ALEJANDRIA, jueves, 26 abril 2007 (ZENIT.org).- La fe no se impone, se propone, y vivirla en contextos minoritarios como Oriente Medio es «un estímulo tremendo».
Se expresa con estas palabras desde Egipto el padre Luis Montes, provincial del IVE (Instituto del Verbo Encarnado) en Medio Oriente (Provincia «Nuestra Señora del Destierro»).
La Familia Religiosa del Verbo Encarnado fue fundada por el padre Carlos Buela V.E., en Argentina, tiene misioneros en los 5 continentes, y tiene dos ramas, una masculina (Instituto del Verbo Encarnado, y una femenina (Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará).
–Ustedes tienen misioneros en Palestina, Israel, Jordania, Egipto, Túnez, Etiopía, Sudán. ¿Qué les aporta, vivir en países en los cuales el cristianismo es minoritario ante el Islam?
–P. Montes: Cristo nos ha mandado a ir por todo el mundo a predicar el Evangelio.
Este mandato de Nuestro Señor no excluye ningún pueblo ni ningún rincón del mundo. Vivir en un lugar donde el cristianismo es minoritario nos da un conocimiento experimental de la necesidad de la predicación del Evangelio. Es un estímulo tremendo para esforzarnos más en ser fieles a nuestra misión.
–¿Por qué tienen como prioridad el ecumenismo y el diálogo interreligioso?
–P. Montes: La fe no se da por la fuerza, se propone. Esto significa que, por una parte, tenemos que ser respetuosos de la conciencia personal de cada uno, y por otra, tenemos la obligación de mostrar al mundo el don gratuito que hemos recibido, para que otros también puedan poseerlo.
El diálogo interreligioso es parte de la misión perenne de la Iglesia y tiene como fines bien precisos la promoción de la justicia, la paz, y un mayor entendimiento entre los hombres de diversas religiones.
Se debe crear un clima de comprensión para lograr que la verdad no encuentre obstáculos, porque, como enseñaba Juan Pablo II, la verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad.
El ecumenismo tiene dos fundamentos bíblicos firmísimos: «Habrá un solo rebaño y un solo pastor», y «Que también ellos en nosotros sean uno, para que el mundo crea que tú me enviaste». La herida en la unidad es contraria a la voluntad de Cristo y es obstáculo para la predicación del Evangelio.
No podemos sino poner todas nuestras fuerzas para trabajar en estos dos empeños que Juan Pablo II consideraba «prioridades de la Iglesia para el Tercer Milenio».
–En qué medida las obras socio-caritativas son un medio privilegiado en países musulmanes para predicar el Evangelio?
–P. Montes: La libertad religiosa en los países islámicos está muy restringida. Ni siquiera en los llamados «países islámicos moderados» tenemos libertad plena para la predicación. Y en otros países las restricciones son muy fuertes y la persecución continúa. El testimonio de la caridad abre puertas que de otro modo permanecen cerradas.
La caridad de Cristo salvará al mundo, y las obras de misericordia dan un testimonio elocuente de ello.
–Concretamente en Egipto tienen obras en zonas marginales y por otro lado misión con niños de familias adineradas, la gran mayoría musulmanas. ¿Cuál es su valoración de estos apostolados?
–P. Montes: La ayuda a los más necesitados es vital, según hemos dicho en la respuesta anterior. Pero no hay que caer en dialécticas.
El poder llegar a quienes serán los futuros dirigentes del mundo árabe tiene una gran importancia para el diálogo interreligioso y contrarresta el fundamentalismo. Las escuelas católicas han hecho un importante trabajo a este respecto y nosotros queremos sumar nuestro grano de arena.
–¿Cual es la misión en Alejandría del Centro «Unus Dominus»?
–P. Montes: Este centro fue recientemente fundado y hemos comenzado allí con la formación ecuménica, y de diálogo interreligioso de nuestros misioneros (www.dialogoreligioso.org). Hay muchas actividades programadas (cursos, conferencias, clases, viajes culturales y religiosos, encuentros, etc.).
Desgraciadamente hay una mala comprensión del ecumenismo que produce en muchos católicos una gran confusión. La incomprensión que se da sobre el Magisterio de la Iglesia es alarmante. Pensemos por ejemplo en la contraposición que se hace incluso en ambientes eclesiásticos entre la «Ut Unum Sint» y la «Dominus Iesus».
–¿Surgen vocaciones, en estos países de misión?
–P. Montes: Dios elige a quien quiere, cuando quiere y donde quiere. En Egipto Dios nos ha bendecido con abundantes vocaciones: entre seminaristas menores, aspirantes, novicias, novicios, hermanas, hermanos y seminaristas tenemos 80 jóvenes árabes que han dejado todo por seguir a Cristo pobre, casto y obediente. ¡Y esto en un país que tiene solamente 200.000 católicos! Podemos decir que han sido 10 años muy fructuosos.