SAO PAULO, viernes, 11 mayo 2007 (ZENIT.org).- La supuesta imagen del Papa alemán rígido y frío ya no existe a las pocas horas de la presencia de Benedicto XVI en Brasil.
Joseph Ratzinger, que ya fue tachado de «cardenal panzer», en alusión al tanque de guerra alemán, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, rompió el protocolo en varias ocasiones, para ver y bendecir a los fieles brasileños que lo esperaban.
El 9 de mayo, tras llegar al Monasterio de San Benito al principio de la noche, saludó a los cerca de 5.000 fieles que lo esperaban, afirmando que la «acogida tan calurosa conmueve al Papa».
Al final del saludo, visiblemente alegre, el pontífice bendijo a la multitud y agradeció en buen portugués con un «muito obrigado» (muy agradecido). Deseó también una «boa noite» (buena noche) a todos los que estaban allí.
En la mañana del 10 de mayo, los cerca de 2.000 fieles que hacían vigilia en la plaza del Monasterio desde las primeras horas de la mañana no se sintieron frustrados en su expectativa del ver al pontífice.
Tras celebrar la misa privada en el monasterio, Benedicto XVI una vez más salió al balcón para demostrar su alegría por la calurosa acogida de los brasileños.
Saludó con los brazos abiertos a la multitud durante unos momentos. En seguida bendijo a los presentes. Una sonrisa sincera permanecía en la cara del pontífice.