CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 12 junio 2008 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI instó hoy a los obispos de Bangladesh, presentes en Roma con motivo de la visita «ad limina», a perseverar en el diálogo interreligioso, ya que este diálogo, » basado en el respeto mutuo y la verdad, no puede dejar de tener una influencia positiva en el clima social de su país».
Benedicto XVI recordó a los obispos bangladíes que el diálogo interreligioso es «un componente esencial de la misión ‘ad gentes’. De hecho, se puede conseguir mucho bien cuando este diálogo se lleva a cabo en un espíritu de comprensión mutua y de colaboración en la verdad y la libertad».
«Todos los hombres y mujeres tienen la obligación de buscar la verdad», afirmó. «En consecuencia, la contribución más importante que podemos llevar a diálogo interreligioso es nuestro conocimiento de Jesús de Nazaret, ‘el camino, la verdad y la vida'».
Para poder llevar a cabo esta «tarea delicada» es precisa una profunda preparación de los sacerdotes y los laicos, añade el Papa, «en primer lugar, ofreciéndoles un conocimiento más profundo de su propia fe y, a continuación, ayudándoles a crecer en su comprensión del Islam, el hinduismo, el budismo y otras religiones presentes en la región».
En este sentido, afirmó, los cristianos, «como promotores de la armonía y la paz, tienen mucho que ofrecer a la nación».
«Al animar a las personas que comparten valores importantes a que cooperen en aras del bien común, ayudarán a consolidar la estabilidad del país y mantenerla en el futuro».
El Papa les propuso como modelo al apóstol san Pablo, con motivo del Año Paulino que comenzará a finales de este mes. Esta conmemoración, afirma, «será para toda la Iglesia una renovada invitación a anunciar con valentía inquebrantable la Buena Nueva de Jesucristo».
«San Pablo no se avergüenza de predicar el Evangelio; vio en él el poder de Dios para salvar. Al igual que los primeros cristianos, ustedes viven como una pequeña comunidad dentro de una gran población no-cristiana. Su presencia es señal de que la predicación del Evangelio, que comenzó en Jerusalén y Judea, continúa extendiéndose hasta los confines de la tierra en conformidad con el destino universal que el Señor ha querido para ella».
El Papa se congratuló por el aumento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que está experimentando la Iglesia en Bangladesh.
«En este sentido, también quiero expresar mi sincero agradecimiento por la generosa asistencia ofrecida por la Iglesia en otros países, especialmente Corea, en la preparación de sus seminaristas y sacerdotes».
Sin embargo, el Papa insistió en la necesidad de una mayor atención en lo referente a la preparación al matrimonio, labor que considera cada vez más importante: «Muchas veces he mencionado mi preocupación acerca de la dificultad actual de hombres y mujeres para contraer un compromiso para toda la vida. Hay una necesidad urgente por parte de todos los cristianos a reafirmar la alegría del total don de sí en respuesta a la llamada radical del Evangelio».
Finalmente, exhortó a los prelados dar un testimonio personal de «integridad y santidad de la vida»: «Los obispos están llamados a ser pacientes, suaves y amables en el espíritu de las bienaventuranzas. De esta manera, iluminarán a otros las realidades humanas a la luz del Reino de los Cielos».
Por Inmaculada Álvarez