ROMA, domingo, 13 mayo 2007 (ZENIT.org).- Los mundos de la ciencia y de la fe han tenido la oportunidad de encontrarse durante un seminario reunido en el Vaticano sobre el tema del cambio climático.

Del 26 al 27 de abril, el Pontificio Consejo Justicia y Paz reunió a científicos, políticos, teólogos y obispos sobre el tema «Cambio climático y desarrollo».

El cardenal Renato Martino, presidente del Consejo, abrió los debates leyendo un telegrama de Benedicto XVI, firmado por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado del Vaticano. El Pontífice agradecía a los participantes el reunirse para debatir sobre el cambio climático. El breve mensaje mencionaba la importancia del principio de la doctrina social del destino universal de los bienes, y la necesidad de adoptar estilos de vida y formas de producción y consumo que respeten la creación y el desarrollo sostenible.

En su discurso de apertura, el cardenal Martino explicaba que el propósito del seminario era sobre todo un ejercicio de escucha para reunir información, de forma que se ayude a la Iglesia a la hora de formular una respuesta ética y pastoral al tema del cambio climático.

En referencia a algunos de los temas teológicos implicados, el cardenal Martino comentó que los primeros capítulos de la Biblia demuestran que la realidad creada por Dios existe para del uso de la humanidad. «El dominio del hombre sobre la creación, no obstante, no tiene que ser un dominio y dominación despóticos, por el contrario, tiene que ‘cultivar y cuidar’ de los bienes creados por Dios», observaba.

El punto de vista científico
El primer día se dedicó a los aspectos científicos del clima. Laurent Stefanini, embajador francés para el medio ambiente, habló del trasfondo histórico del cambio climático. También hizo un recorrido por los diversos encuentros de los últimos años sobre el tema.

El ministro británico de medio ambiente, David Miliband, resaltó la urgencia de actuar sobre el cambio climático. También auguró que el Vaticano debería dar su apoyo a la campaña sobre el tema, así como ha demostrado una postura activa en materias relacionadas con el desarrollo económico y las naciones más pobres.

Stefan Rahmstorf, del Instituto Postdam para la Investigación del Impacto Climático de Alemania dio un repaso a los datos y proyecciones sobre el clima. Defendió la exactitud de los informes publicados por el Organismo Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU.

Algunos de los participantes cuestionaron la validez de estos informes, o el hecho de que el cambio climático sea desastroso. El físico italiano y presidente de la Federación Mundial de Científicos, Antonino Zichichi, llamó la atención sobre los problemas con los modelos matemáticos utilizados para predecir el cambio climático.

«Es necesario trabajar más, con mucho más rigor, para mejorar los modelos que se están utilizando», sostenía en un documento de 60 páginas que acompañaba su discurso en el seminario.

Craig Idso, jefe del Centro para el Estudio del Dióxido de Carbono y el Cambio Global, con sede en Arizona, Estados Unidos, trató las consecuencias de los altos niveles de dióxido de carbono.

Defendió que el aumento de dióxido de carbono podría estimular la vida vegetal, incrementando tanto la productividad agrícola como robusteciendo las plantas para resistir las consecuencias adversas de las altas temperaturas.
<br> También se examinaron los aspectos políticos del debate. Entre quienes hablaron sobre este tema estaba el embajador de Argentina para temas internacionales de medio ambiente, Raúl Estrada Oyuela. Estrada se mostró crítico con algunas opiniones expresadas durante el debate en seminario que habían pedido limitar el crecimiento económico para evitar el daño ecológico. Defendió también los acuerdos internacionales sobre temas climáticos y pidió a las naciones más ricas que asumieran la mayor parte de los costes de afrontar este problema.

Teología y ecología
El segundo día del seminario se dedicó a aspectos teológicos y pastorales del clima y de la ecología. E. Calvin Beisner, del Interfaith Stewardship Alliance, de Virginia, Estados Unidos, ofreció una interpretación de algunos textos bíblicos. Usando un método exegético más literal, que no recibió una reacción favorable entre muchos de los participantes al seminario, pidió una mayor confianza en la providencia de Dios en cuanto a los posibles problemas ecológicos.

El obispo auxiliar de Friburgo, Alemania, monseñor Bernd Uhl, habló sobre la enseñanza social católica relacionada con temas del clima. Uno de los puntos que presentó fue la necesidad de hablar de creación más que de medio ambiente. La creación, añadió, incorpora valor y nos recuerda a Dios. «Sin una creencia en la creación de Dios, existe el peligro de que la naturaleza o la tierra se conviertan en dios», advirtió.

Elias Crisóstomo Abramides, director del programa sobre cambio climático del Consejo Mundial de las Iglesias, urgió a una mayor responsabilidad en el cuidado de la creación. También criticó lo que denominó el «sobre consumo destructivo» de las naciones desarrolladas.

Monseñor Christopher Toohey, obispo de Wilcannia-Forbes en Nueva Gales del Sur, Australia, y encargado de asuntos ecológicos en la Conferencia Episcopal Australiana, tocó algunos de los temas pastorales.

Al orientar a la gente sobre cuestiones ecológicas es importante tener en mente, explicaba monseñor Toohey, que movemos los corazones de la gente, no sólo sus mentes. Es necesario recordar la maravilla y belleza de la creación de Dios. Además, las actuaciones en el área del clima deben acompañarse de una profunda contemplación y conciencia de la presencia divina y de la riqueza de las enseñanzas de la Iglesia.

Nuestra vocación de guardianes de la creación no es sólo algo accidental, sino que dimana «de la realidad de Dios y de la verdad sobre nosotros mismos», indicaba monseñor Toohey. También animó a los participantes en el seminario a considerar la preocupación por los temas medioambientales como una oportunidad para evangelizar.

Un debate complejo
Indicando que sus afirmaciones no expresan la postura oficial de la Iglesia o del pontificio consejo que preside, en su discurso conclusivo el cardenal Martino observaba que el término más utilizado durante las discusiones había sido «complejo». En referencia a los desacuerdos entre algunos de los participantes, agradeció a todos sus aportaciones que su diversidad permitieron un vivo debate sobre los temas.

El cardenal Martino indicó que: «La naturaleza es para el hombre, y el hombre es para Dios». Por ello, debemos evitar tanto el error de hacer de la naturaleza un absoluto, como el de reducirla a un mero instrumento.

Desarrollando esta idea, el cardenal Martino sostuvo que la persona humana tiene un «superioridad incuestionable» sobre la creación y, por poseer un alma inmortal, no puede ponerse al mismo nivel que otros seres vivientes. Es un error considerar también la presencia humana como algo que disturba el equilibrio ecológico natural.

Al mismo tiempo tenemos la responsabilidad de conservar y desarrollar la naturaleza en el marco del principio del destino universal de los bienes, y de la preocupación por el bienestar de los pobres.

El cardenal Martino también advirtió del peligro de «las formas modernas de idolatría de la naturaleza que pierden de vista al hombre». Refiriéndose a los debates de los últimos años sobre preocupaciones demográficas, observó el peligro de las políticas que buscan limitar la población, con la vista en la conservación del medioambiente, por medio del aborto y la esterilización.

La Iglesia tiene una visión «realista» de estos temas, continuaba el cardenal, con la confianza e n la capacidad humana para encontrar soluciones a los problemas – una capacidad que prueba lo desacertado de las frecuentes previsiones de catástrofe.

Concluyendo su discurso, el cardenal Martino apuntaba que el tema de la ecología es sobre todo un tema ético. El Papa Juan Pablo II, observó, utilizaba el término de «ecología humana» queriendo decir que debemos respetar la naturaleza no sólo a nivel natural, sino también por medio de un florecimiento de la vida moral.

En sus raíces el problema ecológico es tanto antropológico como teológico, pues la forma en que nos relacionamos con la naturaleza depende de cómo nos relacionamos con las demás personas, y de cómo nos relacionamos con Dios.

Por el padre John Flynn