Una reflexión sobre la ecología del embarazo

ROMA, martes 21 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Un libro sobre el embarazo éticamente contracorriente es Una gravidanza ecologica. L’ambiente ideale per chi vuole diventare mamma e per il bimbo non ancora nato” (“Un embarazo ecológico. El ambiente ideal para quien quiere ser mamá y para el niño no nacido”) (SEF editrice, 2008).

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El libro, escrito por el neonatólogo Carlo Bellieni, y la química Nadia Marchettini, explica cómo la esterilidad es a menudo el resultado del ambiente en el que vivimos y de las cosas que comemos, criticando el falso remedio de la fecundación artificial.

Este texto de carácter divulgativo afirma – con argumentos científicos sólidos– la certeza de que la vida es algo serio y no un paseo que se puede hacer sin reglas y sin precauciones.

De hecho, si no se afronta desde los bancos de la escuela el conocimiento de la sacralidad del cuerpo humano, sus ritmos y la fragilidad de la vida humana desde la concepción – sostienen los autores – no se habrá hecho nada en interés de las mujeres que mañana concebirán.

Ciertas profesiones, se explica en el libro (camioneros, peluqueros, panaderos, técnicos de centrales eléctricas, lavanderas, tipógrafos…) están en contacto con sustancias y hábitos que potencialmente disminuyen la fertilidad; el alcohol, las drogas y el tabaco son otros enemigos de la concepción que hay que mantener alejados, así como el mercurio en el pescado o ciertos compuestos del plástico.

Hay muchos otros enemigos de la fertilidad sobre los que nadie pone en guardia, como el arsénico en la madera conservada y el plomo en los barnices. Pero el libro no se detiene aquí y cuenta con gran número de detalles los enemigos que pueden atacar al niño desde la concepción, como el smog que la mamá respira y que puede llevar al feto sustancias tóxicas y dañinas.

Además, también las mamás que estuvieron años antes expuestas a sustancias tóxicas pueden haberse convertido en una bomba de relojería para sí mismas y para el feto, dado que en el embarazo, ciertas sustancias vuelven a la sangre (y de aquí al feto) procedentes de la grasa o de los huesos de la madre.

El libro vuelve a poner en el centro del embarazo la relación madre – hijo, sin el cual difícilmente se entiende que desde la concepción, la mamá lleva consigo un ser que debe proteger, y que puede estar, como ella, expuesto a daños o sustancias tóxicas – y que por lo tanto tiene unos derechos que debemos respetar – ; además de hablar de los riesgos de las técnicas manipuladoras sobre los embriones.

En el prefacio, Enzo Tiezzi habla de las manipulaciones genéticas aplicadas a la vida humana: “Para este siglo ya han salido a escena, con la misma mentalidad de la fe ciega en el progreso, los aprendices brujos de la biotecnología, de los alimentos transgénicos y de la manipulación del embrión humano”.

“El mínimo común denominador entre los de la ingeniería nuclear y la ingeniería genética – escribe Tiezzi – está representado por no tener en cuenta el principio de precaución, por creer que la superespecialización sea sinónimo de conocimiento científico y por la obediencia al diktat de dominio y de cálculo económico, ignorando los grandes valores éticos y estéticos ligados a la biodiversidad, al tiempo biológico de una compleja, y en gran parte desconocida, historia co- evolutiva del hombre y del planeta, a la sacralidad de la naturaleza”

Laura Conti, escribió hace muchos años: “La ingeniería genética traiciona las enseñanzas fundamentales que Darwin obtuvo de las observaciones de los vivientes: de hecho hace disminuir la variabilidad genérica, a la que Darwin atribuía fundamentalmente importancia como una reserva de posibilidades evolutivas, y por tanto de posibilidad de defensa contra la adversidad ambiental”

Los autores afirman que desde esa premisa es posible entender que el embarazo no es un fenómeno mecánico que nosotros poseemos, sino una aventura que debe vivirse gratuitamente y no intentar resolver los problemas interviniendo en el corazón del misterio de la vida, a la improbable búsqueda de un “hijo perfecto”

Para conocer los criterios para una verdadera ecología del embarazo, es necesario entender que estamos frente a “un inquilino: un sujeto con quien se puede dialogar, que tiene un cierto sexo, un cierto temperamento, y que para él / ella esta “casa” debe mantenerse limpia y en buen estado.

“El primer paso “ecológico” – está escrito en el libro – es reconocer esto. El segundo será ‘disfrutar’ esta nueva compañía, no como una especie de objeto que se ha creado, sino como un compañero de juego y un consuelo en momentos de alegría y tristeza”.

“El tercer paso será estar atentos a salvaguardar su salud antes de su llegada y después de haberse establecido/ a”.

No obstante, “embarazo ecológico supone también el redescubrimiento del cuerpo femenino como fuente de bienestar y de procreación”.

“El embarazo hoy es visto tristemente como un ‘sírvase usted mismo’ – se observa – del que se debe salir para volver a su dimensión social y privilegiada: conocer los ritmos de la fecundidad, los recorridos de la vida, el misterio esotérico del cuerpo femenino”.

“Todo esto debe ser enseñado (quizás más por contagio que en las aulas de clase) para una real reapropiación del fuero interno femenino”, afirman los autores.

[Traducción por Carmen Villa]

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ZENIT Staff

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