Por su parte, el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, que se encuentra en Roma para el Sínodo de los Obispos, había hecho llegar en los días previos a la votación de la ley, un mensaje de apoyo a las manifestaciones provida.
Según el cardenal Pell, esta ley recién aprobada supone un “peligroso precedente” para otras leyes semejantes en territorio australiano.
“Todo ser humano tiene el derecho inherente a la vida. No hay derecho a destruir a personas inocente, y nuestras comunidades deberían ofrecer a las mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad algo más que un número cada vez mayor de formas de matar a sus hijos inocentes”.
Otro de los aspectos preocupantes de la ley es, afirma el purpurado, es el no reconocimiento a la objeción de conciencia de los médicos y personal sanitario.
“La capacidad de ejercer la objeción de conciencia es una piedra angular de la democracia. Es la diferencia entre una sociedad libre y otra sujeta a la tiranía”, afirma el purpurado. “Todos debemos tener el derecho a tener una creencia y a no ser obligados por el Estado a actuar contra nuestras convicciones”.
[Por Inma Álvarez]