SCRANTON, lunes 6 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Los temas en torno al aborto deberían ser tomados en cuenta a la hora de votar pero no se les debería dar la misma relevancia al menos que conlleven el mismo nivel de gravedad moral, afirma el obispo de Scranton, Pensilvania, Estados Unidos.
En una carta que se leyó este fin de semana en la diócesis, el obispo Joseph Martino considera el argumento: “Con todo lo erróneo que el aborto es, no pienso que sea el único tema relevante sobre la vida a considerar cuando se decide por quién votar”.
El prelado clarifica esta afirmación: “Este razonamiento es válido sólo si otros temas conllevan el mismo peso moral del aborto, como en el caso de la eutanasia y la destrucción de embriones para fines de investigación. Atención sanitaria, educación, seguridad económica, inmigración e impuestos son temas muy importantes. […] Sin embargo, las soluciones a los problemas en estas áreas no implican normalmente un rechazo de la santidad de la vida humana del mismo modo que lo hace el aborto”.
Como prueba de ello, dijo el obispo Martino, “consideren esto: el mejor sistema sanitario y educativo, las más justas leyes de inmigración y la más sólida economía no pueden hacer nada por el niño que nunca verá la luz. Es una trágica ironía que los candidatos ‘por el derecho a elegir’ hayan llegado a apoyar el homicidio, la más grave injusticia que una sociedad pueda tolerar, en nombre de la ‘justicia social’”.
El obispo de 62 años vino a decir que incluso la teoría de la guerra justa “tiene fuerza moral porque se basa en el principio de que la vida humana inocente debe ser protegida y defendida”.
Y añadió: “Ahora, una persona puede, de buena fe, usar mal el criterio de guerra justa hasta el punto de que le lleve a la creencia errónea de que una guerra injusta es justa, pero él o ella sabe todavía que la vida humana inocente no puede ser dañada a propósito. Una persona que apoya leyes permisivas sobre el aborto, sin embargo, rechaza la verdad de que la vida humana inocente nunca puede ser destruida”.
La tarea primordial de la Iglesia de ayudar a los hombres y mujeres a alcanzar la salvación quiere decir que “incumbe a los obispos corregir a los católicos equivocados en estas materias. Todavía más, los funcionarios católicos que persisten en el apoyo público al aborto y otros males intrínsecos no deberían participar o ser admitidos al sacramento de la santa comunión”, añadió el obispo Martino.
El obispo Martino concluyó recordando el ejemplo de un obispo alemán que habló de modo similar en defensa de los inocentes en 1941: hizo una homilía condenando a los nazis por matar a los enfermos mentales.
“¿Debería haberse opuesto a la guerra y permanecer en silencio sobre el asesinato de los enfermos metales? Ninguna persona con conciencia puede dejar de comprender por qué el obispo von Galen habló como lo hizo”, dijo el obispo Martino.
Y añadió: “Mis queridos hermanos, os ruego no os dejéis desviar por la confusión y las mentiras. Nuestro Señor Jesucristo no nos pide seguirle al calvario para que luego tengamos miedo de contradecir a algunos espectadores a lo largo del camino. No nos pide que tomemos su cruz para que la dejemos a la puerta del puesto electoral”.
“Recientemente, el Papa Benedicto XVI dijo que ‘Dios es tan humilde que nos utiliza para extender su palabra’. El evangelio de la vida, que tenemos el privilegio de proclamar, resuena en el corazón de cada persona –creyente y no creyente–, porque llena los más profundos deseos del corazón”.
“Continuemos hablando con una sola voz el lenguaje del amor y afirmando el derecho de cada ser humano a que se respete en sumo grado el valor de su vida, desde la concepción a la muerte natural”.
Traducido del inglés por Nieves San Martín