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– Sr. Carl Albert ANDERSON, Caballero Supremo de la Orden de los Caballeros de Colón (Suprem Knight of Columbus) (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
– Rev.do Daniel Pablo KERBER MÁS, Profesor de Teología Bíblica de la Facultad Teológica; Director del Instituto Pastoral de Catequesis de la Achidiócesis de Montevideo; Párroco de San Alejandro y de San Pedro Claver (URUGUAY)
– Sra. Elvira GO, Asistente para la Pastoral Bíblica (FILIPINAS)
– Rev.da Hna. Euphrasie BEYA, Presidente de la Unión de las Superioras Mayores (U.SU.MA.) de la República Democrática del Congo (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
– Prof. Rigoberto ANGARITA, Profesor del Instituto de San José de los Padres Salesianos de San Cristóbal (VENEZUELA)
– Rev.da Hna. Maria Antonieta BRUSCATO, F.S.P., Superiora General de la Pía Sociedad Hijas de San Pablo (ITALIA)
– Rev.do Fidèle MABEGLE, Director de la Escuela de Teología para los Laicos de la Archidiócesis de Yaoundé (CAMERÚN)
– Sr. Carl Albert ANDERSON, Caballero Supremo de la Orden de los Caballeros de Colón (Suprem Knight of Columbus) (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
A) Durante muchos años los Caballeros de Colón han promovido una forma de Lectio Divina en el contexto de la devoción mariana, mediante el rosario y las horas de oración mariana. Consideramos que esta proclamación y meditación comunitaria de la Palabra de Dios en el marco de las devociones católicas tradicionales – especialmente el rezo del rosario – forma parte de una respuesta eficaz a la difusión de las sectas, especialmente en América Latina, donde las comunidades están en desventaja a causa de la falta de sacerdotes. De este modo, podemos crecer en el conocimiento más completo de María como «modelo de acogida de la Palabra para cada creyente» y, como observó el cardenal Ouellet, al igual que ella podemos responder en modo «dinámico, dialógico y contemplativo».B) Para ofrecer a los laicos una mayor formación y una buena catequesis, proponemos la realización de un compendio del Leccionario que coordine las secciones del Catequismo de la Iglesia católica con las lecturas de los domingos, a fin de ofrecer una mayor riqueza en la predicación dominical y una mayor conexión entre las verdades fundamentales de la fe católica y la Sagrada Escritura.
C) Para favorecer una mejor formación de los laicos en los «estudios superiores» de la Palabra de Dios, para que «la novedad y la fuerza del Evangelio resplandezcan cada día en su vida familiar y social», recomendamos a las universidades católicas que amplíen sus requisitos fundamentales de filosofía y teología para incluir todo el Nuevo Testamento, a fin de promover un conocimiento realista y amoroso de la fe, alentando, con las palabras de la Dei Verbum, una «lectura espiritual» de la Biblia.
[00243-04.03] [UD021] [Texto original: inglés]
– Rev.do Daniel Pablo KERBER MÁS, Profesor de Teología Bíblica de la Facultad Teológica; Director del Instituto Pastoral de Catequesis de la Achidiócesis de Montevideo; Párroco de San Alejandro y de San Pedro Claver (URUGUAY)
La Iglesia existe para evangelizar porque ella misma escucha cada día el Evangelio que el Señor le anuncia. ¿cómo la Iglesia se transforma cada vez más en testigo de la escucha para ser maestra de la escucha?
Hablar de la Palabra de Dios es dejarnos encontrar por el Dios de la Palabra. ¿Cómo todos nuestros esfuerzos en torno a la Palabra están marcados por esta clave de encuentro?
Es necesario cambiar el paradigma de formación, poniendo en el centro la Palabra viva de Dios
Ya existen muchos instrumentos, Cebipal, Febic, SBU ¿cómo nos enriquecemos recíprocamente con estas iniciativas que el mismo Espíritu va suscitando en la Iglesia?
[00266-04.02] [UD024] [Texto original: español]
– Sra. Elvira GO, Asistente para la Pastoral Bíblica (FILIPINAS)
Mi participación en el Quiz Bíblico Familiar Católico Nacional en Filipinas fue una experiencia de elección, cambio y desafío inspirada por el Espíritu Santo.
Una experiencia de elección. En 1997 experimenté la presencia del Señor con su mensaje «yo existo». El Espíritu Santo, que «es Señor y da la vida»despertó mi fe en el Dios vivo. Esta experiencia religiosa supuso diversas sorpresas, que iban más allá de mis opciones personales, como mi participación en el Quiz Bíblico Familiar Católico Nacional.
Una experiencia de cambio. Los participantes en el Quiz Bíblico Familiar han experimentado en sus vidas la fuerza transformadora del Espíritu Santo. Esta experiencia de cambio refleja el nº 41 del Documento de trabajo: la Palabra «interpela, exhorta, estimula a un camino de discipulado y de seguimiento, dispone a aceptar la acción transformadora del Espíritu, favorece ampliamente la fraternidad creando vínculos profundos, lleva a un empeño evangelizador».
Una experiencia de desafío. El Quiz Bíblico Familiar en Filipinas es una colaboración entre familias con el apoyo de voluntarios laicos, religiosos, sacerdotes, obispos y medios de comunicación. Cómo llevar adelante este proyecto es un desafío para todos, pero confiamos en el Espíritu Santo, que inspira y nos da la vida a cada uno de nosotros. La Palabra de Dios «nutre la vida del creyente, generando la espiritualidad bíblica: la interiorización profunda de la Palabra; la perseverancia en las pruebas, suscitada por la Palabra» (IL nº 41). Perseverar significa afrontar los desafíos de este trabajo.
[00267-04.03] [UD025] [Texto original: inglés]
– Rev.da Hna. Euphrasie BEYA, Presidente de la Unión de las Superioras Mayores (U.SU.MA.) de la República Democrática del Congo (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
Mi intervención hace referencia al párrafo n° 51 del Documento de Trabajo sobre los deberes de los laicos. «Hechos miembros de la Iglesia por el bautismo y provistos de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, los fieles laicos comparten la misión salvífica que el Padre ha confiado a su Hijo para la salvación de todo su pueblo (LG 34-36)… son además llamados a hacer resplandecer la novedad y la fuerza del Evangelio en su vida diaria, familiar y social».
Pienso en el papel relativo al anuncio de la Palabra de Dios que cumplen las mujeres en África: las madres catequistas, docentes, educadoras, profesoras.
Pienso en particular en la función de la madre en la iniciación de los niños en las Sagradas Escrituras en el seno de la familia. Es ella quien vive más con el niño, ella sabe cómo enseñarle a escuchar la Palabra de Dios y cómo ayudarlo a entrar personalmente en relación con Dios. Es la madre la que frecuentemente transmite al niño los valores cristianos del sentido del perdón, del compartir…
Para cumplir de mejor manera esta misión educativa, la mujer africana necesita no sólo de la Palabra de Dios sino también de la formación bíblica. Ella está a la búsqueda de la inteligencia de su fe: debe conocer no sólo los valores tradicionales de su cultura, sino también el arraigo de la fe en la tradición de la Iglesia universal para que se fortalezca en ella «el hombre interior» (Ef 3, 16) en el amor de Cristo y, además, para que con su vida y sus palabras pueda «responder…a la esperanza»(1 P 3) que vive en ella. Aquí reside la importancia de la formación bíblica que permite adentrarse mejor en las Escrituras, ya que el conocimiento es la fuente del Amor y el don del Espíritu Santo que conduce al don de nuestro ser a Dios, en la caridad. Este es e
l ejemplo ofrecido por la Beata Anuarite, religiosa muerta mártir a causa del radicalismo de los consejos evangélicos.
Esta formación bíblica es necesaria también para las sencillas madres de las aldeas, muchas veces víctimas de la manipulación de las sectas.
Para las mujeres que no saben ni leer ni escribir es importante promover el conocimiento de ciertos pasajes de la Biblia ya que, al provenir de la tradición oral, ellas tienen una memoria muy desarrollada además de una gran capacidad para interiorizar. Es importante organizar una formación bíblica adecuada a su nivel, con la ayuda de los medios de comunicación.
[00268-04.04] [UD026] [Texto original: francés]
– Prof. Rigoberto ANGARITA, Profesor del Instituto de San José de los Padres Salesianos de San Cristóbal (VENEZUELA)
Quiero glorificar al Dios Uno y Trino por su infinita bondad y misericordia al permitirme compartir con todos ustedes en esta asamblea.
Mi gozo se hace aún mayor al escuchar las disertaciones que se han venido presentando durante estos días, los cuales evidencian las preocupaciones que, como pastores de nuestra Iglesia, surgen en torno al excelente tema escogido por Su Santidad para este Sínodo.
En mi condición de laico, comparto muchas de esas preocupaciones ya que nuestros pueblos tienen grandes necesidades a nivel económico, político y socio-cultural; pero su gran necesidad, sin duda alguna, lo constituye la sed y el hambre de Dios y su Palabra; Palabra que da vida, Palabra que transforma, libera, sana y redime. La Palabra de Dios nos permite conocer la verdadera esperanza, llenándonos de fuerza y entusiasmo para afrontar cualquier tipo de dificultad. Es el mismo Espíritu Santo que nos está hablando e interpelando, por ello considero urgente que el contenido de este Sínodo sea ampliamente difundido, profundizado y aplicado en cada una de las diócesis y parroquias que conforman nuestra Iglesia universal. En nuestra Diócesis, el Señor Obispo, su excelencia Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, convocó la realización de un Sínodo, en respuesta al Concilio Plenario de Venezuela, el cual contó con la presencia de todo el presbiterio, representantes de las comunidades religiosas y laicos de los movimientos de apostolado y de todas las parroquias. Fue una experiencia maravillosa que nos permitió «CAMINAR JUNTOS» como Iglesia, animándonos y planificando las distintas acciones pastorales para los próximos tres años.
Esta experiencia permitió diseñar un proyecto de pastoral denominado «Parroquia Participativa, Comunidad de Comunidades «, donde se propone la sectorización de las parroquias en pequeñas comunidades facilitando la vivencia de la fe entre los vecinos.
La meta es crear auténticas comunidades cristianas, simulando los inicios de nuestras amada Iglesia presentada en el libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 42. Creemos que es en las pequeñas comunidades, donde podemos meditar, contemplar y vivir la Sagrada Escritura; por tanto, en virtud de los frutos que este Sínodo diocesano ha producido, me atrevería a sugerir, con el debido respeto, que se motive la realización de Asambleas Diocesanas o Sínodos Diocesanos con el tema específico que aquí se está tratando, y que a la luz de este santo Sínodo, permita profundizar en las fortalezas y debilidades existentes en cada parroquia, para lograr diseñar estrategias pastorales precisas y actuales adaptadas a la realidad diocesana.
Nosotros los laicos también queremos desgastamos y ofrecer nuestras vidas el servicio de la Palabra de Dios,. con espíritu misionero, desde nuestros lugares de trabajo, estudio, residencia y principalmente desde nuestras familias: cuna de la vida y del amor al Señor. Amados pastores, cuenten con nosotros que «Caminando Juntos» llegaremos a feliz término. Muchas gracias
[00271-04.02] [UD029] [Texto original: español]
– Rev.da Hna. Maria Antonieta BRUSCATO, F.S.P., Superiora General de la Pía Sociedad Hijas de San Pablo (ITALIA)
La Palabra de Dios y la vida consagrada
Doy gracias al Señor que, en su designio misterioso y providente, me ha conducido hasta aquí, en medio de vosotros, para reflexionar sobre el papel de la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, de cada cristiano; una reflexión que cada día se hace más estimulante y valiente.
Y estoy profundamente agradecida al Santo Padre por esta feliz oportunidad. Siento que conmigo están presentes todas las hijas de San Pablo, desde siempre comprometidas en la «predicación de la Divina Palabra», tras el ejemplo del Apóstol de las gentes, como le gustaba repetir a nuestro Fundador, el beato Giacomo Alberione, que en cada rincón del mundo nos llamaba a la más amplia difusión de la Biblia y del Evangelio.
Mi intervención se refiere a lo que se afirma en el nº 52 del Documento de trabajo (IL) sobre el servicio a la Palabra de Dios dirigido a las personas consagradas.
La vida consagrada, masculina y femenina, contemplativa y apostólica, a lo largo de los siglos siempre ha alimentado su vida y la misión en la mesa de la Palabra. No podía ser de otro modo. La vida religiosa está, en efecto, llamada a ser profecía, y la profecía nace con el oído «en la boca de Dios», se nutre escuchando: «Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos» (Is 50, 4). En el fondo es la experiencia del mismo Verbo de Dios, dirigido constantemente hacia el Padre (Jn 1,1), extendido a Él, a su Palabra, a su voluntad. Estoy convencida de que nosotros, los consagrados y consagradas, nos convertimos en discípulos y discípulas de este Maestro cuando acogemos la palabra con un corazón atento, dócil y orante, dejándonos evangelizar por la «sublimidad del conocimiento de Cristo» (Fil 3,8). En los últimos decenios, gracias también a las repetidas invitaciones del Magisterio, la mesa de la Palabra ocupa un puesto relevante en nuestra vida personal y comunitaria. Es alimento para el espíritu, luz y fuerza para perseverar en las vías del Señor, fuente de creatividad y audacia apostólica.
¡Cuánta Palabra fluye a lo largo de nuestra jornada! Deberíamos estar «impregnados» de ella hasta el punto de contarla con nuestra vida, de ser nosotros mismos Palabra. En realidad, somos muy conscientes de no haber alcanzado todavía esa calidad espiritual y apostólica fruto de la abundancia de la Semilla sembrada continuamente en nuestra vida. Corremos el riesgo de ser nosotros los que nos ahoguemos entre las espinas del momento presente: la edad que avanza, la falta de vocaciones, las obras que hay que sostener, el sentirse inadecuados ante los retos del mundo y las urgencias apostólicas… Querríamos hacer algo más, tener algo más: en cuanto a personal, medios económicos, preparación profesional.
[00272-04.04] [UD030] [Texto original: italiano]
– Rev.do Fidèle MABEGLE, Director de la Escuela de Teología para los Laicos de la Archidiócesis de Yaoundé (CAMERÚN)
El acápite nº 51 del Documento de Trabajo trata, entre otras cosas, de la necesidad de formación de los fieles laicos de manera que puedan «desarrollar su misión en el mundo», proclamando «la Buena Noticia a los hombres en sus diversas situaciones de vida».
Este auspicio ya había sido destacado por el Papa Juan Pablo II en la ‘Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in África, en el n. 53. El Santo Padre, de venerada memoria, pide que se preste la «debida atención a la formación de los fieles laicos, reconociendo su
papel insustituible en la evangelización de África» (el caso ejemplar de los catequistas es muy elocuente).
Esta esperanza del Magisterio supremo coincide con la expectativa de los fieles laicos africanos, en general y en particular, de los de Camerún. Y es por esto que la Iglesia de Camerún ha respondido de manera positiva y eficaz al pedido del Papa y a las solicitudes de los laicos. La facultad de Teología de la Universidad Católica de África Central, en Yaundé, forma una gran cantidad de laicos en nuestra subregión. Muchas diócesis de Camerún han iniciado la experiencia de la escuela de teología para laicos (Douala, Yaundé, Buea y Bamenda entre otras). Quisiera hablar aquí sobre la experiencia de la Arquidiócesis de Douala de la cual soy responsable.
Desde hace tres años, Su Eminencia Cardenal Christian TUMI, Arzobispo de Douala, ha creado la «École cathédrale de théologie St. Jérôme de Douala», una casa di formación para los fieles laicos. Su lema es: «Ignorar la Escritura quiere decir ignorar a Cristo». Su objetivo principal es la formación de cristianos, adultos responsables de su vocación en el mundo de hoy, enamorados de la Palabra de Dios y que la dominen sin complejos, enamorados de Cristo, de su Iglesia y del hombre según el designio de la salvación en Dios que ellos habrán aprendido a conocer mejor en esta especie de seminario abierto que dura tres o cuatro años.
Se trata de poner al alcance de nuestros laicos los principios fundamentales de teología y filosofía que se necesitan para vivir plenamente el compromiso cristiano en el mundo y anunciar con eficacia el mensaje de salvación a través de la Palabra de Dios. Pues bien, en el camino de esta Palabra de Dios, éstos ya no serán unos simples oyentes pasivos, sino participantes activos, colaboradores sagaces, competentes y útiles.
Para que nuestros laicos se familiaricen con la Palabra de Dios, contenida en la Biblia y con el Catecismo de la Iglesia Católica, los iniciamos en filosofía, Sagrada Escritura, Catecismo, dogmática, liturgia, derecho canónico, espiritualidad e historia de la Iglesia. Al cabo de esta formación obtenemos agentes pastorales bien capacitados.
En un mundo en el que la gente no encuentra el tiempo para dedicarse al estudio de las cosas sagradas, quisiéramos destacar este desafío que consiste en desmentir esa concepción minimalista. Por esto hemos proyectado este período de formación en base a los momentos libres de las personas activas de la sociedad. La escuela constituye una de nuestras mejores obras pastorales de evangelización profunda de nuestros fieles y elevamos a Dios nuestras oraciones para que la Palabra de Dios se convierta en el criterio de sus opciones y de sus orientaciones en la vida.
[00295-04.03] [UD034] [Texto original: francés]