Obispos de Bolivia: Cristo resucitado, esperanza nuestra

Mensaje al clausurar la Asamblea Plenaria

Share this Entry

COCHABAMBA, martes, 24 abril 2007 (ZENIT.org).- Este martes, en conferencia de prensa, con la lectura del Mensaje al Pueblo de Dios se clausuró la 84 Asamblea Plenaria de los Obispos bolivianos.

El Mensaje que lleva por título «Cristo resucitado, esperanza nuestra» y como subtítulo la cita bíblica «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia» (Mt 28,20). Toca aspectos importante de la vida eclesial y social del país como: el significado del tiempo pascual, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, los principios que deben sustentar la vida social y la nueva constitución política del Estado y una exhortación final.

Cristo resucitado, esperanza nuestra

«Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia» (Mt. 28,20)

Los Obispos de la Iglesia Católica de Bolivia nos hemos reunido en el tiempo de la Pascua del Señor del año 2007, después de haber vivido, con todo el Pueblo de Dios en la Semana Santa, días muy intensos de fe y haber experimentado fuertemente el sentido cristiano de nuestra vida. La gran participación en estas celebraciones nos muestra que el Evangelio de Jesucristo ha penetrado en el corazón del pueblo boliviano y se ha constituido en un signo claro de su identidad.

En la Pascua celebramos lo más central de nuestra fe, la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, su victoria sobre la muerte y sobre el mal. Damos al mundo la noticia más importante para la humanidad: el mal ha sido vencido, la muerte no es el final, y todo el proceso de nuestra historia avanza hacia una plenitud de vida.

Cristo resucitado pone en movimiento nuestra propia existencia con una perspectiva nueva, con una nueva manera de vivir y nos impulsa a un cambio constante y permanente de cada uno y de las estructuras que nos esclavizan para vivir la libertad de los hijos de Dios. La novedad se traduce en compromiso por el Reino de Dios, Reino de verdad y de vida, Reino de justicia, de amor y de paz.

Es el Espíritu del Señor resucitado que nos lleva a comprometernos con los pobres para que recobren su dignidad de personas, para que todos los hombres y mujeres sean protagonistas y responsables en la marcha de la historia, que la vía democrática sea cauce de convivencia, que la libertad sea respetada y asegurada en todo momento, y que la vida sea defendida por encima de todo. Esta es la verdadera esperanza que no defrauda y que tendrá su plenitud en la misma vida de Dios.

Impulsados por el Espíritu del Resucitado hemos reflexionado en estos días en torno a la dolorosa división de las Iglesias cristianas, de todos los que tenemos un mismo bautismo y seguimos al Señor Jesús Resucitado. Hemos decidido seguir dando pasos en los caminos que conducen a la unidad que el Señor nos mandó (cfr. Jn 17,21).

CON LA IGLESIA QUE CAMINA EN AMERICA LATINA

La Pascua que celebramos en comunión con toda la Iglesia nos une de manera especial con la Iglesia que camina en América Latina y que se prepara para celebrar un gran acontecimiento: La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el santuario de la Virgen de Aparecida, Brasil, con el tema: Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en El tengan vida, «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn.14,6). En continuidad con las anteriores Conferencias, que tuvieron lugar en Río de Janeiro (1956), Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992), se reúne una vez más la V Conferencia para responder adecuadamente a los grandes desafíos de la misión evangelizadora.

Es una oportunidad para renovar nuestro ser Iglesia, seguidora de Cristo y enviada por El, discípula y misionera, que, conducida por el Espíritu, pueda experimentar el encuentro personal con Cristo y la haga instrumento de diálogo y comunión. Encuentro con Cristo que nos hará buscadores y constructores de la verdad que une y no divide, y que sigue actuando en nuestra vida personal y comunitaria.

Exhortamos a vivir este acontecimiento desde la fe y que la oración de todo el Pueblo de Dios acompañe a los Obispos reunidos en Aparecida para que el Espíritu del Señor resucitado les dé sabiduría para encontrar respuestas a los grandes desafíos de la Iglesia y de la sociedad en América Latina. Y a nosotros nos dé docilidad y firmeza para asumir sus conclusiones pastorales.

EL PAIS QUE QUEREMOS

Desde nuestra misión de pastores hemos orado y reflexionado también sobre la situación de nuestro país.

Constatamos en todos los sectores de nuestro pueblo aspiraciones y anhelos de cambios profundos. Pero frente a las situaciones tan complejas en las que se ve envuelto, vive en un clima de inseguridad y zozobra, y se pregunta: ¿A dónde va el país? También nosotros nos preguntamos con frecuencia: ¿Qué Bolivia queremos construir?

1. Principios para la organización del país

Queremos recordar algunos elementos fundamentales de nuestro mensaje de marzo de 2006: «Construyamos una Bolivia para todos».

La primacía de la persona humana: Es imprescindible afirmar la primacía y la dignidad de cada persona por encima de todos los demás valores humanos y reafirmar la igualdad de todos los habitantes del país, respetando y valorando las diversidades culturales.

El bien común de una nación es anterior a todos los bienes particulares o sectoriales. El bien común se construye promoviendo y defendiendo a los más débiles y desprotegidos de la sociedad.

La vida en democracia: Bolivia debe seguir dando pasos decididos hacia una democracia cada vez más madura; debe promover la participación ciudadana de manera consciente y responsable en la toma de decisiones, especialmente de los pueblos indígenas, comunidades campesinas y de los sectores populares. Urge luchar contra toda discriminación y contra toda clase de exclusiones antiguas y nuevas.

2. Valores y derechos fundamentales de la vida social

Ningún país tiene futuro si la convivencia de sus ciudadanos no se fundamenta sobre los valores morales y sociales de la verdad, la libertad, la justicia, la honestidad, el diálogo y la solidaridad. La paz social que todos anhelamos es fruto de la vivencia de estos valores que constituyen la referencia imprescindible para los responsables de la vida pública.

Una vez más queremos recalcar la necesidad de plasmar con claridad y firmeza en la nueva Constitución los derechos fundamentales que aseguran el bien común:
La vida: La promoción de la dignidad humana implica la afirmación del inviolable derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

La familia, basada en el matrimonio entre un varón y una mujer, es la primera célula de la sociedad, es santuario de la vida y centro del humanismo integral. Una sociedad construida sobre la familia es la mejor garantía contra toda tendencia de tipo individualista o colectivista.

La educación es uno de los derechos humanos fundamentales, es un bien público y no un instrumento o propiedad de algunos; es un hecho cultural, por ende dinamiza las distintas culturas; es el eje articulador del desarrollo nacional, tiene como horizonte la formación integral de la persona que incluye la dimensión trascendental de la vida.
Los padres son los primeros y principales responsables de la educación de sus hijos. Son ellos los que deben elegir esta educación, en conformidad con sus creencias, sus valores, su cultura y sus legítimas aspiraciones. Y el Estado debe garantizar el derecho de los padres.

La libertad religiosa y otros derechos: Queremos resaltar, en primer lugar, el derecho a la libertad religiosa, que incluye la libertad de conciencia. Así mismo, es necesario reconocer y defender el derecho a la libertad de expresió
n, la seguridad social, la salud, la vivienda, el trabajo, y el reparto equitativo de la tierra y los recursos naturales para una vida digna y justa.

3. La Asamblea Constituyente

La Nueva Constitución debe estar fundamentada en los principios, valores y derechos que hemos señalado.

La Asamblea Constituyente, tan anhelada por muchos bolivianos, es la gran oportunidad para establecer las bases de una nueva Bolivia, más fraterna y pacífica, sin imposiciones de las mayorías sobre las minorías y sin predominio de intereses regionales, sectoriales o de grupo.

Sin embargo, la confianza que el pueblo depositó al inicio de la Asamblea Constituyente se ha ido perdiendo a medida que iba pasando el tiempo. Los enfrentamientos y la poca eficiencia han sembrado dudas en diversos sectores sociales de que pueda culminar felizmente un acontecimiento de tanta trascendencia para el futuro del país. Los constituyentes tienen la grave responsabilidad de superar las tensiones y trabajar en un clima de apertura, diálogo, respeto y unidad, llevando a cabo la tarea que se les ha encomendado.

EXHORTACION FINAL.

Finalmente deseamos expresar, ante la complejidad de los problemas que vive el país, que seguimos apostando por cambios profundos y alentamos la esperanza del pueblo.

Queremos ser una Iglesia Pascual, que acompaña con espíritu solidario y al mismo tiempo crítico, todos los cambios sociales, políticos y culturales. Iglesia cercana a todos para que nuestras vidas sean testimonio de la presencia del Señor en la historia de nuestro pueblo. Iglesia capaz de leer los signos de los tiempos y comprometerse con una verdadera transformación. Alentamos todos los esfuerzos por fortalecer nuestra identidad boliviana donde cada persona sea acogida y respetada, valorada y apoyada, para ser protagonista en la construcción de una sociedad mejor integrada y más unida.

Las distintas manifestaciones de intolerancia, autoritarismo, polarizaciones regionales, políticas, ideológicas y culturales, el resentimiento y la manipulación no favorecen estos cambios. La violencia y la presión no pueden ser el método para conseguir los objetivos que se pretenden. Solamente el diálogo auténtico y el respeto a los demás pueden librarnos de la espiral de violencia que se va contagiando en los diversos sectores de la sociedad.

Alentamos a los medios de comunicación social, instituciones cívicas y movimientos sociales para que favorezcan este proceso de cambio que todos propugnamos en un clima de convivencia democrática.

Bolivia somos todos y saldrá adelante cuando todos colaboremos en este momento histórico con actitudes de responsabilidad, sinceridad y solidaridad.

Que María, la Madre del Señor, primera discípula y misionera, ilumine el caminar de nuestro pueblo y de todos los pueblos de América Latina.

Los Obispos de Bolivia

Cochabamba, 24 de abril 2007

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }