CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 6 enero 2008 (ZENIT.org).- En la solemnidad de la Epifanía, Jornada Misionera Mundial de la Infancia, el Papa ha dado las gracias a los miles de niños que responden a las carencias de otros niños del mundo y ayudan a la Iglesia en la evangelización.

Visiblemente contento en esta fiesta de los Reyes Magos, el Papa rezó el Ángelus acompañado de decenas de miles de fieles presentes en la plaza de San Pedro, bajo la lluvia. Al término de la oración, elogió la iniciativa misionera mundial emprendida, hace más de 160 años, por el obispo francés Charles de Forbin Janson.

De su mano -recordó el Santo Padre-- «la Infancia de Jesús se han convertido en el icono del compromiso de los niños cristianos que ayudan a la Iglesia en su tarea de evangelización con la oración, el sacrificio y los gestos de solidaridad».

«Miles de niños salen al encuentro de las necesidades de otros niños --aplaudió--, impulsados por el amor que el Hijo de Dios, habiéndose hecho niño, trajo a la tierra».

«Doy las gracias a estos pequeños y ruego para que sean siempre misioneros del Evangelio», expresó Benedicto XVI.

Y dirigió igualmente su agradecimiento a cuantos animan a estos pequeños acompañándoles «por el camino de la generosidad, de la fraternidad, de la fe gozosa que genera esperanza».

Encargada de la animación internacional de esta labor con los niños, Sor María Teresa Crescini -superiora general de las Maestras Pías Venerini- confirma a Zenit, con ocasión de la Jornada, que los pequeños «consiguen financiar actualmente tres mil proyectos de solidaridad con su dinero, con sus pequeños sacrificios».

La Pontificia Obra de la Infancia Misionera -también conocida como Obra de la Santa Infancia--, cuyas raíces están en la iniciativa del obispo de Nancy en 1843, depende de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

Se orienta a formar a los chavales en el espíritu misionero, abriéndoles a las necesidades de sus coetáneos en los países de misión mediante el ofrecimiento de la oración y de la ayuda material.

«La Jornada Misionera Mundial de la Infancia fue instituida por el Papa Pío XII con Carta Apostólica del 4 diciembre 1950», si bien esta movilización «en Europa sobre todo se celebraba desde los primeros años de la fundación de la Obra de la Santa Infancia», explica Sor Maria Teresa Crescini a Zenit.

«La sensibilización de los niños tenía lugar en las parroquias, en las diócesis, partiendo del lema "los niños ayudan a los niños", esto es, los sacrificios y la oración de los niños del mundo debían llegar a salvar a muchos niños pobres, sobre todo los niños que carecen del Evangelio», subraya.

La labor se traduce actualmente en «una implicación de los niños cristianos de 110 países del mundo donde actualmente la Obra de la Santa Infancia está presente», confirma.

«Ya desde los primeros años -recuerda la religiosa-- los obispos de China escribían a los niños [de la Santa Infancia] de Europa y de los Estados Unidos cartas de agradecimiento, porque los pequeños sabían desarrollar una gran misión hacia los niños del mundo».

«Niños misioneros en todo el mundo» es el lema este año de la Jornada, cuyo marco siempre es el día de Reyes.

La Pontificia Obra de la Infancia Misionera, en la preparación de esta celebración, ha hecho hincapié en que los niños misioneros, testimoniando la alegría de la amistad con Jesús, pueden ser un signo entre sus amigos e iluminar los caminos que llevan al encuentro con el Señor, igual que los Reyes Magos fueron guiados por la estrella a Belén.

Con un itinerario formativo, la Obra de la Santa Infancia ha ayudado a los pequeños a tomar conciencia de su vocación cristiana y del sentido de responsabilidad y de solidaridad. En la celebración eucarística de este domingo están ofreciendo sus donativos.

Niños evangelizados y evangelizadores

«El último momento bello de la Santa Infancia ha sido el Congreso de Dubrovnik, en Croacia», comparte Sor Maria Teresa Crescini con Zenit, aludiendo al sexto encuentro -es bianual- celebrado el pasado noviembre para los países del Mediterráneo y del este europeo.

Estuvieron representados 19 países en un momento en que los directores de la Santa Infancia mostraron todas sus actividades.

Acudieron «España, Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Inglaterra y Malta», apunta la religiosa sin ánimo de exhaustividad; «también estaban presentes los países del este de Europa donde la Santa Infancia está convirtiéndose en algo verdaderamente vivo, bello», tales como «Polonia, Croacia, la República Checa, Rusia».

«Este año participaron igualmente Siria, Turquía, Líbano, Palestina, Egipto», «o sea, los países que tienen conflictos, países del África mediterránea, que trabajan con los niños por un proceso de paz, y esto es muy bello», reconoció.

Y es que «el encuentro de Dubrovnik nos ha permito entender que debemos insistir en la evangelización de los niños, porque --concluye-- los niños son la mediación de los valores evangélicos en un mundo que tiene necesidad de paz y de solidaridad».

Por Marta Lago

Homilía del Papa en el «Te Deum» de final de 2007

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 6 enero 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la basílica de San Pedro del Vaticano, durante las vísperas en las que participó en la noche del 31 de diciembre, momento en que se entonó el «Te Deum» de acción de gracias por el año 2007.

Introducción y traducción al español por «L’Osservatore Romano».

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La tarde del lunes 31 de diciembre de 2007, Su Santidad Benedicto XVI presidió en la basílica de San Pedro el rezo de las primeras Vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios; la adoración y la bendición eucarística; y el canto del «Te Deum» en acción de gracias al Señor por los beneficios recibidos durante el año: un intenso momento de reflexión y oración en el que participaron miles de fieles. Estuvieron presentes dieciocho cardenales y numerosos arzobispos y obispos. La diócesis de Roma estaba representada por el cardenal vicario, Camillo Ruini, y los obispos auxiliares. Participaron numerosas autoridades civiles, entre las cuales el alcalde de Roma, Walter Veltroni. Dos tapices, con escenas de la infancia de Jesús, colgaban de los balcones de las tribunas de la Verónica y Santa Elena.