MADRID, viernes, 11 de enero 2008 (ZENIT.org).- «Joven inmigrante, la parroquia sale a tu encuentro» es el lema de la Jornada de las Migraciones que en España se celebra el próximo domingo 20 de enero.
Con este motivo, los obispos que integran la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal, en un mensaje, expresan la disposición de la Iglesia a ser comunidad de acogida para las personas que llegan a este país buscando un futuro mejor.
Los obispos, en su mensaje, afirman que «la inmigración se ha convertido en un fenómeno humano complejo, con sus causas y consecuencias, que necesita ser encauzado convenientemente a fin de posibilitar sus repercusiones positivas y atenuar las negativas».
Según los últimos datos oficiales, en España se ha pasado de 3.730.610 de personas inmigrantes, en 2006, a 4.482.568, en 2007. Esto supone un aumento de un 20,2% en sólo un año. En 2006, la población extranjera era un 8,5% de la población total mientras que en 2007 el índice se elevó al 9,9%.
Entre los fenómenos que han influido en este crecimiento, los firmantes del mensaje subrayan que, «aunque en menor número, han seguido llegando a nuestras costas inmigrantes procedentes de África, a veces de Asia, habiéndose cobrado el mar numerosas vidas». Sin olvidar, añaden, «a la mayoría de los inmigrantes que llegan a España por otras vías».
Ante esta situación, los prelados responsables de la pastoral dirigida a los migrantes afirman que «la Iglesia, sobre todo a través de las parroquias de los lugares de llegada de estos inmigrantes, no puede permanecer ajena». Y exhortan a «poner cuanto esté de su parte para una digna acogida y un trato humano».
Subrayan, como hecho preocupante, la estancia en España «de numerosos inmigrantes indocumentados, la mayor parte de ellos jóvenes e incluso menores que se ven empujados a vivir en la clandestinidad y en la inseguridad». También con estos, dicen los obispos españoles, «tiene la Iglesia un especial compromiso de ayuda y servicio».
En este sentido, indican que, «por su importancia como protagonistas en la sociedad y en la Iglesia del futuro, por su situación de mayor riesgo y exposición a posibles factores desestabilizadores de la persona y de la sociedad», merecen los jóvenes una especial atención de la sociedad, de la Administración pública y de la Iglesia.
Según los obispos estas instituciones deberán «arbitrar especiales medidas para su adecuado proceso de desarrollo, de integración y de compromiso».
Ante los inmigrantes y sus problemas, sobre todo los de los indocumentados o «sin papeles», los prelados exhortan a las parroquias y comunidades cristianas a «adoptar una postura activa para dar una respuesta en la medida de sus posibilidades» porque «la razón última ha de ser siempre no tanto la situación legal o jurídica, sino la igual dignidad de toda persona y sus derechos fundamentales y el mandato del Señor».
La Parroquia, indican, «por su condición de familia, comunidad, por su capacidad de prestar numerosos y variados servicios a la persona, y por estar siempre ‘abierta’ o ‘en guardia’, se encuentra en una situación privilegiada para ser el primer espacio de encuentro de los inmigrantes con la Iglesia de su nuevo país».
Por otra parte, añaden «una Parroquia viva y con espíritu misionero no se conformará con estar a la espera de los que vengan, sino que saldrá al encuentro de todos, especialmente de los más necesitados».
Afirman además que «con la acogida de los inmigrantes en las parroquias y el empeño especial de estas en la atención a los más jóvenes, las comunidades cristianas se renuevan y se enriquecen y aumenta en ellas el número de los agentes pastorales en campos como la liturgia, la catequesis, la acción social y caritativa, y otros sectores de la pastoral».
Recuerdan también que al territorio de las parroquias españolas llegan jóvenes inmigrantes de las distintas tradiciones cristianas y también miembros de la comunidad islámica de otras religiones o no creyentes.
En lo que se refiere al respeto a la dignidad de toda persona y a la garantía y defensa de sus derechos fundamentales, así como en la ayuda a sus necesidades elementales, los obispos indican que «la parroquia y cada comunidad cristiana actuarán siempre evitando toda discriminación».
Y esto porque «a todos ha de llegar, por la palabra y el testimonio de los miembros de la Iglesia el anuncio explícito del Evangelio de Jesucristo, como propuesta de Salvación» aunque en la acogida y en el proceso de incorporación a la comunidad católica, «la parroquia habrá de tener en cuenta la diferente condición religiosa de sus nuevos vecinos».
Invitan, en este sentido a los miembros de la comunidad cristiana a que, con las citadas actitudes y con el testimonio de vida ejerzan «su misión profética y de denuncia ante posibles injusticias», y estén «siempre dispuestos a defender la dignidad y los derechos fundamentales de los inmigrantes».
Los obispos concluyen su mensaje con las palabras que el papa Benedicto XVI dirige a los jóvenes inmigrantes en su mensaje para la Jornada Mundial de las Migraciones: «La Iglesia también os necesita y cuenta con vuestra aportación. Podéis desarrollar una función providencial en el actual contexto de la evangelización. […] Podéis mostrar a todos que el Evangelio está vivo y es apropiado en cada situación; es un mensaje antiguo y siempre nuevo; Palabra de esperanza y de Salvación para los hombres de todas razas y culturas, de todas las edades y de todas las épocas».