En Irak vivir la Palabra cuesta la vida, denuncia el patriarca

Testimonio de Su Beatitud Emmanuel III Delly

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 14 octubre 2008 (ZENIT.org).- La situación en Irak para los cristianos es cada vez más difícil, confesó en el Sínodo de los Obispos este martes el cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos.

El jefe del Sínodo de la Iglesia caldea se presento a la asamblea sinodal sobre la Palabra de Dios como «un hijo de la tierra da Abraham, Irak».

El patriarca ofreció informaciones sobre la situación en su país, «torturado y ensangrentado», en respuesta a las peticiones que en estos días le han presentado los padres sinodales.

«Mi intervención no será una lectura política, sino el breve ‘flashback’ de un padre que desde hace medio siglo vive con sus hijos espirituales y que ve cómo sufren y mueren sus compatriotas», afirmó.

Parlando in italiano, añadió: «Digamos la verdad: no hemos dejado nada por hacer para alcanzar la paz y la tranquilidad del país».

«La situación en algunas partes de Irak es desastrosa y trágica. La vida es un calvario: falta paz, falta seguridad, y lo más básico para la vida diaria», denunció.

«Sigue faltando electricidad, agua, gasolina, la comunicación por teléfono es cada vez más difícil, carreteras enteras están bloqueadas, las escuelas están cerradas o siempre presentan peligros, los hospitales no cuentan con el personal suficiente, la gente tiene miedo por su propia incolumidad».

El purpurado reveló que «todos tienen miedo de ser raptados, los secuestros y las amenazas. ¿Qué puede decirse de los secuestros injustificables que tienen lugar diariamente, dañando a familias enteras y privándoles con frecuencia de sus seres queridos, a pesar de haber desembolsado decenas de miles de dólares por una liberación que nunca se ha realizado?».

«Por no hablar del número cada vez mayor de muertos causados por los coches bomba o por los kamikazes que llevan chalecos explosivos».

«Vivir la Palabra de Dios significa para nosotros testimoniarla incluso a costa de la propia vida, como ha sucedido y sucede hasta ahora con el sacrificio de obispos, sacerdotes y fieles. Siguen permaneciendo en Irak, firmes en la fe y el amor a Cristo, gracias al fuego de la Palabra de Dios», reconoció.

«Por esto, os suplico que recéis por nosotros y con nosotros al Señor Jesús, Verbo de Dios, y que compartáis nuestra preocupación, nuestras esperanzas y el dolor de nuestras heridas para que la Palabra de Dio hecha carne permanezca en su Iglesia junto a nosotros, como buen anuncio y como apoyo».

«Dieciséis sacerdotes nuestros y dos obispos han sido raptados y dejados en libertad tras un rescate muy elevado».

«Algunos de ellos –concluyó– pertenecen al grupo de nuevos mártires que hoy rezan por nosotros desde el cielo: el arzobispo de Mosul, Faraj Rahho, el padre Raghid Ganni, otros dos sacerdotes, y otros seis jóvenes».

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ZENIT Staff

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