economía, sería imprudente no hacer caso al factor económico que forma parte del ambiente en el que la gente toma decisiones sobre sus relaciones y sobre sus hijos. De hecho, muchas personas, admite Morgan, tendrán otras razones que podrían eliminar los factores económicos a la hora de decidir si se caso. «Pero sería absurdo no asumir que la gente cambia su comportamiento en respuesta a los costes y ventajas de diversas decisiones», observa.

El sistema de bienestar anima a las familias monoparentales especialmente cuando el potencial de ingresos del padre es relativamente débil. Hace esto de tres formas, explica Morgan. La primera, la balanza del sistema de impuestos y beneficios discrimina a las parejas, especialmente a las que tienen un solo progenitor que aporta ingresos. La segunda, puede animar a las madres solteras a tener hijos para obtener beneficios sociales y así mejorar su situación económica. La tercera, el sistema de beneficios puede traer condiciones al mercado laboral que conduzcan precisamente a que las parejas no tomen la decisión de casarse.

Impuestos en Irlanda
La política del gobierno con respecto a la familia en Irlanda también ha recibido críticas en un informe recién publicado por el Iona Institute de Dublín. En un estudio titulado «Tax Individualization: Time for a Critital Rethink» (La individualización de los impuestos: tiempo para un replanteamiento crítico), John Paul Byrne considera cómo los cambios en el sistema de impuestos hechos en 1999 han favorecido a las familias con ambos progenitores trabajando.

Por ejemplo, una pareja casada con hijos con sólo uno de los progenitores con ingresos puede pagar más de 6.240 libras (8.322 dólares) en impuestos cada año que una pareja con los dos trabajando e ingresos similares. La política adoptada está pensada par un régimen donde los impuestos son individuales, por lo que se ignora la interdependencia de los miembros de la familia.

Hay disponible un crédito para las familias en las que uno de los padres permanece en casa para cuidar a los hijos, pero poco hace por compensar el castigo impositivo, y este crédito no ha tenido en cuenta la inflación. «El actual sistema de impuestos impone un castigo impositivo eficaz a las parejas casadas con sólo un miembro con ingresos», concluye el estudio.

Entre otros motivos tras los cambios en el sistema de impuestos, Byrne sostiene que el gobierno busca empujar a las mujeres a la fuerza laboral para conseguir los objetivos fijados por la Unión Europea. «Si esto está en armonía con los deseos de las parejas», comenta, «es otra cuestión».

La familia en España
España es otro país donde ha recibido críticas la carencia de apoyo del gobierno a la familia. En enero el Instituto de Política Familiar publicaba un informe sobre la evolución de la familia en España.

El instituto citaba una serie de estadísticas que demostraban que España está a la cola en la lista de países de la Unión Europea en términos de ayuda económica del gobierno a las familias. Frente a una media del 2,1% del producto interior bruto dedicado a la familia en la Unión Europea, España dedica sólo el 0,5%. Italia es otro país con el gasto menor, que alcanza el 1% el PIB. Quizá no sea una coincidencia que tanto en Italia como en España las familias tengan muy pocos hijos.

Por ejemplo, una familia con dos hijos recibe 308 euros (411 dólares) al mes en ayudas económicas en Alemania, pero só
lo 49 euros (65 dólares) en España. El informe también acusaba al gobierno español de políticas impositivas discriminatorias que penalizan a las familias con hijos.

Benedicto XVI expresaba recientemente su preocupación por el estado de la familia en Europa. Así se lo expresó en su discurso del 24 de marzo a los participantes en un congreso organizado con ocasión del 50 aniversario de la firma de los tratados de Roma.

Desde el punto de vista demográfico, comentaba el Papa, Europa parece haber emprendido un camino que la podría llevar a despedirse de la historia. Es cierto que las políticas de los gobiernos son sólo un factor entre otros que influye en la vida familiar en Europa, pero en algunos países hay pocas ayudas para lo que es uno de los pilares de la sociedad.

Por el padre John Flynn

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ZENIT Staff

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