LOURDES, domingo, 16 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Para los cristianos, el diálogo con creyentes de otras religiones forma parte de las exigencias de su fe en Cristo y en la Santísima Trinidad. Así lo establece un documento hecho público durante la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Francesa en Lourdes, el pasado 8 de noviembre.
Este documento, con el título «¿Por qué la Iglesia católica continúa comprometiéndose en el diálogo interreligioso?», es fruto de dos años de trabajo por parte del Consejo para las Relaciones interreligiosas del episcopado francés, que preside el obispo de Créteil, monseñor Michel Santier.
En su elaboración han participado expertos como los obispos monseñor André Marceau (Perpignan-Elne) y monseñor Jean-Yves Riocreux (Pontoise), sor Geneviève Comeau (teóloga), Michel Fédou, (jesuita y miembro del Grupo Dombes), Dennis Gira (experto en religiones orientales), Pierre Massein, y Christophe Roucou, director del Servicio Nacional para las relaciones con el Islam.
El objetivo del documento es el de «reflexionar sobre los fundamentos y los objetivos del diálogo interreligioso, y disipar los malentendidos, permitiendo a cada uno expresar lo que cree».
Según monseñor Santier, «si los cristianos reconocen en Jesucristo la plenitud de la Revelación, creen al mismo tiempo que Dios se hace presente a todo hombre y desea comunicarle su vida… No pueden pues desinteresarse de otros creyentes y deben más bien, tanto como sea posible, ponerse en relación con ellos».
Para los cristianos, «este diálogo se funda más específicamente sobre la revelación de un Dios Amor y trinitario», explica el prelado. «Jesús en los Evangelios se nos presenta como un hombre de relación y de diálogo. Aunque a veces, algunas personas no comprenden y somos sospechosos de ingenuidad».
En el documento, de ocho páginas, se explican las condiciones necesarias para este diálogo, que «no significa entendimiento o acuerdo», sino «ser interlocutores leales hacia la propia tradición religiosa».
«El diálogo implica escucha y actitud positiva de un cristiano que proclama que el plan de Dios abarca a todos los hombres, sus semejantes», y permite «conocer mejor el punto de vista de los demás creyentes, así como dar testimonio de las propias creencias», sin «imposiciones».
«No son las religiones, sino los hombres religiosos los que dialogan», especifica el documento.
El desafío, según el documento, es «mantener en tensión fecunda una identidad religiosa reconocida y coherente, una referencia comunitaria no particularista, y el reconocimiento de la alteridad, en el cuadro de la laicidad».
En este sentido, el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, durante el discurso de clausura de la Plenaria pidió a los obispos franceses «mayor lucidez y coraje» ante la realidad de pluralismo religioso y cultural del país galo.
«Ha llegado el momento en que la transmisión de la la fe y de la visión cristiana del hombre no puede ser delegada. Es tarea y misión de cada uno. Nuestras iglesias, todas nuestras iglesias, se abrirán y vivirán si las llenamos con nuestra vida y nuestras oraciones, si verdaderamente son la casa donde se reúnen los cristianos para el encuentro con Dios», afirmó el purpurado.
Por Inma Álvarez