La Santa Sede pide la reforma de la FAO para que todos tengan "el pan de cada día"

Intervención ante la conferencia de ese organismo de la ONU

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 noviembre 2008 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido la reforma de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para que todos puedan contar con el «pan de cada día».

Fue la propuesta que presentó monseñor Renato Volante, jefe de la delegación de la Santa Sede en la 35 sesión especial de la Conferencia de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), en su intervención publicada este jueves por la Santa Sede.

Según informaron representantes de la FAO en la reunión, el aumento del precio de los alimentos en el último año ha incrementado en 75 millones de personas que padecen hambre en el mundo, alcanzando una cifra total de 923 millones de personas. En América Latina y el Caribe, la población de hambrientos ha aumentado en seis millones de personas, elevando la cifra a 51 millones.

La reunión conferencia extraordinaria de la FAO aprobó el 22 de noviembre un Plan de Acción Inmediato para reforzar su importancia global y eficacia, con un presupuesto de 42,6 millones de dólares.

En su intervención, el representante papal aclaró que la Santa Sede «no quiere ofrecer soluciones técnicas» sobre la reforma de ese organismo de la ONU con sede en Roma, «sino más bien una orientación ideal que contribuya a decisiones concretas que tengan en cuenta las exigencias de la persona, sobre todo cuando su situación vital compromete una existencia digna».

«Reformar la FAO significa compartir la idea de que la lucha contra el hambre es una situación determinada por múltiples factores y por los objetivos que la animan, entorno a los cuales se elaboran a menudo estrategias orientadas desgraciadamente a favorecer sectores particulares en vez de favorecer una visión unitaria: la que sitúa en el centro las exigencias de la persona», denunció monseñor Volante.

Por este motivo, constató, «los efectos negativos de este enfoque en el sector agrario son evidentes, sobre todo en aquellas zonas donde pesan más la pobreza, el subdesarrollo, la desnutrición y la degradación del ambiente».

La delegación de la Santa Sede consideró «que tanto la estructura de la FAO como los compromisos de ese organismo deben resaltar la función clave de la agricultura en los procesos de desarrollo, promoviendo en primer lugar no la simple gestión, sino criterios de gestión precisos e intervenciones que respondan a las necesidades».

«Esto significa que para reforzar la producción agrícola y satisfacer la creciente demanda de alimentos no se pueden olvidar las razones de la seguridad alimentaria, y por ende, la salud de los consumidores, además del carácter sostenible de la producción agraria y la defensa del ambiente».

Para esos objetivos que todos los estados, de una forma u otra, consideran prioritarios, según Volante, «es necesario que la FAO siga disponiendo de los recursos y de la confianza necesaria por parte de la comunidad internacional».

Monseñor Volante concluyó reafirmó «la disponibilidad de la Iglesia Católica, de sus estructuras y organizaciones para contribuir en este esfuerzo a fin de que cada persona reciba ‘el pan de cada día'». El lema de la FAO, es «Fiat panis» (Que haya pan).

El director general de la FAO, Jacques Diouf, propuso celebrar una cumbre a principios del año próximo con el fin de empezar a corregir el actual sistema que «genera inseguridad alimentaria mundial».

La cumbre tendría también que encontrar los 30.000 millones de dólares anuales que se necesitan para incrementar la producción alimentaria en los países en desarrollo, a través de la inversión en infraestructuras y la mejora de la productividad.

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ZENIT Staff

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