– S. Em. R. Mons. Emmanuel FÉLÉMOU, Obispo de Kankan (GUINEA)
– S. Em. R. Mons. Joseph Mitsuaki TAKAMI, P.S.S., Arzobispo de Nagasaki (JAPÓN)
– S. Em. R. Mons. Andrzej Wojciech SUSKI, Obispo de Toruń (POLONIA)
– S. Em. R. Mons. Ján BABJAK, S.I., Arzobispo Metropolitano de Prešov, Prjašev para los católicos de rito bizantino, Presidente del Consejo de la Iglesia Eslovaca (ESLOVAQUIA)
– S. Em. R. Mons. Santiago Jaime SILVA RETAMALES, Obispo titular de Bela, Obispo auxiliar de Valparaíso (CHILE)
– S. B. R. Grégoire III LAHAM, B.S., Patriarca de Antioquía de los Greco-Melkitas, Jefe del Sínodo de la Iglesia Greco-Melkita Católica (SIRIA)
– S. B. R. Fouad TWAL, Patriarca de Jerusalén de los Latinos (JERUSALÉN)
– S. Em. R. Mons. Anthony MUHERIA, Obispo de Embu (KENIA)
– S. Em. R. Mons. Víctor Hugo PALMA PAÚL, Obispo de Escuintla (GUATEMALA)
– S. Em. R. Mons. Charles SORENG, S.I., Obispo de Hazaribag (INDIA)
– S. Em. R. Mons. Julio César TERÁN DUTARI, S.I., Obispo de Ibarra (ECUADOR)
– S. Em. R. Mons. Pablo Virgilio S. DAVID, Obispo titular de Guardialfiera, Obispo auxiliar de San Fernando (FILIPINAS)
– S. Em. R. Mons. György UDVARDY, Obispo titular de Marazane, Obispo auxiliar de Esztergom-Budapest (HUNGRIA)
– S. Em. R. Mons. Charles Maung BO, S.D.B., Arzobispo de Yangon (MYANMAR)
– S. Em. R. Mons. Vincenzo PAGLIA, Obispo de Terni-Narni-Amelia, Presidente de la Federación Bíblica Católica (ITALIA)
– S. Em. R. Mons. Jabulani NXUMALO, O.M.I., Arzobispo de Bloemfontein (SUDÁFRICA)
– S. Em. R. Mons. Jesús PÉREZ RODRÍGUEZ, O.F.M., Arzobispo de Sucre (BOLIVIA)
– S. Em. R. Mons. Musie GHEBREGHIORGHIS, O.F.M. Cap., Obispo de Emdeber (ETIOPIA)
– S. Em. R. Mons. Miguel Angel SEBASTIÁN MARTÍNEZ, M.C.C.I., Obispo de Lai (CHAD)
– S. Em. R. Mons. Joseph Mukasa ZUZA, Obispo de Mzuzu (MALAWI)
– S. Em. R. Mons. Antons JUSTS, Obispo de Jelgava (LETONIA)
– S. Em. R. Mons. Néstor Rafael HERRERA HEREDIA, Obispo de Machala (ECUADOR)
– S. Em. R. Mons. Eugène Lambert Adrian RIXEN, Obispo de Goiás (BRASIL)
– S. Em. R. Mons. Patrick Altham KELLY, Arzobispo de Liverpool (GRAN BRETAÑA)
– S. Em. R. Mons. Paolo PEZZI, F.S.C.B., Arzobispo de la Madre de Dios en Moscú (FEDERACIÓN RUSA)
– Revmo. P. Antonio PERNIA, S.V.D., Superior General de la Sociedad del Verbo Divino
Damos seguidamente los resúmenes de las intervenciones:
– S. Em. R. Card. Vinko PULJIĆ, Arzobispo de Vrhbosna, Sarajevo, Presidente de la Conferencia Episcopal (BOSNIA-HERZEGOVINA)
Quisiera detenerme a reflexionar sobre el capítulo séptimo: «La Palabra de Dios en los servicios y en la formación del pueblo de Dios «. En el espíritu de la Constitución Lumen Gentium, aquí se subraya con razón que «los fieles laicos comparten la misión salvífica que el Padre ha confiado a su Hijo para la salvación de todos los pueblos» (n. 51). Sostengo con todo mi corazón la idea de que «el servicio de los laicos exige capacidades diversificadas, que suponen una formación bíblica específica». Más adelante se enumeran diversos grupos en el ámbito de las parroquias y las diócesis (los enfermos, los soldados, los encarcelados, los nuevos movimientos y las asociaciones). En este contexto el Documento de Trabajo recuerda que «un medio privilegiado para el encuentro con Dios que nos habla es la catequesis dentro de las familias, con la profundización de alguna página bíblica y la preparación de la liturgia dominical». Será «tarea de la familia de iniciar a los hijos en la Sagrada Escritura con la narración de las grandes historias bíblicas, especialmente de la vida de Jesús, y con la oración inspirada en los Salmos u otros libros revelados».
La mayoría de nuestras familias tiene en casa al menos el Nuevo Testamento, y muchos tienen también toda la Biblia.
En los países que salieron recientemente del régimen socialista, la Iglesia tiene necesidad de fieles laicos que vivan intensamente el Evangelio de Cristo en la familia y la sociedad, y que vuelvan a participar en la misión de la comunidad eclesiástica.
La preparación familiar al Día del Señor podría ser un verdadero kairos para ellos. Si hay algún movimiento específico aprobado por los Pastores eclesiásticos, o bien Pastores aquí presentes que tengan una experiencia positiva en este sentido, quisiera poder enriquecerme con su experiencia.
Propongo, pues, que las sugerencias del n. 51 del Documento de Trabajo que he mencionado aquí, al final de nuestra Asamblea se formulen en Propositiones que pondremos a disposición del Santo Padre para la Exhortación post-sinodal que se redactará después de este Sínodo.
– S. Em. R. Mons. Emmanuel FÉLÉMOU, Obispo de Kankan (GUINEA)
El Sínodo de Obispos, dedicado a la reflexión sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, constituye para cada uno una gran ocasión de profundizar su unión con Jesucristo, Verbo de Dios encarnado.De hecho, para revelar su proyecto de amor y dar a conocer su voluntad última, Dios nos ha hablado a través de su Hijo. La eficacia de esta Palabra revelada en Jesucristo reside en la potencia divina que libera a los pueblos de sus imperfecciones en el conocimiento de Dios, de sus miedos y de sus errores, de sus incertidumbres y de sus titubeos. El amor de Dios es percibido por las diferentes clases africanas como cumplimiento de su espera. Así, en esta Revelación, que es plenitud, Eschaton de toda Revelación divina, la cercanía de Jesucristo y la transformación positiva de toda cultura mediante su Palabra, resta un punto de atracción y de convicción para nuestros pueblos para dejar purificar sus propias culturas, en particular su propia visión de la voluntad de Dios, de la verdad en todo su esplendor: si el único Dios era ya conocido en nuestras culturas, faltaba sin embargo esa claridad y esa perfección en la cuales el amor no se debe vivir solamente con los hermanos de sangre, sino con todos; esa claridad y esa perfección por la cual se perdona al enemigo en vez de envenenarlo, cuando es necesario mostrar el propio poder. No quiero decir que no existiese el perdón, sino que esta realidad tenía la necesidad de la Palabra de Cristo, de su conocimiento y de su ejemplo, para poder dar este rostro único.
La Iglesia católica en Guinea había manifestado un interés particular por este Sínodo, haciendo participar a todos los grupos eclesiales en la reflexión sobre las Líneas de orientación, fase preparatoria de estos trabajos. Hemos querido así que cada agente pastoral – catequista, religioso, sacerdote, obispo – entrando en una familia, pudiera preguntar: ¿han leído hoy un pasaje de la Biblia y cuál es el mensaje que quieren vivir ahora?
De esta manera queremos insistir sobre la veneración por las Sagradas Escrituras, realizando ceremonias de recibimiento y de valorización de la Biblia en las familias reservándole un lugar específico en el cual cada día sea leído y meditado un pasaje. Los jóvenes tienen necesidad de escuchar a Jesucristo que les habla y nosotros pastores debemos acompañarlos en los Campos Bíblicos, no dirigiendo la formación sólo a grupo. Debemos mostrarles a través de nuestras acciones cómo esta Palabra es el centro de nuestro actuar. Y digamos que la iniciación a la Biblia corresponde a nuestras iniciaciones africanas en las cuales nos ponemos a la escucha del Maestro. Pero aquí solamente no se escucha, se vive del ejemplo de aquél que nos habla, Jesucristo: visitar un enfermo que no es necesariamente un pariente natural, perdonar al enemigo, hacer el bien a quien me odia, amar gratuitamente en un mundo donde todo se hace por interés. Pueda el Resucitado acompañarnos en nuestros diversos caminos, nuevos Emaús, para ayudarnos a permanecer sus testigos, a pesar de las pruebas de la vida.
– S. Em. R. Mons. Joseph Mitsuaki TAKAMI, P.S.S., Arzobispo de Nagasaki (JAPÓN)
El Sínodo s
e ocupa de muchos aspectos de la Biblia y debería conducir y guiar al pueblo a una visión global, iluminándolo para que comprenda lo siguiente: el lugar y la importancia de la Biblia en la vida y la evangelización de la Iglesia; el vínculo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, comprendiendo el significato de pasajes difíciles del Antiguo Testamento; una clara explicación de todas las Sagradas Escrituras con atención al desarrollo de la revelación. La revelación, el magisterium, la fe, la relación orgánica entre liturgia y Escritura son todos campos que es preciso examinar. Es preciso promover el estudio de la hermenéutica de manera adecuada (Introducción, n. 5).
En general, se puede afirmar que quienes intentan vivir una vida cristiana no tienen suficientemente vivificada en sus corazones la fuerza dinámica de la Sagrada Escritura: La Lectio Divina por sí sola no basta. Es importante que comprendamos la Palabra de Dios, la apliquemos a nuestra vida, la compartamos con los demás y la pongamos en práctica a lo largo de nuestra existencia. Cuando leemos la Palabra de Dios y comenzamos a comprender que actúa verdaderamente en la vida de todos los días, nos damos cuenta de que tenemos que comunicarlo a los demás. ¿En términos prácticos, qué podemos hacer para que la Escritura impregne y anime la vida cristiana de los fieles? Es preciso afrontar este tema constantemente.
Por este motivo:
1. Esta Asamblea debería pedir al Santo Padre que «recomendara con fuerza a todos los cristianos del mundo que leyeran, meditaran y compartieran la Sagrada Escritura», especialmente en la Exhortación Apostólica post-sinodal.
2. Habría que publicar un libro en el que se explicaran con detalle los actuales métodos para compartir la Biblia, acompañados por una evaluación, de manera que la gente pudiese escoger entre ellos, según sus condiciones de vida.
3. Un libro titulado «Sunday Gospel Readings with Lectio Divina Year B: MARK, Advent 2008 – Christ the King 2009», escrito por Mons. Anthony Abela como contribución a este Sínodo se publicará también en japonés antes del Adviento de este año.
– S. Em. R. Mons. Andrzej Wojciech SUSKI, Obispo de Toruń (POLONIA)
Me refiero al capítulo V del nro. 34 del Documento de trabajo (IL), donde se dice que «A todos los niveles de la vida eclesial es necesario madurar la comprensión de la liturgia como lugar privilegiado de la Palabra de Dios, que edifica la Iglesia»
Esta afirmación es fundamental por lo siguiente.
Parece ser pues que se debería precisar acerca de qué niveles de la vida eclesial se trata. La palabra «comunidad» se repite con frecuencia en el documento pero, en sí misma, es una palabra ambigua. Se la puede considerar en el sentido de la comunidad eclesial universal, de la comunidad diocesana y de la comunidad parroquial como también de la comunidad religiosa o de las diversas comunidades en el interior de la parroquia y de la diócesis.
Desde el punto de vista pastoral, la comunidad parroquial desempeña un papel particular y pienso que se debería evidenciar de manera más clara como el lugar privilegiado, donde la Palabra de Dios proclamada a los fieles, meditada y confrontada con miles de situaciones de vida cotidiana, da comienzo a la comunidad eclesial.
En la exhortación apostólica Catechesi tradendae, el Papa Juan Pablo II afirma que «la comunidad parroquial debe seguir siendo la animadora de la catequesis y su lugar privilegiado»… «Quiérase o no, la parroquia sigue siendo una referencia importante para el pueblo cristiano, incluso para los no practicantes» (n. 67) La parroquia tiene motivaciones también teológicas. Según la enseñanza pontificia, la parroquia «es una comunidad eucarística. Esto significa que es una comunidad idónea para celebrar la Eucaristía, en la que se encuentran la raíz viva de su edificación y el vínculo sacramental de su existir en plena comunión con toda la Iglesia. Tal idoneidad radica en el hecho de ser la parroquia una comunidad de fe y una comunidad orgánica, es decir, constituida por los ministros ordenados y por los demás cristianos, en la que el párroco -que representa al Obispo diocesano[95]- es el vínculo jerárquico con toda la Iglesia particular (ChL, 26)
– S. Em. R. Mons. Ján BABJAK, S.I., Arzobispo Metropolitano de Prešov, Prjašev para los católicos de rito bizantino, Presidente del Consejo de la Iglesia Eslovaca (ESLOVAQUIA)
La Palabra de Dios es verdadera y Dios obra en la vida del hombre y de todas las Iglesias. En la Iglesia greco-católica en Eslovaquia es testigo de esto la experiencia con la persecución en la segunda mitad del siglo pasado y con el actual desarrollo de nuestra Iglesia.
El poder totalitario trataba de destruir a nuestra Iglesia. Los acontecimientos históricos lejanos en el tiempo y también recientes confirman plenamente, en cambio, la validez de las palabras de Jesucristo: «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres , yo también me declararé por el ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32) Dios cumple estas palabras ya desde ahora, cuando somos testigos del desarrollo de nuestra Iglesia. Agradecemos al Santo Padre Benedicto XVI por el hecho que el 30 de enero de este año, ha elevado a la Iglesia greco-católica que está en Eslovaquia, a Iglesia metropolitana sui iuris con sede en Prešov. Por la gracia de Dios tenemos un número suficiente de vocaciones sacerdotales (la edad promedio de los sacerdotes en el servicio pastoral es de 41 años). Hemos abierto centros de formación para la familia y para la juventud. Estos dones son los frutos del sufrimiento de nuestra iglesia.
La proclamación de la Palabra de Dios en la Iglesia greco-católica en Eslovaquia es ayudada por un rico aprovechamiento de la Palabra de Dios en la liturgia Bizantina (además de las lecturas) no solamente bajo la forma del uso difundido por los salmos sino también en forma de paráfrasis del texto bíblico en la himnografía litúrgica. La Palabra de Dios es comunicada a los fieles también en forma de íconos, los cuales no son solamente una pura ilustración del texto bíblico, sino más bien una «ventana al cielo» a través de la cual se desarrolla el diálogo entre Dios y el hombre, entre el hombre y Dios.
No obstante todas las actividades mencionadas, la escucha que hacen los fieles de la Palabra de Dios se ve a menudo impedida por el hecho ser influenciados por un fuerte relativismo secular. Otro problema es que la catequesis pre bautismal es insuficiente para hacer que los padres sean capaces de educar a sus hijos en la fe. Un problema particular para la acogida de la Palabra de Dios en las familias es la inmigración de muchos fieles, por motivos laborales, sobre todo de los padres, hacia regiones alejadas o también hacia al exterior.
– S. Em. R. Mons. Santiago Jaime SILVA RETAMALES, Obispo titular de Bela, Obispo auxiliar de Valparaíso (CHILE)
Presentación de tres criterios para la lectura cristiana de la Biblia que hay que tener en cuenta en virtud de la cultura de hoy.
Estos criterios son:
– La sed de Dios, por lo que necesitamos una «pastoral bíblica» entendida como animación bíblica de la pastoral.
– La identidad de hijos de Dios, discípulos de Jesús y templos del Espíritu, para lo que necesitamos una creciente espiritualidad bíblica que haga experiencia del amor de Dios.
– La condición de «familia de Dios» que se reúne a reconocer su identidad y a celebrar su condición de hijos de Dios y discípulos de Jesús, disponiéndose a la misión. Su misma unidad es ya testimonio misionero.
Estos criterios hay que plantearlos y, a la vez, resultan del diálogo con la cultura y la condición del hombre de hoy. Todo lo presentado brota de la Biblia, del encuentro de Jesús con sus dos primeros discípulos según san Juan.
– S. B. R. Grég
oire III LAHAM, B.S., Patriarca de Antioquía de los Greco-Melkitas, Jefe del Sínodo de la Iglesia Greco-Melkita Católica (SIRIA)
La Palabra de Dios es el lugar privilegiado del encuentro y el diálogo entre los hombres, en cuanto se convierte verdaderamente en una Palabra para mí y para el otro; me invita al encuentro con Dios y al encuentro con el hermano, necesita una epíclesis de manera que pueda convertirse en la Palabra para el otro, para la sociedad y para el mundo, adaptada a cualquier condición y cualquier circunstancia de la vida.
El cristiano oriental vive su fe en primer lugar mediante la liturgia, basada en la Eucaristía u orientada hacia ella, con un contenido esencialmente escriturario. La mesa de la Palabra de Dios y la mesa eucarística son inseparables. Así pues, la Palabra de Dios es leída, meditada, predicada, celebrada y también escrita como icono.
Durante la proclamación solemne del Evangelio, los niños y las personas que sufren o están enfermas, apoyan su cabeza en el Evangeliario para pedir la gracia que necesitan.
El día de Pascua, los fieles veneran el Libro del Evangelio y el icono de la Resurrección, después se abrazan los unos a los otros, porque la Palabra de Dios es Palabra de reconciliación.
En la ordenación episcopal, «el primer jerarca pone sobre la cabeza del elegido su OMOPHORION, luego toma el venerable Evangelio, lo abre y lo apoya al contrario sobre la cabeza y el cuello del elegido» pidiéndole a Dios que fortalezca «a este elegido, juzgado digno de llevar el yugo del Evangelio» para trabajar en su difusión.
Me gustaría poder compartir con vosotros la Palabra de Dios que nos une. No debemos tener miedo de los versículos del Corán y que nuestros hermanos musulmanes tampoco tengan miedo del Evangelio o la Torá.
– S. B. R. Fouad TWAL, Patriarca de Jerusalén de los Latinos (JERUSALÉN)
«Verbum caro hic factum est» (Jn 1, 14). Esta frase nos conduce hasta el umbral del gran misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios en Tierra Santa, donde decidió poner «su Morada entre nosotros» (Jn 1, 14).
En esta Tierra Santa «muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos, nos ha hablado por medio del Hijo» (Hb 1, 1-2). Por último, en esta Tierra Santa el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y se cumplió lo que dice la Escritura «os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14, 26).
Por todas estas razones, el gesto de leer, estudiar y meditar la Palabra de Dios recibe un valor y una fecundidad únicos cuando se realiza en Tierra Santa, que conserva no sólo la historia, sino también la geografía y la topografía de la salvación.
El conflicto entre Israel y Palestina comporta dificultades de lectura y de comprensión de determinados pasajes de la Biblia. En efecto, en general, los cristianos árabes con frecuencia tienen dificultades al leer el Antiguo Testamento, no a causa de la Palabra de Dios en sí misma, sino a causa de las interpretaciones políticas e ideológicas.
Dos principios nos protegen de las interpretaciones políticas e ideológicas: 1. Leer e interpretar la Palabra a la luz de Cristo. Jesús dijo: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo retomó y recapituló en su persona todas las categorías del Antiguo Testamento para darles un impulso nuevo y un significado nuevo (les ha «dado cumplimiento»). Es en Él y a través de Él que se puede leer y comprender el Antiguo Testamento.
2. El segundo principio de interpretación es la Iglesia. Cualquier interpretación fuera de la Iglesia es una interpretación peligrosa.
Para concluir, quisiera aprovechar la ocasión de la presencia del Santo Padre y de todos los Padres Sinodales para lanzar un llamamiento en favor de Tierra Santa y pedir más oraciones, más solidaridad y más peregrinaciones para ayudarnos a ser los testigos de Cristo, Mesías, Salvador «en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).
– S. Em. R. Mons. Anthony MUHERIA, Obispo de Embu (KENIA)
A pesar de existir una mayor facilidad de acceso a la Biblia, igualmente a veces la vida cristiana continúa de alguna forma permaneciendo»fuera»del ámbito de la Escritura. La sólida presencia en África de los evangélicos, que se jactan citando pasajes de memoria, ha llevado a confundir el «conocimiento de la Escritura» con la simple «memorización » de un cierto número de pasajes,
que citan de memoria y los acompañan con una interpretación «original» autónoma (cf. I.L. n. 29)
Pareciera que aún no logramos escuchar la voz de la «Palabra» que resuena incisivamente y con fuerza. Considero que ha llegado el momento de contar con más espacios y tiempo para «escuchar» la Escritura con mayor atención. Para «escuchar más», si prefieren, mientras «leemos»! Para que «la Palabra» resuene, tenemos necesidad de espacios para escuchar en silencio y para meditar (cfr. Documento de trabajo n. 23)
En el contexto católico, la Escritura es característica de la liturgia: a través de su proclamación en la liturgia de la Palabra y a través de la explicación de la homilía en la liturgia! En el contexto patrístico, la «divulgación de la Palabra» no era simplemente la explicación de la perícope en términos académicos, ni una nota marginal como ayuda para extraer una lección moral. Es verdadero penetrar en el «hoy» de la «Palabra», viviendo como contemporáneos de la imagen o de la perícope, escuchándola como invitación personal y comunitaria. Cuando la Palabra de Dios es proclamada de manera incisiva, los fieles gustan la liturgia. El compartir la Biblia deviene entonces, una continuación del compartir la Palabra en la «mesa de la Palabra» (cfr. Is 55, 10-11; Sacramentum caritatis n. 45c).
En la homilía, el ministro ayuda a los fieles a «escuchar» la Palabra, guiándolos hacia una respuesta en su situación específica. Y esto lo puede hacer si él mismo dedicó tiempo a la meditación de la Escritura. En este contexto, debemos fortalecer entre nuestros sacerdotes y nuestros seminaristas la necesidad de incluir en su programa personal de espiritualidad el tiempo tradicional cotidiano empleado en la lectura de las Escrituras o Lectio Divina!
– S. Em. R. Mons. Víctor Hugo PALMA PAÚL, Obispo de Escuintla (GUATEMALA)
La animación bíblica de la vida y misión de la Iglesia encuentra hoy el panorama sombrío de la deformación de la Palabra de Dios, no sólo por los consecuencias de la anulación de los criterios de la regula fidei y de la analogia fidei en el principio de la sola Scritpura de la Reforma Protestante, sino en el surgimiento de »una nueva gnosis» que introduce en la interpretación bíblica elementos extraños a la esencia del cristianismo. Más allá del grave fundamentalismo en las sectas se trata de servicios religiosos pseudocristianos que como expresión del antropocentrismo cultural e incluso existencial de la actualidad, utilizan la Biblia para proponer ideas de progreso material, de reinvención de sí mismo, de conocimiento de caminos de anulación del dolor, etc. Especialmente en regiones pobres o emergentes de América Latina, la necesidad de una cosmovisión económica y para algunos, necesariamente religiosa, que ayude a superar los conflictos de pobreza, corrupción administrativa, frustración económica, inseguridad ciudadana, etc., crea un campo fértil para la mercadotecnia de la llamada «teología de la prosperidad»: un falso Dios aparentemente bíblico, pero no cristiano que reduce el horizonte de su acción en la vida humana a pobreza como «maldición» y a riqueza como «bendición o prosperidad». Urgen una formación y pastoral bíblicas que unan Biblia y Tradición, para vivir el encuentro con Jesucristo como camino para la
conversión, la comunión y la solidaridad (cfr JUAN PABLO II Ecclesia in America 12ss) en el privilegio por sobre todo del Misterio del Dios Amor (cfr BENEDICTO XVI, Deus est caritas 4ss).
– S. Em. R. Mons. Charles SORENG, S.I., Obispo de Hazaribag (INDIA)
Procedo de una región tribal de la India. Hay cerca de un millón ochocientos mil católicos tribales de esta misión esparcidos en distintas partes de la India.
En la Carta a los Hebreos leemos: «Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos, nos ha hablado por medio del Hijo» (Hb 1, 1-2). En la religión tribal Dios se ha manifestado mediante la naturaleza. Es muy fácil para ellos aceptar a Jesucristo como el Hijo del Ser Supremo.
Dios, que es amor, habló mediante Jesucristo para el bien de cada ser humano.
Jesús manifestó el amor del Padre mediante sus actos de curación y de amor, sus enseñanzas y parábolas.
La misión de Jesús fue la proclamación del Reino, que es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo (cfr. Rm 14, 17). Incluía una actitud de servicio. Jesús que lava los pies a sus discípulos representó una gran lección (cfr. También Mc 10, 42-45).
Dios nos dio a su Hijo único como Salvador. Jesucristo, su Hijo, amó tanto a la humanidad que se dio a sí mismo en la Eucaristía, por nosotros (cfr. Cor 11, 23-25). Quienes comen su cuerpo y beben su sangre se convierten en Hermanos y Hermanas de sangre en Jesucristo. La Eucaristía nos recuerda el supremo sacrificio de Jesús en la cruz, que rezaba por el perdón de los enemigos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34).
La Palabra de Dios tiene el poder de construir la comunidad. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que los cristianos «se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Hch 2, 42). Puesto que los cristianos proceden de distintas culturas y usan distintos lenguajes, la Palabra de Dios como palabra de fe da forma a su comunión. La Palabra de Dios lleva a las personas a vivir como una comunión eucarística de testimonio y servicio.
– S. Em. R. Mons. Julio César TERÁN DUTARI, S.I., Obispo de Ibarra (ECUADOR)
En América Latina ha surgido la llamada ‘teología de la liberación’ que pretendía basarse en una exégesis bíblica desde la propia situación de pobreza, orientada a los anhelos múltiples de liberación en nuestros pueblos. Bien acertadamente el Magisterio ha llamado la atención repetidas veces sobre errores y peligros de estos ensayos. Pero no ha dejado tampoco de alentar a los teólogos, para que la Escritura Sagrada ilumine los nuevos itinerarios que la Palabra de Dios quiere cumplir, respondiendo a las esperanzas y desafíos de hoy; hay que recoger de allí los puntos siguientes:
1. La reflexión teológica debe ubicarse en el contexto de la propia comunidad cristiana, sujeto privilegiado para comprender el sentido profundo de la Escritura, superando interpretaciones subjetivas, reduccionistas o ideológicas; se trata no de una ‘iglesia paralela’ ni de una iglesia exclusiva de los pobres, sino de la Iglesia particular que, dentro del misterio de Cristo, está constituida jerárquicamente
2. Esta lectura comunitaria de la Escritura debe confrontarse con los signos de pecado y de gracia que configuran el mundo globalizado y, en América Latina, ha de prestar una especial atención a los pobres con sus muchos rostros y voces, en las nuevas y lacerantes formas de pobreza, y en las nuevas y esperanzadoras vías de liberación integral, atendiendo también al testimonio de quienes dan su vida día a día, a veces hasta derramar la sangre, en el seguimiento de Jesús pobre y humilde de corazón (Cf. Documento de Aparecida, 399-405).
3. Así, la elaboración de la reflexión teológica, sobre todo en las Universidades Católicas, no tendrá dificultad en articularse también con la exégesis científica, en conformidad con las oportunas indicaciones del Magisterio para impulsar ese nuevo espíritu misionero que requiere hoy la cambiante situación cultural de nuestro continente (Cf. Aparecida 124, 341,344).
4. Como culminación del trabajo de los teólogos ha de ofrecerse siempre la persona misma del Señor de la Iglesia: ese Jesús histórico que aparece en los Evangelios y que es el mismo Cristo resucitado, realmente presente en la Iglesia por el misterio de su Pascua.
– S. Em. R. Mons. Pablo Virgilio S. DAVID, Obispo titular de Guardialfiera, Obispo auxiliar de San Fernando (FILIPINAS)
El Documento de Trabajo justamente reclama la atención sobre la sana tensión entre la exegesis y la teología en la Iglesia. Mientras que la teología con frecuencia insiste en el poder de la Palabra de Dios, siempre tendremos necesidad de la exegesis para recordar, al mismo tiempo, la humildad de la Palabra de Dios. ¿Acaso no nos encontramos a menudo sin palabras ante lectores serios de la Biblia entre nuestros fieles, que se sienten escandalizados por pasajes de la Escritura llenos de violencia, intolerancia, crueldad, duplicidad y todas las demás contradicciones que son características de la humanidad que compartimos con todos los demás hijos e hijas de Adán? Y, a pesar de ello, no los hemos eliminado del canon de las Escrituras. En este canon, existen textos que niegan la resurrección y la vida después de la muerte y textos que la confirman. Hay textos que consideran a Satanás un miembro de la corte celeste con una tarea específica y otros que lo presentan como un ángel caído. Tenemos textos que declaran que el mal es una consecuencia del pecado del hombre e insisten en la culpa humana, y otros que presentan el mal como una enfermedad y los seres humanos como simples víctimas, que únicamente pueden confiar en la misericordia de Dios. Tenemos textos que ponen énfasis en la gracia divina y otros que colocan el esfuerzo humano en primer plano.
Ascenso y descenso, lo divino y lo humano, lo sublime y lo despreciable son aspectos del misterio de la revelación divina, de la Palabra de Dios en palabras humanas, del Dios encarnado, que siempre requerirán la contribución tanto de los exegetas como de los teólogos y, sobre todo, de los pastores, que tienen la tarea de mantenernos unidos en humildad y con la debida disposición a la escucha y la abnegación, con la atención concentrada en Jesús – el Dios con un rostro humano – en su potencia en la debilidad, en su sabiduría en la necedad, en su exaltación mediante la humillación.
– S. Em. R. Mons. György UDVARDY, Obispo titular de Marazane, Obispo auxiliar de Esztergom-Budapest (HUNGRIA)
Hago referencia al capítulo quinto del Documento de trabajo.
La catequesis de la Iglesia – tanto la catequesis inicial como la sistemática -, junto con la liturgia, la diaconía y la vida de testimonio de la comunidad, tiene grandes posibilidades y responsabilidades en la tarea de dar a conocer la Palabra de Dios y conceder nuestra vida a la persona, a las enseñanzas y a la Iglesia de Jesucristo. En la catequesis, adaptándonos y siguiendo la naturaleza de la Palabra de Dios, podemos mostrar la característica de la Palabra de Dios: su fuerza personal, que invoca e invita o interroga.
La Palabra de Dios – aunque la leamos «del libro», nos transmite una historia de milenios atrás, aunque lleve signos de una cultura que nos es poco conocida -, sin embargo, se pronuncia «ahora», se dirige a «mí». La Palabra resuena desde el eterno presente de Dios. Dios actúa «ahora» mediante su Espíritu Santo. Me llama ahora a examinar mi vida, me invita a renacer – a la conversión – Él nos da consuelo y esperanza, Él nos libera y Él pronunciará un juicio sobre nosotros (cfr. Is 55, 10-11).
Nuestra catequesis es eficaz si percibe y sirve a este momento creador. C
on este momento podemos esperar que el conocimiento adquirido pueda transformar verdaderamente la vida.
A veces los libros, los medios auxiliares y los métodos utilizados en la enseñanza religiosa y en la catequesis de las diversas edades usan la Santa Escritura – Palabra de Dios – como una historia para ilustrar un tema, como una parábola moral, o la presentan únicamente como un testimonio de una experiencia existencial fundamental y general.
Está claro que se podrían mejorar muchos libros, medios, métodos para la catequesis, pero el éxito, de vez en cuando, depende de la persona que hace la catequesis – del pastor, del catequista. Éste se convierte – siguiendo la dinámica de la Encarnación – en el método de la Palabra de Dios, ofreciendo su vida a la obra del Espíritu de Cristo.
Es bellísimo contemplar la historia de los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24, 13-35), donde Cristo Resucitado aparece como maestro, hermeneuta – quizás se pueda decir – como catequista.
Por lo tanto, a mi juicio, el uso correcto de la Biblia no es fundamentalmente una cuestión metódica, sino que es la cuestión más personal: mi relación personal con la Palabra de Dios.
– S. Em. R. Mons. Charles Maung BO, S.D.B., Arzobispo de Yangon (MYANMAR)
La Iglesia en nuestra zona del mundo proclama el Evangelio en medio de duras restricciones, privaciones y de un auténtico sufrimiento. Con Pablo podemos decir: «completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne» (Col 1, 24). Muchos de nuestros grupos étnicos tienen su propia Biblia, a menudo realizada con la ayuda de misioneros pioneros.
La Palabra se encarna de muy diversas maneras en los distintos países. En el mundo libre, mediante la proclamación, el anuncio público; pero en otras partes del mundo, la misión de la Iglesia, la Buena Noticia, tiene que enfrentarse a retos asfixiantes. Su deber de predicar la Buena Noticia es desafiado por las fuerzas de las tinieblas. Durante este Año Paulino, tenemos que afrontar los mismos desafíos que encontró el gran apóstol de la Palabra.
Somos una Iglesia pobre y nuestra única gloria es «conocer a Cristo» y el «apoyo de la Palabra». La Palabra tiene un papel importante en la vida de nuestra gente. «La diakonia o servicio de la caridad es una vocación de la Iglesia de Jesucristo […]. Es necesario que la Palabra de Dios lleve al amor del prójimo» (IL 39). Nos guían las palabras del Santo Padre en la Deus Caritas est: «La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra» (22).
El mandato evangélico, «dad de comer a los hambrientos, vestid a los desnudos», ha recobrado fuerza después del reciente paso del terrible ciclón Nargis. Casi 150.000 personas murieron y dos millones se convirtieron en refugiados en su país. La nación vivió un luto.
Con la ayuda del Señor hemos devuelto la vida a muchas comunidades. Las iglesias se han convertido en campos de refugiados. En estos campos hemos celebrado una liturgia única: la de anunciar la Palabra, acompañando y compartiendo el pan a través de la ayuda. El mundo se ha convertido en nuestro altar y hemos partido el pan de la hermandad con las multitudes destrozadas. El Evangelio predicado ha sido el alimento dado a los hambrientos, que ha producido la vida y la luz que hemos dado en los últimos cinco meses.
– S. Em. R. Mons. Vincenzo PAGLIA, Obispo de Terni-Narni-Amelia, Presidente de la Federación Bíblica Católica (ITALIA)
Urge un nuevo Pentecostés. Debemos salir del cenáculo y predicar a «los setenta pueblos»- a todos los pueblos de la tierra- el único Evangelio en las diversas lenguas. Y nos encontramos ya ante un desafío: hay más de seis mil lenguas, pero la Biblia se ha traducido por completo sólo en 480 lenguas y el Nuevo Testamento en 1.168. Quedan más de 4.000 lenguas. Estamos frente a una tarea que es también de carácter económico. Para algunas lenguas se puede repetir la aventura de ser codificadas con la traducción de la Biblia. Obviamente, el desafío es de orden pastoral. El acuerdo entre la Federación Bíblica Católica y las Sociedades Bíblicas es un pequeño ejemplo de comunión también en el campo ecuménico. Es necesario que del Sínodo surja un nuevo entusiasmo por las Escrituras. Ya lo decía el beato Juan XXIII. Existen las condiciones para que este entusiasmo atraiga la atención de la gente. La encuesta promovida por la Federación Bíblica demuestra la aceptación con la que cuenta la Biblia entre todas las personas. La mayoría de los entrevistados en los dieciséis países del mundo donde se llevó a cabo dicha encuesta considera oportuno que la Biblia sea enseñada en las escuelas. Al mismo tiempo, sin embargo, todos consideran que la Biblia es de difícil comprensión y que necesita ayuda para ser entendida. Se podría decir que los datos confirman que la Sola Scriptura no alcanza. Es necesario también un acompañamiento. Es el verdadero desafío que tenemos por delante.
No debemos temer que la Biblia abunde en manos de todos, no sólo de los fieles. Lamentablemente, si por un lado es verdad que en las casas suele haber una Biblia, es rarísimo que cada cristiano tenga su propia Biblia personal. A mi juicio, debería ser uno de los objetivos del Sínodo. Si la Biblia, además, como dicen los Padres, contiene «La carta de amor de Dios a los hombres», ¿por qué retrasar o, peor aún, evitar la entrega? En todo caso, lo que se nos pide es que redoblemos el compromiso para acompañar su lectura. La gente debe aprender a rezar con la Biblia. Por desgracia, la encuesta pone en evidencia que sólo un pequeña minoría lo hace. Es precisamente esto lo que debemos proponernos: ayudar a nuestros fieles y a todos aquellos que se acercan al texto bíblico a entrar en el misterioso y salvífico diálogo que entreteje la Escritura entera. La lectura de la Biblia dilata la mente y calienta el corazón.
– S. Em. R. Mons. Jabulani NXUMALO, O.M.I., Arzobispo de Bloemfontein (SUDÁFRICA)
La experiencia actual es ésta: pequeñas comunidades cristianas y grupos de vecinos se encuentran regularmente para realizar algunas actividades, y han establecido como regla que, antes de cualquier tarea, se dedique un poco de tiempo a la lectura orante del texto sagrado y a la fracción del pan de la Palabra bajo la guía del Espíritu Santo, que se reflexione sobre la Palabra y se comparta la oración. Los grupos o pequeñas comunidades cristianas reciben una nueva fuerza y crecen impregnados de alegría y vitalidad, ya que Jesucristo está presente en medio de ellos (DV 2). Esto mejora también la calidad de las celebraciones litúrgicas en las parroquias. Por lo tanto, este Sínodo no discute a vuoto de la importancia de la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Mientras intenta hacer más intensa la promoción de la Escritura en la vida de la Iglesia, esta asamblea también está inspirada por lo que ya está sucediendo y creciendo en el seno de la Iglesia. En este evento existe una dialéctica que une, ya que los Padres sinodales se sienten estimulados por lo que ya está sucediendo en sus vidas y, a su vez, confirman y animan a los ministros de la Palabra y promueven la formación, para hacer que madure lo que ya está suciediendo en el contexto de la misión de la Iglesia. En otras palabras, se trata de consolidar lo que ya se ha iniciado, si bien todavía se encuentra en una fase inicial en muchas partes del mundo, y de favorecer un nuevo aumento y desarrollo de este compromiso pastoral, espiritual y bíblico.
Por lo tanto, como parte del desarrollo de este compromiso, la Lectio Divina, el método de los siete pasos y otros métodos semejantes para la lectura de las Escrituras y para la reflexión orante, deberían ser accesibles a todos los miembros de la Iglesia (DV 22). Ello exige una inversión espiritual enorme y de personal para este ministerio: sacer
dotes, religiosos, laicos y jóvenes, según el desafío del Concilio Vaticano II (DV 24) porque existe un deseo ardiente de hacer de la Escritura el alma de la vida y de la misión de la Iglesia. Por consiguiente, esto es una invitación a desarrollar con fuerza y a instituir nuevos centros para el apostolado bíblico y para la formación en los métodos y en el arte de leer la Escritura, para la reflexión sobre la Palabra y la oración bíblica, y para ahondar en el conocimiento de las Escrituras. Los que ya existen han demostrado su validez y deberían ser dotados de personal que trabaje con dedicación. Por último, un elemento fundamental: hay que hacer traducciones de la Biblia en las lenguas locales para alcanzar todos los rincones de la tierra.
– S. Em. R. Mons. Jesús PÉREZ RODRÍGUEZ, O.F.M., Arzobispo de Sucre (BOLIVIA)
Hay que marcar las relaciones intrínsecas, vitales y permanentes que hay entre la Biblia y la catequesis. En la práctica, bien sabemos que el uso que se ha hecho de la Biblia en el trabajo catequístico ha sido fragmentario, limitado y, a veces instrumentalizado. Nos hemos ido quedando mas bien en el cauce desgastado del río y no hemos ido a beber de la fuente, donde brota la vida. La Sagrada Escritura se ha constituido mayormente apenas en apoyo o mero soporte de los contenidos, y no en FUENTE NORMATIVA Y VITAL de los mismos.
Como profesional de la Palabra de Dios el catequista debe conocer la Sagrada Escritura, saber traducir el misterio de la salvación consignado en ella a un lenguaje accesible y compresible que ayude a educar la fe de su comunidad en el contexto que ésta vive y para que ella sepa dar respuestas creativas a las interpelaciones de Dios que le llegan a través de los desafíos que la realidad global le plantea. Por ello, la Conferencia Boliviana ve como un reto adecuar el lenguaje bíblico a las necesidades y lenguajes de hoy, al mundo moderno.
La catequesis de la comunidad ha de cuidar, en su práctica, algunas claves de lectura que le ayuden, por un lado, a respetar el texto sagrado y, por otro a interpretarlo correctamente para la vida de las personas y de los pueblos.
La relación primaria entre Biblia y catequesis ha de entenderse y asumirse como FUENTE y no como un recurso didáctico o un simple apoyo a los contenidos.
Es importantísimo distinguir la catequesis en general de la catequesis bíblica, en particular.
Es necesario que el texto bíblico llegue a todos, desde los niños. Para ello, la Iglesia Boliviana se ve imposibilitada.
Por eso, pide a las iglesias con mayores recursos económicos ayudar a la adquisición de la Sagrada Escritura a los que tienen menos posibilidades.
Así mismo, pensamos que se pudiera señalar una Jornada Mundial de la Biblia, ya son varios los países que tienen, no sólo el día de la Biblia, sino también el mes de la Biblia.
– S. Em. R. Mons. Musie GHEBREGHIORGHIS, O.F.M. Cap., Obispo de Emdeber (ETIOPIA)
Como para todas las iglesias cristianas, para la tradición eritreo-etíope la Biblia es «Palabra inspirada», «Palabra de Dios». Uno de los testimonios bíblicos invocado en apoyo de esta afirmación es el pasaje de la segunda epístola a Timoteo 3,16-17 que dice: «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena». Los autores sacros están iluminados, es más, están «habitados» por el Espíritu Santo. Todos los libros bíblicos considerados canónicos por las demás iglesias cristianas lo son también para la iglesia eritreo-etíope, la cual además posee el mayor número de libros inspirados: son 81 libros, 46 del Antiguo y 35 del Nuevo Testamento. En la tradición eritreo-etíope el concepto de canon es flexible y tiende a incluir más que a excluir. La inspiración que ha dado vida a los libros sagrados se concibe como un proceso dinámico que se mantiene dentro de la comunidad de los creyentes. El vasto patrimonio de la tradición cristiana se considera justamente como irradiación, muchos textos como brotes de la Palabra de Dios. Es este el motivo por el que algunos de los textos bíblicos, presentes en el canon de la Iglesia eritreo-etíope, son descritos como awald (hijos, progenie [de la Biblia]).
La tradición eritreo-etíope ve la traducción de los textos bíblicos de las lenguas originales al geez y su interpretación como a dos hermanas, como dos caras de la misma moneda. El mismo Espíritu que ha iluminado al autor sacro guía el corazón y la mente del intérprete que con la fe busca el misterio que encierra la palabra. Los comentarios conocidos como andemta tienen ante todo un imperecedero valor pedagógico. El primer paso, el fundamental, es el aprendizaje de la Palabra. Se lee el texto geez y se traduce en la lengua corriente procurando captar los distintos matices del original. A la lectio le siguen el análisis gramatical y una discusión sobre algunas posibles cuestiones de crítica textual. La primera clave de interpretación se busca dentro de la Biblia. Explicar la Biblia con la misma Biblia es uno de los elementos fundamentales de la hermenéutica eritreo-etíope. Además, los Padres de la Iglesia son una fuente inagotable para los intérpretes.
– S. Em. R. Mons. Miguel Angel SEBASTIÁN MARTÍNEZ, M.C.C.I., Obispo de Lai (CHAD)
Les hablo en nombre de la Conferencia Episcopal de Chad. Este país, ubicado en el centro de África, ha sido evangelizado sólo desde hace pocos años.
Nuestra Iglesia Familia de Dios que está en Chad ha optado, según el deseo del Sínodo para África, por las Comunidades Eclesiales de Base. Estas comunidades se nutren de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Durante su reunión semanal, se lee la Palabra, se reza y se busca lo que los cristianos deben hacer para cambiar todo aquello que, en sus vidas, no está en conformidad con el Evangelio. Los cristianos se reúnen los domingos, pero muchos de ellos sólo para la celebración de la Palabra, porque no contamos con muchos sacerdotes.
En nuestro país vivimos unas situaciones sociales y políticas muy conflictivas, debido, sobre todo, a una interminable guerra que lleva ya más de cuarenta años. Nosotros estamos convencidos de que la Palabra de Dios es una palabra de Paz, una palabra que anuncia la Paz y que invoca la Paz, el perdón, la reconciliación y la justicia. La escucha y la oración de la Palabra de Dios son esenciales en la vida y en la misión de nuestra Iglesia. ¡Ello es un desafío para nosotros!
La Palabra de Dios nos ilumina y nos anima a comprometernos por la promoción del hombre y la mujer de Chad. El nuestro es un país empobrecido a pesar de nuestras riquezas naturales, por eso trabajamos para un desarrollo humano integral. Desarrollamos este trabajo junto con nuestros hermanos protestantes.
Tenemos otro desafío: el de la difusión de la Palabra de Dios. A causa del porcentaje de analfabetismo, de la falta de Biblias en lengua local y del coste de las Biblias. Queremos trabajar por el apostolado bíblico.
– S. Em. R. Mons. Joseph Mukasa ZUZA, Obispo de Mzuzu (MALAWI)
En nombre de la Conferencia Episcopal de Malawi (ECM), deseo decir que la mayor parte de nuestras pequeñas comunidades cristianas (SCC) depende de la Palabra de Dios y vive de ella pues celebra la Eucaristía sólo una vez al mes y en ocasiones, hasta una vez cada tres o más meses. Ellas viven de la Palabra de Dios.
Es, por lo tanto, importante para nosotros formar a los distintos agentes de evangelización y a nuestros cristianos en la Lectio Divina y en la Palabra compartida. Apreciamos el ejemplo de María, nuestra Madre, que escuchaba, meditaba y vivía la Palabra de Dios (Lc 2, 19)
– S. Em. R. Mons. Antons JUSTS, Obispo
de Jelgava (LETONIA)
En mi discurso hago referencia al número 28 del Documento de trabajo: la Palabra fluye (cf 2 Ts 3, 1) y desciende como una fecunda lluvia del cielo (cf Is 55, 10-11). También deseo hablar de los mártires del siglo XX, especialmente los de mi país, Letonia. Sacerdotes, hombres y mujeres han muerto por haber proclamado la Palabra de Dios.
Recuerdo a nuestro sacerdote letón Viktors, que durante el régimen soviético de Letonia fue arrestado porque tenía la Santa Biblia. A los ojos de los agentes soviéticos las Sagradas Escrituras aparecían como un libro antirrevolucionario. Los agentes tiraron al suelo las Sagradas Escrituras y ordenaron al sacerdote que las pisara. El sacerdote se negó y se arrodilló a besar el libro. Por este gesto fue condenado a diez años de trabajos forzados en Siberia. Diez años más tarde, cuando el sacerdote regresó a su parroquia y celebró la Santa Misa, leyó el Evangelio. Alzó el leccionario y dijo:»¡La Palabra de Dios!». La gente lloró y dio gracias a Dios. No se atrevió a aplaudirlo, porque habría sido interpretado como una nueva provocación.
En Letonia, durante la era soviética, no estaba permitido imprimir libros religiosos, Sagradas Escrituras o catecismos.
El razonamiento era el siguiente: si la Palabra de Dios no está impresa, no habrá ninguna religión. Nuestro pueblo letón ha hecho lo que ya habían hecho los cristianos de los primeros siglos: se ha aprendido de memoria fragmentos de las Sagradas Escrituras. Todavía hoy en Letonia se conserva viva una tradición oral. Estamos sobre los hombros de nuestros mártires para proclamar la Palabra de Dios. Nuestros nietos recuerdan a sus abuelos y a sus abuelas, que murieron por su fe y desean, a su vez, ser «héroes» de la fe.
¡En Letonia proclamamos la Palabra viva de Dios! Hacemos procesiones y peregrinaciones, cantamos y rezamos y decimos: «Ésta es la Palabra de Dios» por la que han muerto nuestros abuelos. En Letonia, cuando la Santa Misa dura sólo una hora, la gente dice que se trata sólo de un calentamiento para el verdadero encuentro con Dios en el Sacramento y en su Palabra.
– S. Em. R. Mons. Néstor Rafael HERRERA HEREDIA, Obispo de Machala (ECUADOR)
Si la Palabra de Dios es fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora, surge la importancia y necesidad de una Pastoral Bíblica, la cual implica:
1. Poner la Palabra de Dios, la Biblia, al alcance de todos
La Constitución dogmática sobre la Divina Revelación dice que los fieles deben tener fácil acceso a la Sagrada Escritura y que la Palabra de Dios tiene que estar disponible en todo tiempo y para todos (DV 22). Gracias a Dios en la actualidad, como en los comienzos de la Iglesia, se hacen traducciones de la Biblia en diversos idiomas que la sitúan al alcance de todos. La Nueva Evangelización se realiza precisamente con y desde la Biblia. En América Latina hay una gran difusión de la Biblia en las comunidades, en los grupos y movimientos apostólicos y sobre todo a través de la catequesis.
2. Leer la Biblia en la vida
El objetivo principal de una pastoral bíblica no es tanto difundirla para leerla sino para interpretar la vida con la ayuda de la Biblia. Las comunidades cristianas, los grupos y movimientos instruidos en el conocimiento de la Biblia creen firmemente que Dios les habla directamente y la consideran escrita para cada uno.
3. Leer la Biblia a la luz de la fe
Para el pueblo creyente la lectura de la Biblia es el ejercicio de su propia fe. Y es que la Biblia hay que leerla en un ambiente de oración, así el Espíritu puede esclarecer su sentido y manifestar a través de qué realidad nos está hablando el Señor. Una forma privilegiada es la Lectio Divina que con sus cuatro momentos: lectura, meditación, oración y contemplación favorece el encuentro personal con Cristo (A 249).
4. Como fuerza de transformación
La comunidad cristiana toma en serio la Palabra de Dios. No lee solamente para entenderla sino para tratar de ponerla en práctica El pueblo busca en la Biblia un sentido para vivir y lo encuentra porque tiene la certeza de que es Dios mismo el que habla. La lectura de la Biblia lleva a la conversión porque es un libro de autoridad, inspirado por Dios y que exige obediencia.
– S. Em. R. Mons. Eugène Lambert Adrian RIXEN, Obispo de Goiás (BRASIL)
Una de las grandes conquistas del camino bíblico en nuestro país, ha sido el descubrimiento de que la Biblia es el libro predilecto de la catequesis que no cumple su misión si el fiel no llega a descubrir la importancia de tener la Palabra de Dios entre sus manos y vivirla. Sin duda alguna en Brasil, debido a la transformación y a la movilización que la Biblia estimula, ha llegado a ser, con seguridad, el libro más leído, amado, admirado y vivido por los fieles. Para nosotros, no es aceptable un proyecto catequético que no parta de la Biblia y que no conduzca a ésta.
En nuestro país, la catequesis tiene como primera fuente la Sagrada Escritura que, leída, explicada y rezada en el ámbito de la Tradición y del Magisterio, ofrece el punto de partida, el fundamento y la norma de lo que se transmite a los fieles con el fin de que todos sean discípulos y misioneros de Jesucristo, celantes, dinámicos y profetas. Una de las características de nuestra catequesis es que ésta, opera para que los fieles descubran la manera en la que Dios actúa hoy, aquí y ahora, en el lugar en el que Él nos ha puesto para testimoniar su amor y de su acción liberadora.
Es importante retomar aquí lo que fue afirmado por los Obispos presentes en la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín en 1968: «En la catequesis se debe tomar la Sagrada Escritura como fuente principal, leída en el contexto de la vida, a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, transmitiendo además el símbolo de la fe, dando así importancia al apostolado bíblico que difunde la Palabra de Dios y forma grupos bíblicos» (cf. Medellín).
Así mismo en Santo Domingo en 1992, fue recordada la importancia de la Biblia en la catequesis: «la Nueva Evangelización debe enfatizar una catequesis kérygmatica y misionera. Para la vitalidad de la comunidad eclesial son necesarios más catequistas y agentes pastorales con un sólido conocimiento de la Biblia que eduquen a leerla a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, para iluminar, a partir de la Palabra de Dios, la propia realidad personal, comunitaria y social» (cf. SD, 49).
La V Conferencia del año 2007, confirma con fuerza una catequesis bíblica, kérygmatica, misionera y mistagógica. Recuerda la importancia de comenzar por el Kerygma, guiado por la Palabra de Dios que acerca la persona a Jesucristo para conducir a la conversión y al compromiso en una comunidad eclesial en la que maduren la práctica sacramental y el servicio (cf. DA 288). La catequesis debe ser mistagógica porque debe tener carácter experimental, litúrgico, de celebración y oración (cf. DA 289). Destaca que «la iniciación cristiana ofrece la posibilidad de un aprehensión gradual en el conocimiento, en el amor y en el camino de la señal de Cristo» (cf. DA 291).
Se necesita retomar, como se afirma en las Líneas de Orientación, el ministerio de la Palabra en la predicación pastoral, en la catequesis y en todo tipo de educación cristiana. La homilía litúrgica debe ocupar un lugar privilegiado en la celebración, nutrirse con provecho y vigorizarse santamente con la Palabra de la Escritura (cf. Líneas de Orientación n° 23).
Es menester valorizar, sobre todo, la importancia de la lectura orante de la Biblia en el ámbito personal y comunitario, además de promover una catequesis que sea la iniciación en la Sagrada Escritura, vivificando con ésta los programas catequísticos y los mismos catecismos, la predicación y la piedad popular (cf. Documento de trabajo -IL- n° 32).
En cada catequesis integral, siempre deb
en estar inseparablemente unidos el conocimiento de la Palabra de Dios, la celebración de la fe en los sacramentos y la profesión de la fe en la vida diaria (cf. Sínodo del 1977, Mensaje al Pueblo de Dios, n° 11).
– S. Em. R. Mons. Patrick Altham KELLY, Arzobispo de Liverpool (GRAN BRETAÑA)
Diálogo con judíos y musulmanes.
La naturaleza del diálogo en otras disciplinas.
Las implicaciones de las convicciones arraigadas en eventos específicos en la fidelidad de judíos, cristianos y musulmanes.
El Nuevo Testamento como testimonio tanto de una Persona como de los eventos específicos que aún siguen dando testimonio para hacer que el diálogo sea fundamental para la fidelidad a este texto básico; así que, quizás, aunque sea testimonio de Alguien y de unos eventos específicos, no representa un obstáculo a priori para el diálogo con judíos y musulmanes.
– S. Em. R. Mons. Paolo PEZZI, F.S.C.B., Arzobispo de la Madre de Dios en Moscú (FEDERACIÓN RUSA)
En el momento histórico actual, no hay que separar la Palabra de Dios del acontecimiento de Cristo mismo. Él es el Logos, la comunicación del Padre, Su rostro (cfr. Col 1,15). Al mismo tiempo, no podemos olvidar que, por obra y sugerencia del mismo Espíritu, las palabras de Jesús y los hechos que realizó se han transmitido. Su vida se ha transmitido y esa transmisión dura hasta nuestros días. En este sentido, son decisivas las palabras con las que Benedicto XVI inicia su encíclica sobre la caridad: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».
En el relativismo actual, que tiende a nivelar cualquier diferencia, de manera que todas las palabras son válidas y ninguna lo es más que las otras, en el que todo queda reducido a un juego de opiniones, la palabra bíblica tiene que encarnarse en la belleza de sus testigos, si quiere atraer al mundo hacia la verdad. En el Documento de Trabajo (IL 48), se observa agudamente que «haciendo de la Palabra de Dios y de la Sagrada Escritura el alma de la pastoral [el Obispo] será capaz de llevar a los fieles al encuentro con Cristo» [ … ] «para que, por propia experiencia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cfr. Jn 6, 63) [ … ]».
El anuncio de la Palabra de Dios, por lo tanto, tiene que tener como objetivo poner a las personas -por así decirlo- en presencia de una Persona viva: ser testigos de la Persona de Jesucristo, Logos hecho carne. O según las espléndidas palabras de San Pablo: tiene que «dibujar a Cristo crucificado ante los ojos» de los hombres. La Palabra de Dios es fuente de auténtico y cada vez más profundo conocimiento de Cristo, de «la gloria de Dios que está en la faz de Cristo» (2Co 4, 6). El resplandor de Cristo enciende un fuego en nosotros, se convierte en deseo de dar testimonio de Él.
Se dice en el Documento de Trabajo (IL 54) que «la escucha de la Palabra de Dios es lo primero en nuestro compromiso ecuménico». Es preciso que se renueve entre los cristianos la tensión hacia la persona de Cristo, el deseo de conocer más en profundidad su misterio. Mediante el encuentro con el Verbo hecho carne, que el Espíritu hace posible, redescubrimos la comunión con Él: es la fuerza del Espíritu de Cristo Resucitado que atrae al pueblo disperso hacia su único cuerpo.
– Revmo. P. Antonio PERNIA, S.V.D., Superior General de la Sociedad del Verbo Divino<br>
Por lo que respecta a la tercera parte del Documento de Trabajo, quisiera hacer una referencia al argumento tratado en esta sección, es decir a, la centralidad de «la Palabra de Dios en la misión de la Iglesia».
Y deseo hacerlo formulando de nuevo el título de esta sección y decir: » la Palabra de Dios ES la misión de la Iglesia».
Esta idea se basa en una afirmación del Concilio Vaticano II relativa al origen trinitario de la misión ( AG 1-2, 9). Aquí se ve a Dios Trinidad como comunión y diálogo entre el Padre , el Hijo y el Espíritu Santo. Esta comunión íntima o diálogo, impregna – o más bien abraza – la creación y la historia. La misión, por tanto, es el diálogo incesante de Dios Uno y Trino con el mundo y la humanidad, un diálogo que invita y atrae a la humanidad a la plena comunión con la comunidad divina.
El primer agente del diálogo incesante de Dios con el mundo es la misma Palabra de Dios. Jesús, el Verbo encarnado, es la Palabra de Dios a la humanidad. Es el incesante diálogo de Dios con el mundo. El logos divino es el dia-logus de Dios con el mundo. La Iglesia existe para colaborar en el diálogo constante de Dios con el mundo. La Palabra de Dios es su razón de ser, el sustento de su vida, el corazón de su actividad.
Por esto, a través del lente de la Palabra de Dios, es necesario que la misión de la Iglesia sea entendida en términos de diálogo. De hecho, el Evangelio que proclamamos es la invitación de Dios al diálogo.
Es necesario mirar a los diferentes grupos de personas con los cuales tratamos de compartir el Evangelio (I.L. 42) como «interlocutores en el diálogo». El diálogo, sin embargo, significa que la evangelización no es un camino que va en un solo sentido, sino que es un intercambio recíproco de dones entre el misionero y el pueblo. En consecuencia el misionero debe estar dispuesto a evangelizar y a ser evangelizado, a hablar y a escuchar, a dar y a recibir. El documento del Concilio Vaticano II, Dei Verbum, dice muy oportunamente «Dei Verbum audiens et proclamans»; escuchar la Palabra de Dios y proclamarla (DV I). La Iglesia misionera proclama la Palabra de Dios, y la escucha también así como le es revelada en las Sagradas Escrituras, pero también en las «alegrías y las esperanzas, en las tristezas y angustias de los hombres de hoy, sobretodo de los pobres y de todos aquellos que sufren». (GS 1).
Los hombres y mujeres consagrados, especialmente los misioneros comprometidos en las fronteras de nuestra fe y en los márgenes de la sociedad, pueden ser una «ayuda a la escucha»para la Iglesia, mientras intentan escuchar la Palabra de Dios revelada especialmente en la vida de las personas, en la búsqueda de los que buscan la fe, en las tradiciones culturales y religiosas de las personas que pertenecen a otras fes, en las aspiraciones de los pobres y de los marginados.
De esta forma, la vida consagrada puede ayudar a que la Iglesia sea una comunidad que no solamente proclama, sino que también escucha. «Dei Verbum audiens et proclamans».