Uruguay: los obispos recuerdan que votar al aborto excluye de la comunión

Durante su Asamblea Plenaria

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MONTEVIDEO, lunes 10 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Durante la celebración de su segunda Asamblea Plenaria ordinaria de 2008, del 5 al 12 de noviembre, la Conferencia Episcopal de Uruguay (CEU) recordó en un comunicado lo establecido por el Código de Derecho Canónico en cuanto a quienes favorezcan o voten una ley a favor del aborto: estas personas se autoexcluyen de la comunión de la Iglesia.

La reunión de los obispos de las diez diócesis uruguayas, celebrada en la Casa de Retiros Jesús Buen Pastor, de Florida, tiene como eje central el lanzamiento de la Misión Continental que se concretó el domingo 9 de noviembre, en el marco de la Peregrinación Nacional al Santuario de la Virgen de los Treinta y Tres, Patrona de Uruguay.

<p>La Asamblea comenzó con un retiro que, en esta oportunidad, predicó el obispo de Canelones, monseñor Orlando Romero, recién llegado de Roma, tras participar, en representación del episcopado uruguayo, en el Sínodo de Obispos.

En la primera jornada, los prelados se hicieron presentes en el Homenaje de los Artistas a la Patrona: «Uruguay le canta a la Virgen de los Treinta y Tres»,  que tuvo lugar en el Santuario Nacional de Florida.

En la agenda de la asamblea, estaban la visita del nuevo nuncio apostólico en Uruguay, el arzobispo Anselmo Pecorari, así como una jornada de trabajo con vicarios y secretarios ejecutivos de los departamentos y comisiones de la CEU, sobre la implementación de la Misión Continental en Uruguay.

Los obispos evalúan en estos días la reciente visita ‘ad limina’ al Papa y a los organismos vaticanos que colaboran con él y analizan algunas orientaciones para la pastoral educativa y de los educadores, propuestas por el Departamento de Educación Católica de la CEU.

Recibieron así mismo a los formadores del Seminario Interdiocesano Cristo Rey, donde se preparan los futuros sacerdotes, compartiendo un almuerzo con los seminaristas.

La Conferencia Episcopal está conformada por diez obispos, dos auxiliares (Diócesis de Salto y de Canelones) y dos eméritos.

En su comunicado, datado el 7 de noviembre de 2008, los obispos uruguayos, ante el trámite del proyecto de ley de salud sexual y reproductiva en el Parlamento, reiteran y recuerdan su declaración de 12 de noviembre de 2007, «Defendiendo la vida humana ganamos todos», donde dicen: «Legalizar el aborto no cambia lo malo en bueno. Una vez que se concreta, las cosas terminan mal para todos. Se pierde una vida humana. La madre queda con heridas que no cierran fácilmente. El médico va contra la esencia de su noble profesión. La sociedad pierde una vida al no abrirle sus brazos. La cultura de la vida queda golpeada».

Afirman que «el valor de la vida humana es un bien para cada uno y para la sociedad. Está por encima de todos los intereses. Ninguna ley honesta puede justificar eliminar un ser indefenso que tiene derecho a la vida y a nacer».

Aprecian «el apoyo y el voto a favor de este valor básico desde diversos sectores de la sociedad».

Llaman la atención «sobre posturas que manipulan y oscurecen la verdad fundamental del derecho a la vida anteponiendo otros intereses o situaciones, sin tomar en cuenta ni la ciencia ni la conciencia ética».

En relación a los católicos que promueven y/o votan una ley favorecedora del aborto, recuerdan que quien actúa así rompe el vínculo que lo une a Cristo en la Iglesia. Mientras no cambie su posición queda impedido de acercarse a la Comunión eucarística, según lo establecido por el Código de Derecho Canónico, cánones 1341 y 1398

«Los uruguayos necesitamos multiplicar señales de amparo a la vida humana en medio de la emigración y el invierno demográfico que comprometen el futuro -concluyen los prelados del país iberoamericano–. El bienestar de nuestro pueblo requiere hijos e hijas que alegren los hogares, colmen las aulas y espacios educativos o de esparcimiento. Estamos a favor del desarrollo integral de la vida humana, que como obispos católicos miramos desde la perspectiva de Jesucristo, que ha venido al mundo para traer vida digna y abundante».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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