CIUDAD DEL VATICANO, domingo 7 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- La esperanza cristiana “va más allá de la legítima esperanza de una liberación social y política, porque lo que Jesús ha iniciado en una humanidad nueva, que viene de Dios”, explicó hoy el Papa a los miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus.
Jesús, con su muerte y resurrección, “ha inaugurado un éxodo ya no solo terreno, histórico y como tal, provisional, sino radical y definitivo: el paso del reino del mal al reino de Dios, del dominio del pecado y de la muerte al del amor y la vida”.
El Papa explicó hoy que esa liberación es la que “Dios anuncia”: “hablar al corazón de su Pueblo, y a través suyo, a la humanidad entera, para anunciar la salvación”.
“También hoy se eleva la voz de la Iglesia”, añadió, “para los pueblos agotados por la miseria y el hambre, para las multitudes de prófugos, para cuantos sufren graves y sistemáticas violaciones de sus derechos, la Iglesia se pone como centinela sobre el monte alto de la fe y anuncia: Ahí está vuestro Dios. Ahí viene el Señor con poder”.
Es Dios mismo quien “ha venido a habitar en medio de esta humanidad decaída para renovarla desde dentro”.
“En la liturgia de Adviento resuena un mensaje lleno de esperanza, que invita a levantar la mirada al horizonte último, pero al mismo tiempo, a reconocer en el presente los signos del Dios-con-nosotros”.
Pero esa esperanza requiere “hombres y mujeres que sean ‘tierra buena’, dispuesta a acoger la buena semilla de su Palabra”, afirmó Benedicto XVI.
“Se trata por tanto de entrar plenamente en la lógica de la fe: creer en Dios, en su diseño de salvación, y al mismo tiempo comprometerse en la construcción de su Reino”, añadió.
[Por Inma Álvarez]