Obispo de Lourdes: Los santuarios, oasis de evangelización

Entrevista a monseñor Jacques Perrier

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LOURDES, martes, 19 febrero 2008 (ZENIT.org).- Lourdes es «una promesa que no traiciona nunca», dijo el obispo de Tarbes y Lourdes, Jacques Perrier, en la homilía pronunciada el domingo 10 de febrero en la Gruta de las apariciones.

Al inicio del año jubilar, convocado para celebrar los 150 años de las apariciones de la Virgen María a Bernadette Soubirous, el prelado ha concedido una entrevista a Zenit para analizar la actualidad del mensaje dejado por la «bella Señora».

«Las apariciones de Lourdes, como la Cuaresma, nos presentan la misma cuestión –dice monseñor Perrier–, la de la esperanza a la que nuestro Papa ha consagrado su segunda encíclica (Spe salvi): ¿En qué ponemos nuestra esperanza? ¿A qué estamos dispuestos para entrar en la gran esperanza?». «Mi deseo para este jubileo es mostrar el papel de los santuarios en la evangelización actual», subraya.

–En este año especialmente importante para su diócesis, ¿cuál es el mensaje que desea enviar a fieles y peregrinos?

–Monseñor Perrier: Si vienen a Lourdes, serán acogidos con gusto y se les propondrá algo muy sencillo que es seguir el camino del Jubileo, compuesto por cuatro etapas: el baptisterio, donde fue bautizada Bernadette; la antigua prisión, que es un lugar típicamente evangélico; y naturalmente los santuarios y el oratorio donde Bernadette hizo su primera comunión.

Por tanto, el mensaje es demostrar que el fenómeno de las apariciones se enmarca en una vida cristiana que es la vida cristiana de Bernadette y la vida cristiana de la parroquia de Lourdes. Es necesario tratar de volver a plantear el itinerario de la peregrinación, que es un método actualmente en boga, en el marco de una vida cristiana ordinaria, en la Eucaristía, aunque hoy el número de sacerdotes ha disminuido mucho respecto a otros tiempos.

Quienes vengan podrán recorrer este camino. El mensaje de Lourdes no está esencialmente en las palabras sino en un conjunto de actos, de palabras, de gestos, para entrar en el espíritu de las apariciones, a través de este itinerario mediante los cuatro puntos de la ciudad de los santuarios.

Y para todos aquellos que no pueden venir, hay medios para unirse desde lejos (en especial a través de Internet, http://www.lourdes2008.com). Ha sido creado un retiro, más exactamente una novena, para asociarse al camino del Jubileo, porque para nosotros es importante que estas personas puedan vivir el espíritu del Jubileo, al no tener la posibilidad física de participar, a causa de la falta de tiempo y por motivos financieros.

–Este año jubilar es una ocasión para caminar tras las huellas de Bernadette Soubirous y redescubrir el mensaje que la Virgen nos ha transmitido a través de ella. ¿Nos puede recordar el contenido del mensaje y decirnos cuál es la situación actual?

Monseñor Perrier: En este mensaje, hay varios aspectos. Hay un aspecto estrictamente evangélico y constante, que significa que Dios elige a los humildes y a los pequeños, porque Bernadette era, además, inculta. Era inteligente pero no era culta. No sabía leer ni escribir, no iba al catecismo y pertenecía a una familia arruinada.

Está luego el aspecto de la oración: todos los episodios de las apariciones se desarrollan íntegramente en el clima de la oración. Y está además el aspecto de la confianza, es decir que la Virgen y Bernadette se hablan y a veces ni siquiera se hablan. El encuentro se desarrolla en silencio en 18 ocasiones. Existe por tanto esta especie de connivencia, de familiaridad recíproca entre Bernadette y la Señora. Y algo ha quedado. En Lourdes, la gente no tiene miedo. Y por esto hay tanta gente. Ella se presenta como alguien que puede comprender todo y puede recibir todo.

Y hay un aspecto de penitencia que no hay que olvidar. Este aspecto no aparece ni al inicio de las apariciones ni al final sino en medio. Cinco de las apariciones están muy centradas en la penitencia y en tiempo de penitencia es cuando se descubre la fuente, que hoy está muy asociada a Lourdes, porque la difusión de Lourdes a través del mundo se hizo inmediatamente.

Y luego está el nombre. Finalmente la Virgen quiere decir su nombre: acaba diciendo «Soy la Inmaculada Concepción». Por tanto hay pureza total, esta inocencia total, esta integridad perfecta de la libertad.

Como ve, hay muchos aspectos en este mensaje. Y justamente porque hay muchos cada uno puede encontrar algo. En todo caso, este no es un mensaje que se puede resumir únicamente en las pocas palabras que han sido repetidas. El mensaje comporta también los gestos, las actitudes, el tiempo pasado. Todo ello es el mensaje. Es como en el Evangelio: no están sólo las palabras del Evangelio que Cristo pronunció, es el conjunto de la vida de Cristo lo que los Evangelios testimonian.

–¿Cuáles son, en comparación con el pasado, las expectativas de los fieles y de los peregrinos que vienen a Lourdes?

Monseñor Perrier: Hay dos respuestas a su pregunta. La primera, es que no se sabe nada de ello porque justamente no se pregunta a las personas lo que quieren. No son urgidas con preguntas, no son sometidas a sondeos, no deben rellenar cuestionarios. No se les dice: si quieren tal cosa, cojan la fila de la izquierda, si quieren otra, tomen la fila de la derecha. A cada uno se le deja una gran libertad espiritual. Por tanto, desde ese punto de vista, no hay una encuesta de opinión, no tenemos un objetivo como quienes hacen marketing.

Respecto a las motivaciones de la gente, se podría constatar una cierta constancia más que apuntar a una gran renovación. Las dos tesis se podrían mantener. Yo no estoy seguro de que las motivaciones de hoy estén tan alejadas de las de hace un siglo, como se pudiera pensar. Todo ha cambiado en el mundo, pero no estoy seguro de que en lo más profundo el corazón del hombre haya cambiado en este punto, pues al final se observa que son los mismos símbolos los que atraen a la gente: la roca, la gruta, el agua, la luz. Hace 150 años era como ahora. Lo que quiere decir que todo esto llega hasta lo más profundo del ser humano.

–El hecho de que la figura del practicante haya cambiado hoy, el hecho de que su manera de actuar se haya transformado en un imperativo interior más personal, ¿influye en el comportamiento de los peregrinos o de los fieles en su manera de mostrar hoy su amor por Lourdes?

–Monseñor Perrier: La peregrinación en el cristianismo no ha sido nunca una obligación por lo que no está sometida al desprecio de nuestra generación por ser obligatoria. Pienso que esto ha sido siempre objeto de un verdadero voluntariado. Entonces creo que esto se corresponde muy bien con el hoy: todos los lugares de peregrinación, todos los santuarios, en todas las religiones, se llevan muy bien con la hora actual.

Esto es a la vez bueno y menos bueno. Es bueno porque permite a esta dimensión espiritual del ser humano manifestarse, no ser totalmente reprimida. Los regímenes totalitarios han tratado siempre de impedir los lugares de peregrinación. Bajo el régimen comunista polaco, era imposible encontrar un cartel señalando hacia Czestochowa. Por tanto, es verdad que esto existe, pero no es suficiente, pues no se puede edificar una vida cristiana, sin hablar de una vida militante o comprometida, únicamente sobre el hecho de ir frecuentemente a un lugar de peregrinación una vez cada tantos años. Pero es mejor que nada. Por tanto las peregrinaciones y los santuarios tienen un lugar reconocido hoy en la evangelización.

–La peregrinación durante largo tiempo ha sido vista desde el exterior como una petición de curación milagrosa. ¿Piensa usted que esto es así todavía hoy?

–M
onseñor Perrier: Creo que nadie viene de entrada por esto. Ciertamente en la historia de Lourdes esto ha tenido un lugar importante. Pero creo que hoy se habla de curación en todos los sentidos de la palabra. Puede ser la curación de una relación, una curación más psicológica, una curación física, una curación interior. Y luego está la reconciliación. Por tanto es algo bastante abierto. La palabra curación ahora tiene una amplitud mayor, no es sólo física.

–El año pasado, usted juzgó necesario tomar postura sobre la cuestión de las curaciones y milagros ligados a Lourdes, definiendo nuevos enfoques ante las curaciones. ¿Por qué esta necesidad?

–Monseñor Perrier: Porque la medicina ha cambiado tanto que la aplicación de los criterios tradicionales se hace muy difícil. Se ha entrado en una era de probabilismo. Se nos dirá que hay grandes probabilidades de que esta persona haya tenido tal enfermedad y que tenía efectivamente muy pocas oportunidades de curarse. Pero raramente se nos dirá que es absolutamente cierto al 100% que esta persona tuviera tal enfermedad y que es absolutamente cierto que habría muerto tres días después.

El médico de hoy hablará de pronóstico de vida. Ahora bien, los criterios obligan normalmente a decir de manera formal y absoluta: «sí, ella tenía tal enfermedad y era totalmente incurable». Hoy ya no se haba así. Por tanto, no es que la teología haya cambiado, sino que es la medicina la que ha cambiado.

–¿Usted recibe todavía hoy muchas peticiones de reconocimiento de curaciones milagrosas?

–Monseñor Perrier: Se presentan cada año en torno a unos cuarenta casos a la oficina médica, pero se sabe que se trata de una proporción muy baja de entre las personas que, de hecho, se han beneficiado de una curación, de una gracia. Pues mucha gente no sabe que existe este procedimiento. Y entre los que lo saben, a muchos no les interesa presentarse. Entrar en el procedimiento de reconocimiento es un rompecabezas tal que evidentemente no desean iniciarlo.

Hay que saber que es tan complicado como un proceso. En cierto modo se trata de un proceso. En cambio, se reciben innumerables testimonios muy antiguos de cosas que pasaron hace 50 años.

Lourdes ha tenido una proyección mundial casi desde el principio. Esto continúa, entonces sirvámonos de los medios de hoy para que la gente pueda asociarse a nuestra acción de gracias.

Por Isabelle Cousturié, traducido del francés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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