NUEVA YORK, jueves, 17 mayo 2007 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha expresado oficialmente su pesar por la falta de acuerdo en las Naciones Unidas que ha llevado al aplazamiento de la aprobación del Proyecto de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Presentó esta crítica el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, al intervenir este miércoles en Nueva York ante el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas reunido para afrontar el tema: «Territorios, tierras y recursos naturales».
El Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU quiso llamar la atención sobre los «beneficios» que este documento puede dar como instrumento legal para tutelar los derechos humanos de los pueblos indígenas, «especialmente de los más pobres que viven en áreas rurales, con frecuencia marginadas por el mundo moderno».
Algunos acusan a la Declaración, recordó Migliore, de contradecir las constituciones nacionales, afirmando que el ejercicio de la autodeterminación sólo puede aplicarse a quienes viven bajo regímenes coloniales; otros la acusan de no ser clara a la hora de definir quiénes son los «pueblos indígenas».
«Respetando las motivaciones que se encuentran detrás de cada posición», el representante vaticano consideró que la adopción del documento internacional sería «un gesto político que no sólo beneficiaría a los ciudadanos más pobres y excluidos tanto en los países ricos como en los pobres del mundo, sino que promovería también la paz entre los pueblos».
«Los Estados tienen preocupaciones legítimas sobre la soberanía, la ciudadanía, la igualdad y la adecuada explotación de los recursos naturales, pero estas cuestiones no deben permitir que el progreso de los igualmente legítimos derechos y preocupaciones de los pueblos indígenas se pospongan indefinidamente».