BOGOTÁ, viernes, 7 marzo 2008 (ZENIT.org).- Los Presidentes de las Conferencias Episcopales de los países de América Latina y El Caribe, reunidos en Bogotá para preparar la Misión Continental propuesta por la Quinta Conferencia General del Episcopado (Aparecida, Brasil), pidieron a los gobernantes que «renuncien a opciones violentas y expresiones verbales que hieren y dividen», para solucionar la crisis diplomática que enfrenta Colombia con Ecuador, Venezuela y Nicaragua.
En una declaración conjunta, hicieron un llamado «a buscar con denuedo soluciones que favorezcan la paz y la concordia», para enfrentar «la situación de angustia y tensión» que viven estos países, tras la ruptura de relaciones diplomáticas que siguió a la muerte del jefe guerrillero conocido como «Raúl Reyes», durante un bombardeo a un campamento situado en la frontera colombo-ecuatoriana.
En diálogo con los periodistas, el presidente del CELAM, monseñor Raymundo Damasceno Assis, explicó que a cada Conferencia Episcopal le corresponde «buscar canales de diálogo para buscar una solución pacífica» a esta crisis diplomática.
A su vez el segundo vicepresidente del CELAM, monseñor Andrés Stanovnik, aseguró que «la ruptura de relaciones nunca es una solución» y expresó su «temor» por una posible escalada de violencia.
Los presidentes, «animados por el Espíritu Santo a contribuir en la construcción de la paz entre nuestros pueblos», afirman en su declaración: «Constatamos la fraternidad de nuestros pueblos a lo largo de su historia y acompañamos con preocupación la situación de angustia y tensión, que a raíz de los acontecimientos conocidos, están viviendo los países de Colombia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua y que han originado la suspensión de las relaciones diplomáticas, la restricción de los intercambios y, por parte de los gobernantes, un clima de confrontación y de enemistad».
Hacen «un urgente llamado a los Jefes de Estado para que, basándose en la sabiduría ancestral y el rico patrimonio cristiano de sus pueblos, renuncien a opciones violentas y expresiones verbales que hieren y dividen y los exhortamos a buscar con denuedo soluciones que favorezcan la paz y la concordia».
Consideran «que la Paz de los pueblos pasa por el respeto de la soberanía territorial, la no injerencia en los asuntos propios de cada Estado, el cumplimiento de acuerdos y tratados y el recurso a las instancias y medios consagrados por la diplomacia para dirimir los problemas que eventualmente surjan».
Todos, añaden «desde nuestras responsabilidades y funciones, debemos colaborar para que no prospere este conflicto, evitar que se agudice y afecte a Naciones urgidas de mayor integración y de justicia social y hermanadas, desde sus orígenes históricos, por estrechos lazos culturales, sociales, económicos y religiosos».
Invitan «a todas las comunidades cristianas, a los organismos estatales y comunitarios y a los hombres y mujeres de buena voluntad, a empeñarse en la construcción de sociedades más justas, conciliadoras y fraternas».
Y concluyen exhortando «a todos a elevar oraciones y rogativas para que el Señor aleje para siempre de nuestros países el flagelo de la enemistad y de la violencia y consolide nuestra vocación de ser un continente unido y fraterno».
Por Nieves San Martín