Sigue creciendo el gasto en armamento

Un informe anual revela en gran incremento del comercio

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ROMA, miércoles, 18 julio 2007 (ZENIT.org).- El gasto militar mundial creció un 3,5% en el 2006, alcanzando los 1.204.000 millones de dólares.

Lo revela el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo en la última edición de su libro anual publicado el 11 de junio, en el que se proporciona un amplio panorama sobre temas de armamento y seguridad global.

El incremento del año pasado significa que entre 1997 y el 2006 el gasto militar mundial subió un 37%. Además, se comercializaron internacionalmente casi el 50% más de almas convencionales que en el 2002.

Elisabeth Sköns, una de las responsables del informe, comentaba: «Vale la pena preguntar en qué medida es rentable el gasto militar como forma de aumentar la seguridad de las vidas humanas, si hablamos de evitar muertes y discapacidades prematuras debidas a los actuales peligros».

«Por ejemplo, sabemos que millones de vidas podrían salvarse por medios de intervenciones médicas básicas que costarían una fracción de lo que el mundo gasta en fuerzas militares cada año», afirmaba en una nota de prensa acompañando la publicación del informe.

El informe precisaba que el gasto militar mundial se distribuye de forma extremadamente irregular. En el año 2006, los 15 países con el mayor gasto sumaron el 83% del total mundial. Estados Unidos gastó 528.700 millones de dólares. El gasto militar de Estados Unidos ha aumentado de forma acusada debido al coste de las operaciones en Afganistán e Irak.

El informe observaba que el gasto militar chino ha continuado aumentando rápidamente, alcanzando los 49.500 millones de dólares. Por primera vez ha superado a Japón (43.700 millones de dólares), convirtiendo a China en el país que más gasta en Asia y en el cuarto del mundo. De hecho, Japón disminuyó su gasto militar el año pasado, por quinto año consecutivo. India es el tercer país en gasto de Asia, con 23.900 millones de dólares.

Aumentan las ventas
Las ventas de armas de las 100 mayores empresas productoras del mundo (con cifras del 2005) aumentaron en un 3% en términos reales con respecto al 2004, y un 18% con respecto al 2002. Las empresas norteamericanas dominan la lista de las 100 primeras, con 40 compañías de Estados Unidos que suman el 63% de los 290.000 millones de dólares de las ventas de este grupo en el 2005.

Treinta y dos empresas de Europa occidental suman otro 29% y 9 rusas el 2%. Las empresas con sede en Japón, Israel e India, en orden descendente, suman la mayoría del 6% restante de las ventas de armas mundiales.

El informe explicaba que un importante factor tras los cambios en la industria armamentística se debe a los altos y crecientes costes de los sistemas avanzados de armas. De hecho, la mayoría de los gobiernos no pueden afrontar el mantenimiento de los actuales niveles de adquisición de armas debido los costes crecientes.

En términos de comercio internacional de armas convencionales, Estados Unidos y Rusia han sido los mayores suministradores en el periodo 2002-2006, sumando cada uno cerca del 30% de las entregas mundiales. Las exportaciones de los países miembros de la Unión Europea sumaban sólo cerca de un 20% de las entregas de armas. La lista de los 10 principales importadores está encabezada por China e India, pero también había cinco países de Oriente Medio entre los 10 principales.

El informe añadía que el año 2006 se prestó atención al problema de las entregas de armas por parte de estados a grupos rebeldes, debido al arsenal adquirido por Hizbulah a Irán y usado en su guerra con Israel. Hay poca transparencia en las transferencias de armas, lamentaba el informe. Aunque hubo mejoras en esta área en los noventa, con más y mejores informes de los países sobre sus exportaciones, no ha habido ulteriores mejoras en los últimos años.

Preocupación nuclear
Es preocupante la situación de las armas nucleares, comentaba el informe. En octubre de 2006, Corea del Norte llevó a cabo una prueba de explosión nuclear. La explosión siguió a una serie de pruebas de vuelo de misiles balísticos. A esto hay que añadir que Irán ha puesto fin a la suspensión voluntaria de su programa de enriquecimiento de uranio.

En cuanto a las armas químicas, existe la preocupación de que se respete por todos los estados el límite de abril de 2012 para la destrucción de todas estas armas, establecido por la Convención de Armas Químicas de 1993.

En cuanto a las armas biológicas el informe observaba que continúan los esfuerzos en términos de supervisión y respuestas, y siguen las conversaciones sobre medidas de no proliferación y desarme. No obstante, hay poca información disponible al público sobre los intentos de adquirir, desarrollar o utilizar estas armas.

El año pasado también han continuado las conversaciones para el control y la reducción de las armas convencionales, pero siguen estancadas según el informe. En el lado positivo, sin embargo, sigue creciendo el número de estados adheridos a la Convención de Minas Antipersona de 1997. El informe también observaba que el interés en los esfuerzos humanitarios para contener la expansión de lo que se denomina «armas inhumanas» crece de forma sostenida.

Esfuerzos constantes
Durante el año pasado, los representantes del Vaticano han intervenido en varias ocasiones durante los encuentros de Naciones Unidas para dejar clara la postura de la Iglesia con respecto a las armas.

El 6 de octubre pasado, el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, habló ante la primera comisión de la Asamblea General durante una sesión dedicada a desarme y seguridad internacional.

Comentaba que han fallado algunos esfuerzos para controlar las armas. Por ejemplo, los encuentros del pasado verano sobre armas ligeras no dieron lugar a resultados concretos. Además, los gastos en armas siguen siendo altos.

«Con demasiada frecuencia los debates sobre armas ligeras y armas nucleares se tienen en términos abstractos desde posturas preconcebidas y hay pocos signos de querer aprender», afirmaba monseñor Migliore.

Observaba, sin embargo, que, en el lado positivo, se ha reducido el número de conflictos entre estados. Asimismo, las misiones de paz controlan guerras en muchos lugares. El representante vaticano animaba a las Naciones Unidas a seguir con sus esfuerzos en el diálogo sobre temas de armas, observando en particular la urgencia de dar pasos para controlar la proliferación de armas nucleares.

Pocos días después, el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz publicaba una declaración apoyando la resolución de la ONU sobre control internacional de la importación, exportación y transferencia de armas convencionales.

En la declaración, con fecha del 10 de octubre de 2006, el consejo hacía notar que durante las últimas décadas ha habido muchos millones de muertes como resultado de conflictos donde se usaban armas convencionales. Hay, de hecho, indicaba el documento, pocos controles sobre la venta de estas armas y ningún sistema eficaz de supervisión del comercio de armas convencionales.

«Las armas no pueden considerarse como cualquier otra mercancía comercializada en el mercado mundial, regional o nacional», indicaba la declaración. «Su posesión, producción y comercio tiene profundas implicaciones éticas y sociales y debe regularse prestando la debida atención a los principios específicos del orden moral y legal», exhortaba el consejo.

En el tema de las armas nucleares, monseñor Michael W. Banach se dirigió a un encuentro de las Naciones Unidas el 1 de mayo en Viena para revisar el tratado de no proliferación de estas armas.

Comentaba la importancia tanto del desarme nuclear como de la no proliferación, no sólo para derrotar al terrorismo nuclear, sino también como un importante paso para hace
r realidad «una cultura de la vida y de la paz capaz de promover de forma eficaz el desarrollo integral de los pueblos».

«La verdad de la paz requiere que todos – ya sean aquellos gobiernos que abierta o secretamente poseen armas nucleares, o los que planean adquirirlas – estén de acuerdo en cambiar su curso con decisiones claras y firmes, y se esfuercen en un progresivo y concertado desarme nuclear», indicaba monseñor Banach.

Por el padre John Flynn, L. C.

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ZENIT Staff

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