Reacción vaticana a la decisión de Oxford de abolir la referencia a Navidad

Ateísmo promovido con la indiferencia, explica el arzobispo Ravasi

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 3 noviembre 2008 (ZENIT.org).- La decisión del ayuntameinto di Oxford de abolir toda referencia a la Navidad es un síntoma del ateísmo que hoy se promueve con la indiferencia religiosa y la pérdida de identidad, constata un representante vaticano.

El arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, ha comentado la decisión de la ciudad británica de mencionar las fiestas que organiza en torno al 25 de diciembre con el nombre de «Festividad de la luz invernal».

El objetivo declarado por las autoridades del ayuntamiento inglés consiste en redimensionar la excesiva resonancia atribuida a la fiesta cristiana más popular en detrimento de otras religiones.

Sabir Hussain Mirza, presidente del Consejo Musulmán de Oxford, ha afirmado en declaraciones a la prensa británica: "Estoy realmente disgustado por esto. Cristianos, musulmanes, y otras religiones esperamos con trepidación la Navidad».

Monseñor Ravasi, en declaraciones a «Radio Vaticano» ha constatado que esta iniciativa de Oxford, «desde mi punto de vista, no busca tanto promover un diálogo en el que no se den prevaricaciones, sino más bien mitigar hasta el punto de hacer que desaparezca toda identidad, toda historia».

«El verdadero diálogo se construye a través de la identidad; por tanto, en este caso, considero que no se trata de algo extravagante, sino más bien de una negación consciente –no sé hasta qué punto– de una grandeza que dejamos a nuestras espaldas, que constituye nuestro mismo rostro».

«Si bien en el pasado se combatían los signos religiosos con argumentos, con el deseo de oponer un sistema totalmente alternativo, ahora, por el contrario, esta negación es una especie de niebla, típica de la secularización actual», explica el representante vaticano.

«No se niega a Dios, se le ignora totalmente», subraya. En esta situación, reconoce, es imposible reaccionar, pues no se aceptan argumentos, a diferencia de lo que sucedía en el pasado.

«Ya no se da el ateísmo en sentido fuerte, incluso dramático, como en el pasado. Ahora se da la indiferencia. Esta indiferencia decolora todo, y al final quizá impide al hombre plantearse interrogantes -como hacen todas las grandes religiones– sobre los temas fundamentales, que por el contrario quedan diluidos en una atmósfera inconsistente».

El arzobispo considera algo muy positivo el que musulmanes se opongan a esta iniciativa, pues significa que también ellos son conscientes de los peligros que implica esta voluntad de eliminar las identidades.

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ZENIT Staff

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